por Mauro Fernández
Hace 26 años, en Ucrania -ex URSS- se desataba el peor
desastre nuclear que tuvo que enfrentar la humanidad. Esta tragedia dejó una
zona de exclusión de 30 km, desplazó a cientos de miles de personas, y aún
amenaza la vida de miles.
Una falla humana produjo que el reactor número 4 de
Chernobyl se sobrecalentara, produciendo gas de hidrógeno que al entrar en
combustión con el moderador de grafito produjo explosiones que dañaron las
estructuras de contención abriendo un camino para las emanaciones radiactivas
sobre todo el continente europeo. Se estimó que Chernobyl liberó 500 veces más
material tóxico y radiactivo que la bomba atómica de Hiroshima en 1945.
Sin embargo, la energía nuclear continuó su desarrollo
alrededor del mundo, ignorando las catastróficas consecuencias en la vida
humana y el ambiente que Chernobyl evidenció. El 11 de marzo de 2011, el
desastre de Fukushima, Japón, igualó a Chernobyl al ser considerado de nivel 7,
el más grave en la escala INES –de sucesos nucleares– y una vez más hubo
cientos de miles de evacuados, extensas zonas de exclusión y un enorme daño
ambiental.
¿Qué aprendió la industria nuclear luego de Chernobyl? Nada.
Tanto en Ucrania como en Japón, los niños ya no juegan en
los parques. Muchos de los que pueden hacerlo, llevan detectores de radiación
que les indican cuándo volver a casa, para no exponerse a dosis peligrosas. En
Japón muchas familias debieron separarse para no perder sus hogares, y a su vez
proteger a las mujeres y los niños que son los más sensibles a los efectos de
la radiación. ¿Es esta la salvación tecnológica que nos prometen desde hace 60
años? Parece que no.
Aún así, la tragedia se repitió, y aún ahora se insiste en
perpetrar el desarrollo de esta energía como una solución al cambio climático,
una enorme mentira por cuestiones económicas, físicas y temporales.
Para existir, la industria nuclear depende de tu dinero, de
tus aportes impositivos con los cuales el Estado subsidia el 100 % de su
construcción y operación. Eso no sólo lo decimos nosotros. El Citi Group
publicó un informe en el que demuestra cómo los números no cierran para la
industria nuclear, y hasta la llama “asesina corporativa”. Empresas líderes
como Siemens -a cargo de la construcción de Atucha y Atucha II- abandonaron el
mercado nuclear, RWEy E.ON abandonaron contratos millonarios para construir
nuevos reactores en el Reino Unido.
Países como Alemania, Suiza, Bélgica e Italia ya le dieron
la espalda al desarrollo nuclear. Japón, a la sombra del terremoto y el tsunami,
se recuperó notablemente de la tragedia durante 2011 con sólo 3 reactores
conectados –de los 54 que tiene en su territorio–. El 5 de mayo Japón
desconectará su último reactor y podrá vivir un verano libre de energía
nuclear. Una demostración más de lo prescindible que resulta esta tecnología
cuando se contrasta con el fomento de las renovables y medidas de eficiencia
energética.
Argentina, por el contrario, reflotó un plan de la última
dictadura militar para expandir la participación nuclear y pretende extender la
vida útil de la central de Embalse, la de Atucha, finalizar Atucha II y
construir una cuarta central nuclear. Una verdadera estupidez atómica. Nuestros
científicos son geniales, eso no está en duda; pero algunos están al servicio
de una tecnología que ya demostró sus consecuencias y que es cada vez más
innecesaria. El potencial eólico argentino puede superar en menos de 4 años el
ínfimo aporte que hace la nuclear a nuestra matriz. Argentina tiene que
aprender de Chernobyl y Fukushima. Tiene que cerrar sus puertas a nuevos
reactores y, como mínimo, cerrar los existentes cuando llegan al fin de su vida
útil.
Hoy recordamos el legado de horror y despojo que nos dejó
Chernobyl. Evocamos ineludiblemente también a Fukushima y las familias
devastadas de Japón. Pero hoy también tenemos el deber de hacer un compromiso
por un futuro sostenible y más justo. Un futuro que se base en el desarrollo de
las energías limpias y descentralizadas, y garantice un acceso a la energía
equitativo para todos.
- Campaña Clima/Energía, Greenpeace Argentina.
Fuentes:
Greenpeace Argentina, 26/04/12, 26 años de Chernobyl.
boston.com, The Big Picture, 27/02/12, Gerd Ludwig's 'Long Shadow of Chernobyl' project.
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