lunes, 8 de abril de 2013

Néstor Bastone: el veterano castigado por otra guerra

Néstor Bastone cerró los ojos para intentar frenar el llanto. Hincado sobre la mesa del comedor de la casa de su hermano, en el barrio Villa Elvira, su madre, Anastasia Ferreyra, había dejado de temblar. La mujer, de 88 años, murió en brazos de su hijo, ex combatiente de la guerra de las islas Malvinas, la trágica noche del pasado 2 de abril.

por Pablo Morosi

Un golpe más sobre este hombre clase 1962 que combatió en la batalla de Monte Longdon, aquella que precipitó la rendición argentina.

Sin recibir asistencia alguna, en medio de la noche en que se cumplían 31 años de la loca aventura bélica de la dictadura, Bastone volvió a sufrir.

La lluvia, el frío, la noche y esa sensación de desamparo estuvieron presentes en los dos escenarios, atravesados por el tiempo.

Cuando se largó, Néstor pensó que pronto iba a parar, pero cuando iban dos horas de una lluvia intensa y persistente y el agua empezó a ingresar en la casilla de madera que compartía con su madre, quiso comunicarse con su hermano Francisco, que vive en una casa lindera. Francisco no estaba, pero acordaron que si seguía lloviendo Néstor y Anastasia se guarecerían en su vivienda, ubicada en la parte más alta del terreno. Néstor cortó la luz y terminó de levantar los pocos electrodomésticos que tiene. Para entonces, el agua ya había desbaratado parte del mobiliario que flotaba por el pequeño comedor.

Con una prótesis y aquejada de reuma deformante, la mujer apenas podía movilizarse. Con el agua por la cintura, Néstor la llevó hasta la casa de su hermano. El panorama no era mejor allí. Logró subirla a una mesa. Anastasia tiritaba y en un hilo de voz se quejaba del frío. Se subió a la mesa y la apoyó sobre sus rodillas. "Dale vieja; dale que ya pasa", susurraba Néstor al oído de Anastasia.

Aferrado a una linterna a la que se le agotaban las pilas, como aquella noche en el Sur asido al inútil mortero que no disparó un solo tiro, Néstor supo que Anastasia moriría. "Se la llevó el frío", comenta.

"Mi mamá me crió con nada", balbucea, sentado en una silla destartalada por la inundación. Sus lágrimas se deslizan sobre la foto que sostiene entre las manos. Allí Néstor aparece sonriente con su madre y su hija Ada, de 25 años. "Ada es lo único que me queda en la vida", asegura. Pide disculpas y baja la vista. Ya no puede hablar.

Fuente:
Pablo Morosi, Néstor Bastone: el veterano castigado por otra guerra, 08/04/13, La Nación. Consultado 08/04/13.

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