Fue un tema de tapa hoy en Página/12. El Ministro de
Infraestructura Julio de Vido anunció desde Rusia que la Argentina se prepara
para licitar dos nuevas centrales nucleares. Sin embargo, la sorpresa del
artículo es que se destaca el nivel tecnológico de ese país con la frase
"una herencia del periodo soviético es el desarrollo nuclear". Se
trata del mismo país y el mismo tiempo en que sucedió el desastre de Chernobyl.
Algo que sabe el cronista porque había hablado de este tema con el titular del
INVAP, al que el diario llamó "el hombre nuclear".
La nota lo da por hecho: "La primera de esas dos
centrales será de uranio natural y agua pesada, para aprovechar la experiencia
y los recursos naturales y humanos que el país tiene en esa área luego de haber
concluido Atucha II, mientras que la quinta central demandará uranio
enriquecido, representando el ingreso de Argentina en esa tecnología. La
central de uranio natural demandará una inversión de 3000 millones de dólares
por reactor y aportaría unos 760 megavatios, mientras que para la de uranio
enriquecido la inversión proyectada es de 5000 millones de dólares y la
potencia, de 1200 megavatios".
A párrafo seguido, el cronista detalla: "La corporación
estatal [rusa] Rosatom es una de las interesadas en este último proyecto".
Y destaca: "Ivan Dybov, uno de los directores de la compañía, señaló ayer
a este diario que la compañía tiene contratos firmados con China, India,
Bielorrusia, Turquía, Armenia, Vietnam y Bangladesh y espera por Argentina. De
Vido se reunió en Moscú en octubre del año pasado con el presidente de Rosatom,
Serguey Kirienko, y firmaron un convenio de cooperación. Hoy ambos funcionarios
volverán a encontrarse".
Pero lo más llamativo es otro párrafo de la nota, luego de
decir que "en las calles de San Petersburgo son pocos los rastros que
quedan de la Unión
Soviética ", señalando que las figuras de los líderes
comunistas se venden como souvenir, sorprende: "No obstante, lo que sin
duda es una herencia del período soviético es el desarrollo nuclear, donde
Rusia se destacó de la mano del comunismo. Esa tradición y el despliegue que se
le viene dando a la actividad en los últimos años es lo que llevó al país a ser
la sede de la
Conferencia Internacional de Energía Nuclear".
El periodista nuclear. Hace un mes, el autor de la nota de
hoy, Fernando Krakowiak, había publicado una entrevista con el titular del
INVAP, Héctor Otheguy, hablando de un acuerdo con Brasil para construir
"reactores multipropósito de 30 megavatios". Pero no fue la primera
vez que lo entrevista. En enero de 2010, fue tapa de Cash, el suplemento
económico de Página/12, con el sugestivo título "El Hombre Nuclear".
Allí dice que la empresa "se destacó por haber exportado reactores a Perú,
Egipto, Australia y Argelia, algo inusual para un país acostumbrado a vender
carne y cereales".
No existe lugar para la crítica a la energía nuclear. Por el
contrario, en una subnota titulada "Hiroshima, Chernobyl y Menem",
explicaba con ese encadenamiento "los frenos que tuvo el desarrollo
nuclear". Otra vez el discurso de la tecnocracia que coloca la falencia en
la sociedad civil. Así destacaba el testimonio de Otheguy: "A la gente le cuesta pensar
que la energía nuclear pueda aportar algo útil para la humanidad. Ese estigma
se potenció en 1986 cuando ocurrió el desastre de Chernobyl, el peor accidente
de la historia provocado por una sumatoria de errores garrafales y por una tecnología
que no está autorizada en el mundo occidental. Eso le puso un freno al
desarrollo nuclear".
El mismo testimonio continuaba: "Después empezó a pasar
el tiempo y nunca hubo otro accidente en el mundo que afectara a los operadores
o a la población". La nota fue publicada en enero de 2010, todavía faltaba
un año para que otro nuevo inesperado e impredecible accidente en la muy segura
industria nuclear ocasionara la tragedia de Fukushima I. Como hemos destacado
en esta página, Japón siempre se consideró sinónimo de país desarrollado,
moderno, y sobre todo de gran calidad en su tecnología. Luego de la catástrofe,
el resto de los países nucleares lo apartaron como el chivo expiatorio nuclear.
Política de Estado. A principio de este mes, Página/12
publicitó el Día de la
Energía Atómica con un artículo repleto de testimonios de la CNEA (Comisión Nacional de
Energía Atómica), titulada: "Ganamos la década perdida de los 90".
Allí puede leerse: "El organismo recibió incremento presupuestario,
mejoras edilicias, recuperó laboratorios y repatrió científicos”, destacó
Mauricio Bisauta, vicepresidente de la CNEA. Y agrega la nota: "Para Atucha II, un
símbolo de la reactivación del sector, la CNEA proveyó sistemas y desarrollos tecnológicos
“sin precedentes en el país”".
En esta nota, se evidencia como Argentina sigue el discurso
de "control de daños" respecto a Fukushima. Norma Boero, presidenta
de la CNEA
"también se refirió al impacto del accidente nuclear de Japón ocurrido en
la central nuclear de Fukushima, tras el tsunami de marzo de 2011. Boero dijo
que `la mayoría de los países, luego de evaluar y aplicar las enseñanzas de lo
ocurrido, están ratificando su decisión de continuar utilizando esta fuente de
energía masiva insustituible, por su seguridad tecnológica y su limpieza
ambiental´". El periodismo masivo parece no aprender, incluso ya se olvidó
de Chernobyl.
Industria trasnacional. Ni siquiera la crónica de hoy puede
sostener el sofisma que la industria nuclear representa un producto del
desarrollo "nacional y popular". En la misma nota, se deja en claro:
"En Embalse, cuya tecnología fue adquirida a AECL de Canadá, la
participación local ascendió a un 30 por ciento, en Atucha II llegó al 40 por
ciento y en las próximas obras se aspira a llegar al menos a un 60 por
ciento". Esto se aplica a la central del llamado "uranio
natural". Mientras que según el propio ministro De Vido: "La de
uranio enriquecido, en cambio, requerirá la intervención de tecnología
importada".
Para leer el resto de la nota dirigirse a ComAmbiental
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