Los técnicos en la planta de energía de Chernobyl en Ucrania
(antigua URSS), iniciaron un simulacro consistente en reducir el nivel de
energía eléctrica como parte de un experimento controlado, pero que finalmente
derivó en un desastre debido a una sucesión de errores.
por Lisette Aguilera
El 26 de Abril de 1986 explotó el reactor nº 4 de la planta
Nuclear de Chernobyl (Chernóbil), impactando al mundo con la mayor tragedia
humana y ecológica de todos los tiempos. Desde entonces las radiaciones han
envenenado la vida de aproximadamente 8 millones de personas de Belarus,
Ucrania y Rusia, quienes no conocían con claridad las consecuencias que la
catástrofe podía generar en su salud.
A la una y tres minutos, una combinación poco usual de baja
potencia y flujo de neutrones intenso, provocó la intervención manual del
operador, desconectando las señales de alarma. A la una y 22 minutos, el
ordenador indicó un exceso de radioactividad, pero los operadores decidieron
finalizar el experimento, desconectando la última señal de alarma en el
instante en el que el dispositivo de seguridad se disponía a desconectar el
reactor.
Dado que los sistemas de seguridad de la planta quedaron
inutilizados y se habían extraído todas las barras de control, el reactor de la
central quedó en condiciones de operación inestable y extremadamente
insegura. En ese momento, tuvo lugar un transitorio que ocasionó un brusco
incremento de potencia. El combustible nuclear se desintegró y salió de las
vainas, entrando en contacto con el agua empleada para refrigerar el núcleo del
reactor. A la una y 23 minutos, se produjo una gran explosión, y unos segundos
más tarde, una segunda explosión hizo volar por los aires la losa del reactor y
las paredes de hormigón de la sala del reactor, lanzando fragmentos de grafito
y combustible nuclear fuera de la central, ascendiendo el polvo radiactivo por
la atmósfera.
Se estima que la cantidad de material radiactivo liberado
fue 200 veces superior al de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki.
El accidente nuclear fue clasificado como nivel 7 (“accidente
nuclear grave”) en la
Escala Internacional de Sucesos Nucleares (Escala INES) del
OIEA, es decir, el accidente de peores consecuencias ambientales, y que sirve
como referencia para proyectar y controlar los dispositivos y sistemas de
protección de las instalaciones nucleares.
Aunque el accidente tuvo lugar por un claro error humano,
hay que tener en cuenta los factores sociales y políticos de la Unión Soviética en
aquel momento. La falta de una estructura social democrática implicaba una
ausencia de control de la sociedad sobre la operación de las centrales
nucleares y de una “cultura de seguridad”. Posiblemente, el temor de los
operadores a no cumplir las instrucciones recibidas desde Moscú, les llevó a
desmontar los sistemas de seguridad esenciales para el control del reactor.
Tampoco existía ningún Órgano Regulador de la Seguridad Nuclear
que llevase a cabo con autoridad propia e independencia la inspección y
evaluación de la seguridad de las instalaciones nucleares.
En cuanto a los aspectos técnicos de seguridad del reactor,
hay que tener en cuenta que en los reactores RMBK no existe ningún sistema de
confinamiento que cubra el circuito primario y tampoco hay edificio de
contención capaz de retener los productos de fisión en caso de accidente, como
ocurre en los reactores occidentales.
El comienzo de un incendio, que no se consiguió apagar hasta
el 9 de mayo, aumentó los efectos de dispersión de los productos radiactivos, y
la energía calorífica acumulada por el grafito dio mayor magnitud al incendio y
a la dispersión atmosférica.
De los productos radiactivos liberados eran especialmente
peligrosos el yodo-131 (cuyo período de semidesintegración es de 8,04 días) y
el cesio-137 (con un período de semidesintegración de unos 30 años), de los
cuales, aproximadamente la mitad, salieron de la cantidad contenida en el
reactor. Además, se estimó que todo el gas xenón fue expulsado al exterior del
reactor. Estos productos se depositaron de forma desigual, dependiendo de su
volatilidad y de las lluvias durante esos días.
Los más pesados se encontraron en un radio de 110 km , y los más volátiles
alcanzaron grandes distancias. Así, además del impacto inmediato en Ucrania y
Bielorrusia, la contaminación radiactiva alcanzó zonas de la parte europea de
la antigua Unión Soviética, y de Estados Unidos y Japón. En España, el Consejo
de Seguridad Nuclear (CSN) detectó pequeñas cantidades de yodo-131 y cesio-137,
por debajo de los límites aceptables de dosis de radiación, en las regiones
mediterráneas y en Baleares.
Para determinar los efectos de la radiación sobre la salud
de las personas, la
Organización Mundial de la Salud desarrolló el IPHECA (Programa
Internacional sobre los Efectos en la
Salud del Accidente de Chernobyl), de modo que pudieran
investigarse las posibles consecuencias sanitarias del accidente. Estas
consecuencias incluían efectos relacionados con la ansiedad producida en los
habitantes de las zonas más contaminadas como resultado de la evacuación de sus
casas, y del miedo a posibles daños futuros en la salud por los efectos
biológicos de la radiación. Además, el programa proporcionaba asistencia
técnica al sistema sanitario nacional de Bielorrusia, a la Federación Rusa y
a Ucrania, para aliviar las consecuencias sanitarias del accidente de Chernobyl.
Fuente:
Lisette Aguilera, El desastre nuclear de Chernobyl, la tragedia que conmocionó al mundo, 26/04/13, Carta Abierta. Consultado 27/04/13.
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