por Laura Rocha
Lo más triste que dejan estos días son las muertes
evitables. Como en casi todas las problemáticas ambientales y de las otras,
como accidentes viales, por ejemplo, asistimos nuevamente a la imprevisión e
falta de acciones preventivas.
El martes a la noche cuando empezaba a llover
torrencialmente en La Plata
me parecía ver por televisión un escenario siniestro: la muerte se producía en
vivo y en directo mientras las autoridades pensaban qué pasos dar, que excusas
poner o tal vez que el agua, milagrosamente se detendría.
Ningún protocolo de acción; ninguna asistencia en el lugar
donde, después de una hora ya no había luz eléctrica y lo único que se
escuchaban eran los gritos desesperados de la gente. Un panorama similar se
había vivido 24 horas antes en la ciudad de Buenos Aires.
Es cierto que son necesarias obras hidráulicas de magnitud
pero también lo es que no estarán terminadas, si empezaran hoy, al menos hasta
dentro de cuatro o cinco años. Pero si una catástrofe como la que ocurrió se
puede evitar, ¿por qué no hacerlo?
¿No se puede diseñar un mapa de riesgo de las zonas que
tienen mayor peligro de inundación? ¿Tan difícil es montar un esquema de
emergencia ante la inminencia de una lluvia torrencial? ¿No puede enviarse
personal especializado para atender las eventuales necesidades de los vecinos?
¿No se pueden diseñar esquemas de tránsito alternativo para evitar que la gente
quede atrapada en sus automóviles?
Yo sólo soy periodista. Me han tocado cubrir varias
tragedias y catástrofes en las que la gente pierde todo, hasta la vida. Esta
última me deja un sabor penoso. Aquí hablamos siempre de la planificación:
urbana, ambiental y por qué no de catástrofes. La imprevisión también mata. Y
las pruebas están a simple vista.
Fuente:
Laura Rocha, Otra tragedia sin protocolo de emergencia, 05/04/13, Ecológico lanación.com Blogs.
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