por Mario Osava
BRASILIA, 22 mar
2018 (IPS) - “Quiten sus manos de nuestras aguas”, protestaron
unos 350 activistas a favor del recurso como bien común, al ocupar
en la madrugada de este jueves 22 la planta industrial de Coca Cola
en Tabatinga, ciudad satélite de la capital brasileña, anfitriona
del octavo Foro Mundial del Agua (FMA-8).
Luego, miles de
ellos marcharon por algunas calles de Brasilia, coreando contra la
privatización de los recursos hídricos por las grandes empresas, el
“ilegítimo” FMA-8, que acoge Brasilia entre el domingo 18 y el
viernes 23, por tratar el agua como mercancía, y contra el actual
gobierno brasileño.
Los
participantes, más de 3.000 registrados, se reunieron desde el 17 y
este jueves 22 en un pabellón del Parque de la Ciudad en el Foro
Alternativo Mundial del Agua (FAMA), donde discutieron principalmente
los daños provocados por las grandes empresas, como la contaminación
agrícola y la apropiación de las fuentes del recurso en desmedro de
la población
En el Día
Mundial del Agua, este jueves 22, y en días anteriores, las mujeres
protagonizaron protestas contra empresas cuyo uso del agua afecta a
la población, como la transnacional Nestlé.
La compañía
tuvo ocupada por algunas horas su planta en São Lourenço, ciudad
suroriental brasileña conocidas por sus aguas minerales, y lo mismo
sucedió con la Suzano Celulosa, cuyas plantaciones de eucalipto son
apuntadas como causa de escasez de agua en Imperatriz, en el
centronorte de Brasil.
El foro paralelo
a FMA-8 congregó participantes de 34 nacionalidades, según sus
organizadores, y una gran diversidad social y étnica.
Odair Manoki,
indígena del noroeste del estado de Mato Grosso, llegó para
denunciar las amenazas que sufren los ríos Cravari y de Sangue,
donde el gobierno estudia la construcción de centrales
hidroeléctricas, después que sus aguas ya están contaminados por
los agroquímicos usados sin control por los agricultores.
La contaminación
afecta directamente a su grupo de unas 600 personas, porque ocurre
río arriba, con la expansión de la soja. Mato Grosso, en el
centrooeste de Brasil en las faldas surorientales de la Amazonia, es
desde el inicio de este siglo el estado que más produce soja en
Brasil, además de gran productor de maíz y algodón, mediante
monocultivos en gran escala.
“El impacto más
sentido por ahora son los agroquímicos, ya que las centrales aún
están solo en los planes, pero sufrimos también los efectos de la
extracción ilegal de madera”, dijo Manoki a IPS.
El pueblo manoki,
cuyo nombre convierten en apellido sus miembros, ya cuenta con una
Tierra Indígena (territorio reservado, resguardo), pero luchan por
una segunda que ya está aprobada, pero falta la homologación
presidencial.
“Los pescadores
artesanales somos la gente más afectada por los grandes proyectos y
actividades económicas que usan mucha agua”, sostuvo Celeste de
Souza, que viajó dos días y medio en bus para participar en FAMA
junto con otros 10 colegas del Delta del Paranaiba, en el estado de
Piauí, en el nordeste del país.
El Paranaiba es
uno de los pocos ríos perennes de la ecorregión del Nordeste, que
no secan durante el largo y fuerte estiaje en el área.
Agricultura
tradicional, minería, celulosa y otras industrias, puertos y
puentes, son muchos los negocios que alteran las condiciones
hídricas, haciendo desaparecer los peces o impidiendo la pesca, el
acceso de los pescadores adonde siempre trabajaron.
“Dependemos de
un territorio que todos invaden”, se quejó a IPS esta mujer de 62
años y pescadora desde niña, cuando “acompañaba mi madre”.
Ahora coordina el Movimiento de Pescadores en Piauí, que defiende la
creación de los Territorios de la Pesca, para esa protección
permita la sobrevivencia de una actividad en caída en todo el país.
Su gente aún no
cuenta con el derecho a tierras reservadas, como ya ocurre con los
quilombolas, descendientes de esclavos africanos que viven en
comunidades creadas por sus ancestros para escapar de la esclavitud.
“Donde vivimos
se produce agua, no la gastamos sino que la protegemos, conservamos”,
destacó Oriel Rodrigues, abogado de la Coordinación Nacional de
Articulación de Comunidades Negras Rurales Quilombolas.
“Éramos
invisibles hasta 1988”, cuando la Constitución les reconoció
derechos territoriales, recordó Rodrigues, un extraño en la
universidad, donde los afrodescendientes no estudiaban cuando era
joven, mucho menos Derecho, como hizo él.
Los testimonios
de participantes extranjeros llevaron al conocimiento de los
asistentes al FAMA algunos casos emblemáticos de la lucha por el
agua, como la movilización indígena que impidió en 2000 la
privatización del agua en el departamento boliviano de Cochabamba,
en la llamada “guerra del agua”.
Casos lejanos,
como el de los palestinos, sometidos a la escasez y con “68 por
ciento teniendo que beber agua contaminada”, y de africanos
privados de agua de forma casi absoluta, fueron contados casi siempre
desde el ángulo del conflicto con los grandes capitales,
acaparadores de los recursos naturales.
“El agua como
un derecho, un bien común que debe quedar bajo la soberanía de la
población, nunca una mercancía”, es el enfoque del FAMA, recalcó
uno de sus organizadores, Jackson Dias, miembro de la coordinación
del Movimiento de los Afectados por Represas (MAB).
“Las grandes
empresas intentan privatizar ríos, acuíferos, lagos. Represas son
una forma de privatización y la apropiación privada de recursos
naturales siempre genera conflictos. De un lado se ponen las grandes
corporaciones, de otro los afectados”, sostuvo a IPS.
Días nació y
vive en Altamira, una ciudad de la Amazonia Oriental que vive hace
una década estridentes polémicas y disputas debido al represamiento
del lindante río Xingú, para construcción de la central
hidroeléctrica de Belo Monte, la tercera más grande del mundo en su
capacidad.
Dias afirmó que
Altamira se convirtió en la ciudad con la mayor cantidad relativa de
homicidios y con un alto deterioro pese a las grandes inversiones de
la empresa en compensaciones ambientales y sociales.
FAMA fue
organizada por movimientos sociales, como el MAB y el Movimiento de
los Trabajadores Rurales Sin Tierra, y sindicatos como la Central
Única de Trabajadores y la Federación Nacional de los Servidores
Públicos Urbanos.
Los organizadores
de FAMA, como la contraposición al oficial FMA-8, organizado por el
Consejo Mundial del Agua, en asociación con el gobierno de Brasil,
consideran que es inconciliable su visión con lo que definen como
“el otro lado”.
A su juicio, en
el Foro oficial una exposición y una feria dejan claro que su
objetivo es hacer negocios, vender tecnologías y soluciones
empresariales.
El agua como
mercancía, “fuente de ganancias y no fuente de vida”, es para
los movimientos sociales lo que se busca en las ediciones trienales
del Foro Mundial del Agua, que tendrá su novena reunión en Senegal
en 2021.
Sin embargo, la
consigna oficial que adoptó el FMA-8 de Brasilia, es “compartiendo
el agua” y en sus sesiones se enfatizó la necesidad de avanzar con
proyectos concretos en la sostenibilidad y la responsabilidad de las
empresas con el vital recurso natural
Pero el
antagonismo entre movimientos sociales y las empresas en el tema
hídrico lo alimentan accidentes como el sucedido este año con el
lanzamiento de desechos químicos en los ríos de Barcarena, en el
norte de Brasil, por la empresa noruega Hydro, productora de
aluminio.
Edición:
Estrella Gutierrez
Fuente:
Mario Osava, Bien común o
mercancía, la contradicción emerge en Foro del Agua, 22/03/18, Inter Press Service.
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