jueves, 26 de abril de 2012

26 años de Chernóbil

Aquejados de cáncer de tiroides, Oleg Shapiro, de 54 años, y Bogdanovich Dima, de 13, reciben atención en el hospital de la tiroides en Minsk. Como liquidador, Oleg fue expuesto a niveles extremos de radiación. La madre de Dima dice que la lluvia radiactiva de Chernóbil es responsable del cáncer de su hijo, pero los médicos son más cautelosos; los funcionarios de Bielorrusia a menudo se encargan de restar importancia a la gravedad de la radiación. Minsk, Bielorrusia, 2005 (Gerd Ludwing/Institute). 

por Mauro Fernández

Hace 26 años, en Ucrania -ex URSS- se desataba el peor desastre nuclear que tuvo que enfrentar la humanidad. Esta tragedia dejó una zona de exclusión de 30 km, desplazó a cientos de miles de personas, y aún amenaza la vida de miles.

Una falla humana produjo que el reactor número 4 de Chernobyl se sobrecalentara, produciendo gas de hidrógeno que al entrar en combustión con el moderador de grafito produjo explosiones que dañaron las estructuras de contención abriendo un camino para las emanaciones radiactivas sobre todo el continente europeo. Se estimó que Chernobyl liberó 500 veces más material tóxico y radiactivo que la bomba atómica de Hiroshima en 1945.

Sin embargo, la energía nuclear continuó su desarrollo alrededor del mundo, ignorando las catastróficas consecuencias en la vida humana y el ambiente que Chernobyl evidenció. El 11 de marzo de 2011, el desastre de Fukushima, Japón, igualó a Chernobyl al ser considerado de nivel 7, el más grave en la escala INES –de sucesos nucleares– y una vez más hubo cientos de miles de evacuados, extensas zonas de exclusión y un enorme daño ambiental.

¿Qué aprendió la industria nuclear luego de Chernobyl? Nada.

Tanto en Ucrania como en Japón, los niños ya no juegan en los parques. Muchos de los que pueden hacerlo, llevan detectores de radiación que les indican cuándo volver a casa, para no exponerse a dosis peligrosas. En Japón muchas familias debieron separarse para no perder sus hogares, y a su vez proteger a las mujeres y los niños que son los más sensibles a los efectos de la radiación. ¿Es esta la salvación tecnológica que nos prometen desde hace 60 años? Parece que no.

Aún así, la tragedia se repitió, y aún ahora se insiste en perpetrar el desarrollo de esta energía como una solución al cambio climático, una enorme mentira por cuestiones económicas, físicas y temporales.

Para existir, la industria nuclear depende de tu dinero, de tus aportes impositivos con los cuales el Estado subsidia el 100 % de su construcción y operación. Eso no sólo lo decimos nosotros. El Citi Group publicó un informe en el que demuestra cómo los números no cierran para la industria nuclear, y hasta la llama “asesina corporativa”. Empresas líderes como Siemens -a cargo de la construcción de Atucha y Atucha II- abandonaron el mercado nuclear, RWEy E.ON abandonaron contratos millonarios para construir nuevos reactores en el Reino Unido.

Países como Alemania, Suiza, Bélgica e Italia ya le dieron la espalda al desarrollo nuclear. Japón, a la sombra del terremoto y el tsunami, se recuperó notablemente de la tragedia durante 2011 con sólo 3 reactores conectados –de los 54 que tiene en su territorio–. El 5 de mayo Japón desconectará su último reactor y podrá vivir un verano libre de energía nuclear. Una demostración más de lo prescindible que resulta esta tecnología cuando se contrasta con el fomento de las renovables y medidas de eficiencia energética.

Argentina, por el contrario, reflotó un plan de la última dictadura militar para expandir la participación nuclear y pretende extender la vida útil de la central de Embalse, la de Atucha, finalizar Atucha II y construir una cuarta central nuclear. Una verdadera estupidez atómica. Nuestros científicos son geniales, eso no está en duda; pero algunos están al servicio de una tecnología que ya demostró sus consecuencias y que es cada vez más innecesaria. El potencial eólico argentino puede superar en menos de 4 años el ínfimo aporte que hace la nuclear a nuestra matriz. Argentina tiene que aprender de Chernobyl y Fukushima. Tiene que cerrar sus puertas a nuevos reactores y, como mínimo, cerrar los existentes cuando llegan al fin de su vida útil.

Hoy recordamos el legado de horror y despojo que nos dejó Chernobyl. Evocamos ineludiblemente también a Fukushima y las familias devastadas de Japón. Pero hoy también tenemos el deber de hacer un compromiso por un futuro sostenible y más justo. Un futuro que se base en el desarrollo de las energías limpias y descentralizadas, y garantice un acceso a la energía equitativo para todos.
  1. Campaña Clima/Energía, Greenpeace Argentina.
Fuentes:
Greenpeace Argentina, 26/04/12, 26 años de Chernobyl.
boston.com, The Big Picture, 27/02/12, Gerd Ludwig's 'Long Shadow of Chernobyl' project.

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