por Darío Aranda
La
Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) cuestionó la
llegada de la multinacional Monsanto a Córdoba y alertó sobre los efectos
sociales, ambientales y sanitarios del modelo agropecuario. “(La Universidad) expresa
públicamente el desacuerdo respecto de la instalación de las empresas
multinacionales del monopolio del agronegocio, en particular Monsanto, en Río
Cuarto”, advierte en el artículo séptimo de la resolución 284, aprobada por el
Consejo Superior por amplia mayoría. Monsanto había anunciado en junio pasado
la instalación de una planta se semillas en Malvinas Argentinas (en el Gran
Córdoba) y dos estaciones experimentales (Río Cuarto y Tucumán). De inmediato
comenzó la movilización, y rechazo, de asambleas cordobesas. “Que la universidad
pública, con todas las ramas de la ciencia y con estudios en mano, cuestione a
Monsanto y sobre todo al modelo agropecuario extractivo es un claro respaldo a
las luchas sociales y a la necesidad de un modelo distinto”, celebró Jorge
Torres, de la Asamblea
por un Río Cuarto sin Agrotóxicos.
En pleno juicio por fumigaciones en el Barrio Ituzaingó
Anexo (que terminó con dos condenados), el Gobierno anunció la instalación de
las tres plantas de Monsanto en Argentina. Las organizaciones nucleadas en la Campaña Paren de
Fumigar comenzaron una campaña de denuncia a la empresa y a las consecuencias
del modelo agropecuario. Nacieron la Asamblea Malvinas
Lucha por la Vida
y la Asamblea
por un Río Cuarto sin Agrotóxicos. En ambos casos se realizaron masivas movilizaciones
contra la instalación de la multinacional.
La
Universidad Nacional de Río Cuarto, ubicada en pleno corazón
sojero del país, apuntó en su Resolución 284 no solo a Monsanto: “El modelo
(agropecuario) acentúa gravemente los procesos de concentración de riquezas
(...) Existe una profunda y creciente desaparición de productores pequeños y
medianos, generando año a año tanto explotaciones más grandes como aquellas
conocidas como pooles de siembra, que minimizan la participación de la mano de
obra en la obtención del producto y optimizan la oportunidad de inversión
financiera, convirtiendo a la actividad agropecuaria en un instrumento de
especulación financiera”.
Monsanto, con sede principal en Estados Unidos, es la
principal compañía de semillas y agrotóxicos. Controla el 27 % del
mercado mundial de semillas. “En el mercado de semillas transgénicas, Monsanto
tiene el 86 % del mercado mundial. Es uno de los dos monopolios
industriales más grandes del planeta y de la historia de la agricultura”,
explicó Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC, que estudia desde hace 25
años la concentración del mercado agropecuario mundial.
En septiembre pasado, la Universidad Nacional
de Córdoba (UNC) también había cuestionado la instalación de Monsanto y llamó a
respetar el principio precautorio vigente en la legislación nacional (ante la
posibilidad de perjuicio ambiental es necesario tomar medidas protectoras).
La UNRC,
en su parte resolutiva del 27 de noviembre, rechaza la instalación de Monsanto,
se compromete a revisar los convenios entre la Universidad y las
“empresas multinacionales del agronegocio”, remarca su “voluntad política” de
orientar la educación a las prácticas socioambientales, la agroecología y la
soberanía alimentaria. En su artículo octavo, sugiere al Concejo Deliberante
que convoque a audiencia pública.
La
Universidad detalla trabajos científicos que confirman la
“erosión y pérdida de materia orgánica” que provoca el modelo agropecuario, la
contaminación del agua, el desmonte (en Córdoba solo queda el 3 % de la superficie original de bosques). “La dinámica del agronegocio de los
transgénicos ha producido un desbalance de la relación entre los sistemas
naturales de biodiversidad y los ecosistemas antrópicos (zonas de producción
agrícolas y ganaderas, ciudades) y por ello se considera a la Argentina un país
ambientalmente en rojo donde se ha perdido el 80 por ciento de los bosques
nativos”, alerta.
Y puntualiza los impactos en las personas. “Los estudios han
probado efectos agudos y crónicos en la salud en relación directa con el grado
de exposición a los agrotóxicos. Publicaciones recientes, entre ellas, de
científicos de nuestra Universidad, han evidenciado la genotoxicidad de los
agroquímicos en poblaciones de Córdoba, confirman las alteraciones a nivel
genético que presenta la población expuesta directa o indirectamente a los
mismos”, denuncia.
La UNRC
afirma que el actual modelo agropecuario constituye una “agricultura sin
agricultores” y apunta a la inserción geopolítica de Argentina en el mundo: “El
paquete tecnológico de los transgénicos y plaguicidas impuesto masivamente en
la región, particularmente en Argentina y Brasil, expresa un nuevo avance del
capitalismo tardío en cuanto a la lógica colonial de exportación de materias
primas e importación de productos tecnológicos, que está hoy en discusión en
América Latina”.
Jorge Torres, de la Asamblea de Río Cuarto, señaló que la lucha va
más allá de una compañía, afirmó que el modelo de transgénicos y agroquímicos
“ha fracasado en su promesa de terminar con el hambre” y recordó que “hay
sobradas pruebas de que se puede producir más y mejores alimentos con un modelo
agroecológico”.
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