Investigadoras vienen “leyendo” la situación de contaminación del embalse basada en imágenes satelitales. Evalúan la evolución de las algas y el impacto de los aireadores instalados en los fondos.
por Fernando
Agüero
Que el dique San
Roque presenta un alto grado de deterioro ambiental es sabido. Ahora
se suma otro aporte para investigarlo, pero basado en imágenes
satelitales. Dos científicas cordobesas concluyeron sus tesis para
establecer el estado de contaminación del embalse de Punilla, con
eje en la lectura de satélites.
Un equipo del
Instituto Gulich, dependiente de la Comisión Nacional de Actividades
Espaciales (Conae) y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC),
evaluó el comportamiento de las algas, principal causante del
fenómeno de eutrofización (exceso de nutrientes) que padece el
lago.
Anabella Ferral
es doctora en Química y licenciada en Fisicoquímica. Alba German es
licenciada en Gestión Ambiental. Para sus tesis de la Maestría en
Aplicaciones Espaciales de Alerta Temprana de Emergencias, estudiaron
en detalle las imágenes satelitales para determinar los niveles de
contaminación y la proliferación de algas en el agua.
Ferral se dedicó
a estudiar el impacto que generaron los equipos difusores colocados
en 2008 en la garganta del dique, para llevar oxígeno de manera
artificial hacia el fondo del embalse y frenar los afloramientos de
algas verdeazuladas o cianófitas. “Los aireadores buscan romper la
termoclina del lago y dar movilidad al agua, ya que las algas crecen
menos en aguas turbulentas”, indica.
German, a su vez,
“leyó” los datos del satélite Terra, de la norteamericana Nasa,
para determinar en qué momentos se producen las mayores floraciones
de algas e intentar identificar las causas.
Aireadores, un
paliativo
Ferral utilizó
las imágenes del satélite Ladsat 5-TM para observar si los
aireadores surtían efecto. Con lecturas del paso del satélite cada
16 días y trabajos de campo en el propio lago, logró determinar que
su impacto es positivo.
“El fenómeno
de proliferación de algas por exceso de nutrientes se denomina
‘eutrofización’, y es natural; los embalses a lo largo de miles
de años se convierten en pantanos”, explica Ferral. El dilema es
que en el San Roque ese proceso está muy acelerado.
“El problema es
que proliferan algas desmedidamente, eso ya se llama ‘explosiones
algales’ y trae consecuencias para la vida acuática y hasta para
la salud humana, ya que generan toxinas, mal olor y agua verdosa”,
subraya Ferral. Algunas especies de algas producen neurotoxinas y
hepatotoxinas.
Por eso, desde
hace años, se recomienda no consumir el agua del lago en forma
directa, sin el proceso de potabilización que le quita esos riesgos.
Las algas se
alimentan del fósforo y el nitrógeno que provienen, sobre todo, de
la materia fecal humana (falta de cloacas en la zona) y animal
(ganadería en la cuenca), además del impacto de los incendios
forestales y del uso de fertilizantes rurales.
Hace una década,
se pusieron en marcha los aireadores, un dispositivo de siete líneas
de caños ubicados a un metro del fondo, con perforaciones que
inyectan oxígeno para incrementar la circulación del agua en el
sector más profundo del lago. El objetivo es romper el proceso de
termoclina y disminuir la floración de algas. El sistema es único
en su tipo en el país.
"La
Provincia los instaló, con aportes de la Nación, pero no era fácil
observar si producían el efecto buscado, porque hay muchos factores
que influyen”, asevera.
Con su tesis
-asegura- comprobó que "la zona donde están los difusores se
comporta un poco mejor que el resto”. Ferral precisa hoy que los
sectores más comprometidos son las desembocaduras de los ríos
Cosquín y San Antonio.
De alguna manera,
el trabajo plantea la utilidad de que se sumen más equipos a los
pocos instalados hace 10 años.
A la pregunta
sobre qué puede detectarse en el lago desde el espacio, Ferral
responde: “Cuando uno tiene información satelital, es con
periodicidad temporal, ya que cada determinado tiempo pasa el
satélite por el mismo lugar. La teledetección aprovecha la
interacción de la luz con la materia y hay diferentes propiedades
que se pueden medir. Si queremos medir la parte química, utilizamos
sensores ópticos e infrarrojos”, señala.
German utilizó la información de otro satélite, el Terra, para determinar en qué momentos se producían las mayores floraciones de algas e investigar maneras de anticiparse. Para eso, siguió día por día el paso del satélite.
Anabella Ferral hoy es la directora de la maestría que se dicta en el Instituto Gulich, mientras que Alba German trabaja para la Secretaría de Recursos Hídricos de la Provincia y colabora con la Conae. El grupo de investigación trabaja a cargo del doctor en Física Marcelo Scavuzzo y la doctora en Química Velia Solís. Colaboran la Universidad Blas Pascal y la Secretaría de Recursos Hídricos.
Las floraciones
German utilizó la información de otro satélite, el Terra, para determinar en qué momentos se producían las mayores floraciones de algas e investigar maneras de anticiparse. Para eso, siguió día por día el paso del satélite.
“El momento de
floración es un pico de crecimiento grande, que se muere rápido.
Las algas compiten entre sí y, cuando se mueren, consumen el
oxígeno, produciendo a veces la mortandad masiva de peces y mal
olor“, comenta.
Su investigación
se basó en generar un “umbral” a partir de las diferencias que
se dan en las floraciones de invierno y de verano. “Se
identificaron fechas específicas, y pude precisar cuántas
floraciones había por mes”, apunta.
German detectó
que, entre octubre de 2016 y abril de 2017, cuando culminó su
trabajo, el lago estuvo “hipereutrófico”, es decir, en el nivel
máximo de contaminación.
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Anabella Ferral hoy es la directora de la maestría que se dicta en el Instituto Gulich, mientras que Alba German trabaja para la Secretaría de Recursos Hídricos de la Provincia y colabora con la Conae. El grupo de investigación trabaja a cargo del doctor en Física Marcelo Scavuzzo y la doctora en Química Velia Solís. Colaboran la Universidad Blas Pascal y la Secretaría de Recursos Hídricos.
Actualmente,
intentan diferenciar los grupos de algas.
El diccionario de
un lago impactado
Algas cianófitas.
Conocidas como “verdeazuladas”, son organismos unicelulares que
viven en medios acuáticos o húmedos. Se nutren de fósforo y
nitrógeno. Pueden ser tóxicas para seres vivos.
Termoclina. Es la
estratificación térmica que se produce en épocas de calor en el
embalse por la existencia de agua fría en el fondo y caliente en la
superficie. No deja que se oxigene el agua del fondo al no tener
contacto con la atmósfera. Si hay gran cantidad de materia orgánica,
los microorganismos del fondo consumen el oxígeno y cuando este se
acaba, el barro suelta el fósforo depositado, generando una
“panzada” de alimento para las algas, que aceleran su
proliferación.
Geosmina. Al ser
organismos microcelulares, las cianófitas no se pueden extraer del
lago. Al morir, las algas liberan las toxinas y se produce un olor
nauseabundo que se denomina “geosmina”.
Del saber al
hacer, en un problema crónico
De los vecinos de
las 20 localidades que integran la cuenca hídrica del San Roque en
Punilla, el 21 % tiene servicios cloacales adecuados.
por Fernando
Colautti
Las
investigaciones que abordan la degradación ambiental del dique San
Roque se acumulan, desde hace años. Todas trazan coincidencias: su
deterioro se acentúa con el tiempo y la causa central, aunque no
única, hay que buscarla en la ausencia de tratamiento cloacal en
toda la cuenca hídrica.
“Eso”, que
generan habitantes y turistas, es lo que nutre de fósforo y
nitrógeno en exceso al lago y alimenta a las algas que lo pudren.
Un informe de
este diario, hace un año, establecía que en las 20 localidades que
integran esa cuenca hídrica en Punilla, sólo el 21 por ciento de
los vecinos cuenta con servicios cloacales adecuados. Es menos de la
mitad del promedio ya escaso de cobertura en cloacas que se registra
en toda la provincia.
El lago que más
turistas conocen en Córdoba puede ser visto, pero no tocado: bañarse
en sus aguas es un riesgo desde hace años, aunque recién ahora sea
admitido oficialmente. No sólo se trata de las persistentes
cianobacterias (algas), con efectos tóxicos en caso de ingestión
directa. En 2016, un estudio del Instituto de Virología de la
Universidad Nacional de Córdoba detectó la presencia adicional de
media docena de virus entéricos, responsables de cuadros de
gastroenteritis.
A los datos de
investigaciones en el terreno se agregan ahora las de imágenes
satelitales. Los diagnósticos se suman, pero no las acciones
traducidas en políticas integrales.
La Provincia
licitó obras de cloacas en la cuenca media del río Cosquín. La
Nación prometió apoyos que aún se esperan. El municipio de Villa
Carlos Paz por primera vez asumió un rol activo en el último año,
aunque sin recursos disponibles.
Es mucho lo que
falta, para tantos años de desidia.
La mejor parte es
lo que no ocurrió: según especialistas que trabajan en el
saneamiento de otros embalses en el mundo, al no tener contaminación
de tipo industrial, si hubiera un plan sostenido, integral y con
presupuesto acorde durante largos años, una recuperación del San
Roque sería posible.
Fuentes:
Fernando Agüero, Qué dicen los satélites sobre el dique San Roque, 04/06/18, La Voz del Interior.
Fernando Colautti, Del saber al hacer, en un problema crónico, 04/06/18, La Voz del Interior.
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