El especialista en cuestiones ambientales asegura que la norma fue hecha sin un estudio previo.
por Karin Miller
Elio Brailovsky es economista especializado en historia ambiental. Fue director general de la Comisión de Ecología de la Legislatura y defensor del Pueblo Adjunto de la Ciudad. Alejado de la función pública -aunque no descarta volver- opina que es posible revertir la contaminación en Buenos Aires pero que hace falta que la ciudadanía y el sector político debatan y prioricen los temas ambientales.
¿Cuál es el problema ambiental más urgente de resolver?
Hay un hilo conductor que es el agua, hay que trabajar mucho sobre el agua. Tanto en éste como en todos los temas tenemos un área metropolitana que es una única ciudad de 14 millones de habitantes con menos gestión compartida de la que uno quisiera.
¿De qué manera se puede trabajar sobre el agua?
El Río de la Plata es el tanque de agua de seis millones de personas y el inodoro de 10 o 12 millones. Este uso simultáneo llegó al límite. Esto se puede ver en fotos aéreas, en las satelitales del Google Earth. Hay niveles inquietantes de contaminación. En un momento en el que la sociedad política trata otros temas, hay que poner éstos sobre la mesa y discutirlos en serio en términos de cooperación, no sólo en términos de echarse culpas.
¿Por qué es difícil que se prioricen los temas vinculados a la ecología o el ambiente?
Todavía sigue la idea del siglo XIX de que el ambiente aguanta todo. Cada vez aprendemos que aguanta un poquito menos. En este caso, necesitamos un monitoreo público del agua de red. Cada administración local tiene que monitorear qué agua recibe, qué agua se distribuye, publicarlo en una página web día tras día. Estoy seguro de que el agua es bacteriológicamente buena, los controles se hacen cada dos horas. Ahora, los controles de residuos peligrosos se hacen cada varios meses y el sistema nuestro de potabilización no neutraliza residuos peligrosos. El riesgo de que en el momento en que una fábrica arroja algo la toma lo capte y lo distribuya es muy alto. Vivimos en una sociedad en donde las prioridades pasan por el automóvil. Compará las estadísticas de cuánta gente en la Argentina tiene pavimento y cuánta tiene agua y cloacas. Te encontrás con que se le ha dado mucha más prioridad al pavimento. Cuando no hay pavimento la gente se enoja, pero cuando el agua no es confiable o no hay cloacas hay riesgo de enfermedad y alguien se muere. Mientras la sociedad misma tenga otras prioridades, es muy difícil que el sector político, sea A o B, haga otra cosa.
Con respecto al Riachuelo, ¿Hubo algún avance a partir de la creación de la Acumar?
Hubo un cambio positivo. Si bien las jurisdicciones trabajaron separadas, la existencia de un mandato de la Corte los obligó a hacer lo mismo en definitiva. La limpieza de márgenes, por ejemplo, es muy buena y se hizo en paralelo de los lados, de Ciudad y de Provincia. Se hablen mucho o poquito, de hecho hicieron lo mismo. Estuve en una recorrida por el camino de sirga y los cambios son impresionantes. Por un lado, el Riachuelo ya no tiene basura sobrenadante y te das cuenta de que tiene menos olor. Hay una reubicación de las villas que estaban en el borde del camino de sirga, y se están haciendo espacios verdes, parquizaciones, espacios públicos. Hay ganas de hacer cosas, o por lo menos un juzgado que impulsa para que se hagan.
¿Qué debería hacerse para resolver el problema de basura que tiene la Ciudad?
Otra vez, creo que no se puede separar a la Ciudad del área metropolitana, hace falta una gestión conjunta. La idea de los militares al armar la Ceamse, la parte de gestión conjunta, sigue siendo rescatable. El resto es una historia oscura. En algún momento hay que investigar profundamente a la Ceamse, que ha funcionado como empresa inmobiliaria. Recibió tierras malas para poner basurales y rellenos sanitarios y buenas para pagarles a las empresas que hacían ese rellenado. Cuánto valían las tierras y a qué valor se las dieron nadie lo quiso auditar nunca. Esto en cuanto a la parte económica. En cuanto a la parte ambiental, hay que unificar no sólo la recolección de basura, sino todas las normas de basura en la ciudad de Buenos Aires con los municipios. Por otra parte, hay algunos temas que hay que resolver a escala nacional. A escala local se pueden hacer cosas, por ejemplo la ciudad de Buenos Aires empezó un convenio con supermercados para bajar la cantidad de bolsas. Eso lo pueden hacer Avellaneda, Vicente López, etc. Ahora, una cuestión como la recolección de pilas, sería bueno que fuera una política pública unificada. Necesitamos políticas públicas nacionales para el tema de los residuos electrónicos, hay que combatir la estrategia de las empresas de fabricar y vender productos que duren poco. Se piensa demasiado en el último tramo, que es el consumidor, y se esconde la actitud de las empresas que son las que diseñan los productos para que se transformen en basura rápidamente.
¿Qué opina de la Ley de Basura Cero?
Hay algo que hay que decir. Si Telerman, Ibarra, Macri, no la pudieron cumplir, hay que revisarla. Esta ley se aprueba en el momento en el que la sociedad estaba gritando “que se vayan todos”, momento en el que ser diputado era una especie de vergüenza. Tomaron un proyecto de Greenpeace, que tenía una función más publicitaria que de gestión. Lograron que Greenpeace los aplaudiera, pero votaron la ley sin estudio previo de cómo la podían implementar, porque necesitaban alguna publicidad favorable, para contrarrestar el descrédito de la clase política. Una ley que uno quiera aplicar tiene que tener por lo menos un estudio de factibilidad previa. Nadie sabía, cuando la votaron, si podían cumplirla.
¿Cuánto puede hacer un ciudadano para disminuir la contaminación?
El margen es el obvio: apagar la luz, no despilfarrar agua, no tirar papeles en el suelo. El rol importante es como ciudadano, planteando lo que se quiere, abriendo espacios de debate. Fijate en el tema Riachuelo, que es extraordinariamente complejo. Es la primera vez que hay mil y pico de empresas en internet, con expedientes que informan cuándo se las inspeccionó, qué infracciones se encontraron, etc., cuando antes no sabías ni los nombres. También el paisaje cambió. Uno dice: es poco, y sí, es poco, pero en cinco años se hizo más que en 100. Una cosa es decir “hay problemas espantosos y no se puede hacer nada”, otra es decir “hay problemas graves y hay caminos”.
¿Cuáles son las zonas de Buenos Aires más complicadas en relación con la contaminación sonora?
Lo más complicado es la cultura. A veces en los cursos proyectamos fragmentos de películas como Terminator. Hay una preciosa persecución en automóvil en donde se tiran balazos, se ametrallan, se tiran con una bazuca y no tocan bocina. Si uno tiene metido que aunque te ametrallen no tocás bocina inútilmente, es completamente distinto de que alguien toque bocina porque está aburrido o porque el semáforo tardó un rato más de lo que pensaba. El tema es cómo metemos en la cultura que el ruido es un problema, que la bocina es un dispositivo de emergencia que se usa para salvar una vida, no para decirle al otro que estacionó mal. No transformar el auto en helicóptero. Una cosa que hizo un alcalde de Bogotá, que era muy divertida, fue contratar a un grupo de mimos que estaban escondidos, y cuando alguien cometía una infracción de tránsito aparecían disfrazados a bailar alrededor del coche, decían a los gritos “este idiota tocó bocina” y le sacaban fotos. Lograban más avergonzándolo públicamente que multándolo. Hacen falta formas imaginativas de pensar las cosas, salirse de la rutina burocrática. Si querés una foto: en una de las esquinas de Corrientes y Paraná, hay un departamento de oficinas con ventanas con doble vidrio.
Fuente:
Karin Miller, Elio Brailovsky: ‘La Ley de Basura Cero fue hecha para Greenpeace’, 09/08/2012, Diario Z.
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