Para los platenses el martes 2 de abril no fue un día más;
los duros testimonios de los vecinos que sufrieron el horror de la tormenta.
por Mariano Gaik Aldrovandi
No fue un día más en la vida de los platenses. La tormenta,
calificada por el gobernador bonaerense como una "tragedia sin
precedentes", dejó 51 víctimas fatales y cientos de evacuados. Muchos, lo
perdieron todo. Sobrevivir, eso era lo que importaba. Los siguientes doce
testimonios reflejan el drama.
Karina Torres
“Veíamos lo que pasaba en la Capital y nos tocó a
nosotros”
“Quince minutos antes de que se corte la luz estábamos
viendo el noticiero con mi esposo, Walter, y el drama de la gente que se había
inundado en Buenos Aires. Nunca pensamos que nos podía llegar a tocar algo así
y me acuerdo que nos preguntamos cómo se podría salir de esa situación. Cuando
empezó a entrar el agua a casa nos desesperamos. No lo podíamos creer. De
repente teníamos el agua a la cintura. Al salir, nos encontramos con que en la
calle había 1,80 de agua. Nos refugiamos en lo de mi vecino”, dijo la mujer que
vive en 36 y 28.
Clementina Rodríguez
“Con 82 años sobreviví a cuatro inundaciones”
“En 1959 me fui de La Matanza por el agua, en una gran inundación que
hubo. Me acuerdo que avisé a un batallón del Ejército que me había venido a La Plata para que le avisen a
mi marido, al que perdí por varios días. Ahora me tocó de nuevo acá”, dijo
Clementina Rodríguez, de 82 años, quien vive en 37 al 1600. Una vecina, de la
misma edad, murió “chupada” por un agujero que se hizo en la tierra durante la
inundación. Las medianeras que separan la casa de Clementina de la de sus
vecinos se derribaron. Ella fue rescatada por su hijo.
“Perdimos el trabajo y lo que construimos en una vida”
“Hacía años que no pintábamos la habitación porque no podíamos. Lo hicimos hace quince días y ahora nos pasa esto”, cuenta, entre lágrimas, Adrián Vidal, un abogado de 46 años junto a su esposa, María Laura Di Sandro, de 41 y contadora, y su hija Camila, de 17. La casa de 529 y 12, donde la familia vive y tiene su estudio, quedó destrozada. Además de los muebles, autos, electrodomésticos y colchones, se arruinaron miles de hojas con documentación. Adrián encuentra el consuelo en sus vecinos: “Lo que rescato es que la ayuda surge de la gente común”.
“En la concesionaria hicimos cunas en el baúl de los coches”
La agencia de autos Pi Ingeniería se convirtió en un centro de refugiados que albergó a más de setenta personas, entre ellas diez bebes que durmieron en los baúles de los cero kilómetro. “Cuando el agua empezó a crecer, la gente ingresó porque es el lugar más alto de la cuadra”, dijo a
“No sabemos cómo nos vamos a recuperar de todo esto”
“Pasamos la noche siete personas arriba del auto”, recordó Stella de París, una jubilada de 64 años, quien encontró refugio en el techo de su Ford Taunus. La mujer permaneció durante siete horas parada sobre el vehículo junto a su esposo Félix, de 72 años, que sufre del corazón. “Nos rescataron los vecinos en bote y nos subieron a un departamento en el que éramos 20 personas en un cuartito. Fue desesperante. Vimos cómo rescataban gente de arriba de los árboles. Había policía de todos lados, pero no podían hacer nada”, dijo.
Francisco Leguizamón
“Luchamos tres horas para rescatar a mi madre”
“Fueron horas de terror. Cuando vimos que se estaba
inundando todo llamamos a mi madre, pero no nos podíamos comunicar con ella.
Vinimos y nos encontramos con todo inundado. Estuvimos tres horas nadando
contra la corriente para poder llegar. Nos tuvimos que ayudar con una soga,
agarrándonos de los árboles y las rejas de las casas. En el medio veíamos gente
desesperada que nos pedía ayuda y con mi hermano Pablo logramos ayudarla.
Cuando llegamos la encontramos arriba de una escalera”, afirmó el docente de 37
y 30.
Rodrigo González
“No podía llegar para ver cómo estaba mi hermanita”
“El temporal me agarró en la casa de mi novia, donde el agua
no llegó a inundar todo. Pero cuando tomamos dimensión de lo que estaba
pasando, vinimos caminando por la rambla de avenida Circunvalación para ver
cómo estaba mi hermanita. Al llegar a la calle 37, la corriente arrastró tres
cuadras para abajo a mi novia. Yo no pude entrar a mi casa. Cuando llegué, por
suerte estaban todos bien, arriba de una mesa. Pero lo perdimos todo. Estaba
todo dado vuelta y destrozado”, dijo Rodrigo González, de 20 años, vecino de 37
y 31.
Camila Vidal
“Hice una campaña en las redes sociales para juntar ropa”
Una joven que perdió todo durante la inundación de su casa,
situada en 529 y 13, emprendió una campaña en Facebook para juntar prendas para
la gente que lo perdió todo. “Lo que más se necesita es ropa y calzados. Lo que
quedó está todo mojado y la mayor cantidad de las cosas es irrecuperable”, dijo
a La Nación Camila ,
de 17 años. “Con mis amigos logré juntar una gran cantidad de prendas y
montamos un showroom en mi habitación para el que se acerque”, relató la
adolescente, quien lamentó perder un mural que pintó durante el verano en su
cuarto.
Jorge Vernacci
El mecánico que murió aferrado a uno de sus autos
Muchos vecinos de la calle 37 y alrededores recordaron al
mecánico Jorge Vernacci, quien desde siempre vivió en esa arteria, entre 30 y
31, donde también trabajaba y se mudó de casa, paradójicamente, “para escapar
del agua”, según contó Félix de París, uno de sus conocidos. Pablo Leguizamón,
vecino del taller, dijo que el hombre fue encontrado por su hijo sobre la calle
32, a
varias cuadras de su taller, aferrado a un auto que estaba arreglando y que
había intentado amarrar a un árbol para no perderlo.
“Tuvimos la mala suerte de encontrar a cuatro muertos: tres
señoras mayores y un hombre”, relató Horacio Zurdo, un almacenero de 29 y 36,
quien junto a sus hijos Víctor y Javier salieron al rescate de varias personas
que quedaron atrapadas en medio de la corriente de agua. “A una mujer la
sacamos de su auto por la ventanilla, junto a sus dos hijitos. A los diez
minutos al auto lo arrastró la corriente”, dijo el hombre. “Fue caótico. Esto
era el río Atuel, de Mendoza. No importa lo que se perdió, sino las vidas. Los
muertos eran todos clientes míos”, señaló.
Raúl Casanova
“Fue terrible: había gente gritando por todos lados”
“Salimos con mi cuñado y sus hijos a sacar gente del agua, o
que estaba atrapada. Fue terrible. Nos encontramos con muchas personas sin
vida. Todos los rescates eran difíciles y no sabías con qué te podías
encontrar. Estábamos totalmente desprotegidos. Creo que salí por instinto y
porque soy corajudo. No tenía noción de lo que pasaba. Después de que pasó
todo, llegó mi mejor amigo a abrazarme y me quebré”, relató a La Nación el hombre que salió
junto con su cuñado a ayudar a sus vecinos de 13 y 529.
“Fue desesperante; nos refugiamos en el primer piso”
“Nuestra casa es de las más altas de la cuadra. Nunca pensé que el agua podía llegar a entrar a mi casa, que está varios escalones por encima de la vereda. Cuando vi que se comenzaba a inundar la calle decidí entrar el auto. De repente vimos ingresar el agua por abajo de la puerta. Ahí me di cuenta del desastre y subimos todo al primer piso. Más tarde, como todos mis vecinos viven en planta baja, les ofrecimos ayuda. Finalmente pasamos la noche encerrados en uno de los cuartos, pero secos”, dijo Walter Dubini, un albañil de 36 y 29.
Mariano Gaik Aldrovandi, Doce historias del drama de las inundaciones, 05/04/13, La Nación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario