por Gonzalo Fanjul
La familia Widmann se instaló en 2005 en el Valle
guatemalteco del Polochic con la intención de extender su producción de caña de
azúcar. Herederos de los terratenientes alemanes que han controlado buena parte
del país desde 1871, estos empresarios aprovecharon una legislación fraudulenta
para hacerse con unas tierras que habían sido arrebatadas a las comunidades
mayas q'eqchi' tras la masacre de Panzós en mayo de 1978, en la que murieron
más 100 hombres, mujeres y niños. Algunas de las tierras de esta operación
fueron vendidas por los hijos del responsable directo de la matanza.
La operación empresarial de Polochic fue financiada con un
crédito del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), una entidad
financiera participada por el Gobierno español. Ayudas para extender la
frontera de los monocultivos de caña de azúcar y palma africana para la
producción de agrocombustibles. Pero la inversión no dio los resultados
esperados, y en agosto de 2010 el BCIE saca a subasta las tierras adquiridas
por la familia Widmann. Los campesinos exigen al Gobierno que se haga con las
tierras para devolvérselas a sus legítimos propietarios y cumplir de paso los
compromisos adquiridos con los Acuerdos de Paz de 1996. Para ejercer presión,
800 familias ocupan parte de las tierras y comienzan a producir alimentos para
una región que padece niveles africanos de desnutrición.
Lo que ocurrió después constituye el penúltimo ejemplo de la
barbarie en la que vive Guatemala. Tras varios meses de diálogo entre las
partes, el 14 de marzo de 2011 la familia Widmann se levanta de la mesa de
negociación. Veinticuatro horas después el valle aparece tomado por miembros
del ejército, de la policía y de los cuerpos de seguridad privados. El desalojo
violento del Polochic se cobró la vida de un campesino, dejó heridos a otros 14
y destruyó las casas y las cosechas de 800 familias indígenas. Desde entonces
han continuado las amenazas, el hostigamiento y los asesinatos. El éxito de una
reciente marcha campesina ha permitido retomar el diálogo, aunque con pocos
resultados todavía.
El conflicto del Polochic no es diferente de otras regiones
y países en los que se libra una guerra entre "la defensa absoluta de la
propiedad privada" -como la describe un obispo local- y los derechos
básicos de la mayoría. Pero hay algo que sí es nuevo: Guatemala es una de las
avanzadillas del fenómeno del 'acaparamiento de tierras', en el que inversores
nacionales y extranjeros acumulan recursos naturales a costa de los
consumidores y los productores más pobres. En este caso, el motor de los
atropellos es una política de biocombustibles que está espoleada por los países
ricos. De hecho, las organizaciones guatemaltecas sospechan que una gran
mayoría de la biomasa que se exporta está destinada a la industria agroenergética
de Europa, pero no tienen los recursos para probarlo. Cuando Daniel Pascual y
Josefa Gómez -representantes de una organización nacional campesina- plantearon
hace pocos días este mismo argumento en Bruselas, ante los miembros de la Comisión , la respuesta
fue "si creen que nuestros biocombustibles tienen ese origen,
demuéstrenlo". ¡Bravo por los estándares éticos de los funcionarios
europeos!
Es posible que en el entorno esterilizado de la Comisión Europea
la denuncia de las víctimas de Polochic no haya llegado muy lejos, pero eso no
quiere decir que no tengan razón. Recurriendo a otra institución de Bruselas,
no hace falta ser Poirot para sospechar que, si Europa financia las operaciones
de los Widmann y les compra su producto, comparte también su responsabilidad.
De hecho, la respuesta de los funcionarios de la Comisión se parece mucho
a las explicaciones de la familia Widmann, que se retratan de manera impecable
en este reportaje emitido por la cadena GuateVisión (ver también partes 2 y 3):
"Que se aplique la ley. Que no vivamos como salvajes... Si no sería la ley
del más fuerte". Pero, ¿y si la ley la hubiese redactado el más fuerte?
Fuente:
- Gonzalo Fanjul, ¿Biocombustibles europeos pagados con sangre?, 06/07/12, El País Blogs Sociedad.
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