por Evangelina
Himitian
Pergamino. Juan
Pizarro y su familia todavía estaban festejando la Navidad cuando el
rumor que circulaba por el pueblo se volvió una amenaza real. No era
sólo el pronóstico: iba a llover, y en serio. Otra vez. Para no
alarmar a los suyos, Juan se puso de pie a eso de las 20 y, mientras
su familia comía, buscó las llaves del auto y lo llevó a la casa
de su hija, en la parte alta de la ciudad. Después hizo lo mismo con
las dos motos. "¿Qué hacés, Juan?", le preguntó su
mujer. "Va a llover feo", respondió. Sus palabras fueron
el final abrupto de los festejos. No se había equivocado. Durante la
noche, el agua no paró de caer y el temporal dejó sus secuelas.
Una persona murió
en Ramallo, luego de que el auto en el que se trasladaba se despistó
y cayó en el interior de un canal. Unas 500 personas debieron ser
evacuadas en esta ciudad y en otros diez distritos del norte
bonaerense afectados por la inundación.
También castigó
Ramallo, Colón, Arrecifes, Rojas, Salto, San Nicolás, Florentino
Ameghino, General Villegas, Baradero y San Antonio de Areco. Como
consecuencia, cuatro rutas permanecieron cortadas al tránsito, tres
a causa de la lluvia y una, la ruta 8, por el reclamo de los vecinos
que están hartos de inundarse.
Aquí, en
Pergamino, como consecuencia de los 200 milímetros de agua que
cayeron, varios barrios quedaron bajo el agua. En algunos casos,
adentro de las viviendas subió hasta 1,80 metros. Más de la mitad
de la ciudad quedó sin luz.
En la noche del
25, la amenaza de la lluvia que no paraba fue suficiente como para
que en la casa de los Pizarro nadie pegara un ojo en toda la noche.
Ni ellos ni sus perritas Tuqui y Chiara. Esa noche nadie durmió. La
crecida llegó entre las 8 y las 8.30. Aunque habían tomado los
recaudos de levantar las cosas a un metro, el agua superó la
expectativa y trepó hasta un metro y medio. "Más que en
febrero último, más que en agosto de 2015, casi tanto como en 2007,
más o menos a la altura de 1995", cuenta Pizarro. Y no hace
falta más para entender que ésta es una historia repetida.
"Justo había
cambiado la mesada de la cocina. Quise tener todo lindo para festejar
Navidad. Qué bronca. Las cosas van y vienen. Pero cuando son tu
cosas, esas que hiciste con tanto amor y esfuerzo, duelen más",
dice entre lágrimas. Juan vive a unas tres cuadras del arroyo que
divide Pergamino en dos. Que se desbordó y cambió la cara a la
ciudad.
En distintas
zonas se ven los devastadores efectos de la crecida. Hay más de 200
familias evacuadas y autoevacuadas. Y anoche el panorama era peor, ya
que buena parte de la ciudad estaba sin luz porque se inundó un
transformador de media tensión.
El pico de la
crecida se esperaba para la tarde, aunque el cielo, que finalmente se
despejó, prometía una tregua. Entonces se instaló la obsesión por
medir el agua. Los vecinos improvisaban sistemas para medir si estaba
creciendo o bajando. Una señora traía la buena noticia a los
inundados que esperaban al borde del agua. Decía que su vecino que
es ingeniero había medido y que el agua ya no estaba creciendo a un
ritmo de 8 cm por hora, sino que había subido 8 cm en cuatro horas.
Los chicos de
Pergamino, ajenos a la desgracia de la inundación, aprovechaban para
meterse a esas piletas formadas en las calles e improvisaban un
carnaval en las orillas.
Las hijas de
María Gómez lo vivieron distinto. Ellas sufrieron en carne propia
el miedo a la crecida durante toda la noche. Cuando amaneció estaban
ahí esperando la crecida, que llegó poco después y se llevó su
ropa y sus cosas. Elizabeth, de 7 años, lloraba. La llevaron a la
casa de una tía. Le preguntaba a su mamá por qué otra vez. Y la
mamá no sabía qué responder.
Cintia De la Sota
tiene 29 años y vive en el barrio Centenario. Toda su casa quedó
bajo el agua. "Mi hermano fue recién a ver y había 1,90 m
adentro. No se salvó nada. No nos dio tiempo a nada." Se
lamentaba, con el agua hasta las rodillas, en la casa de una amiga
que acumulaba menos caudal que la suya.
Mientras la
gobernadora María Eugenia Vidal visitaba la ciudad, por la calle
Florencio Sánchez las canoas y los botes iban y venían trasladando
personas y mascotas. Llevando agua y pidiendo a la gente que no se
quedara adentro de las casas con agua, porque no se sabía cómo iba
a evolucionar el arroyo. Algo similar ocurrió en algunos barrios de
Arrecifes, donde alrededor de 150 personas permanecían evacuadas,
luego de que el río alcanzara una altura de 7,70 metros y provocara
anegamientos en 30 viviendas. "Esta crecida se debe al agua que
baja de Pergamino y Colón, donde, al igual que en este partido, se
registró un intenso temporal de lluvia", explicaban desde el
cuerpo de bomberos de esa ciudad.
La peor cara
Quizás esa sea
la peor cara de la inundación. Pasado el peor momento, y cuando el
agua empieza a bajar, son las otras localidades cercanas las que
reciben el impacto de la llegada de ese volumen líquido.
Algo que ayer se
temía, por ejemplo, en San Antonio de Areco. Al mediodía, aunque el
río Areco no se había desbordado, la crecida de ríos y arroyos de
la región hacía temer una nueva inundación, sobre todo cuando se
escurriera el agua de Pergamino y Arrecifes. Ante la inquietud de los
vecinos, que temían volver a inundarse, el intendente de Areco, el
kirchnerista Paco Durañona, expresó en Twitter su preocupación por
cómo afectaría la noticia al turismo de la región y difundió una
foto que mostraba que el río no se había desbordado. Sin embargo,
durante el recorrido de La Nación por la zona, muchos campos a la
vera de la ruta 8 tenían agua en su superficie. Incluso, en algunos
tramos, había vecinos que se habían inundado y estaban luchando
para poner a salvo sus pertenencias previendo una crecida. "Los
problemas concretos fueron provocados por una obra en la autopista",
dijo el intendente. "Avísele a Vialidad Nacional", tuiteó.
Por la mañana,
cuando Miguel Ángel Maldonado, el parrillero del Rancho del Tata, se
levantó, se encontró con que el agua ya estaba adentro del
restaurante. Fue como haberse despertado un año y medio atrás. Otra
vez, esta parrilla de Areco, al borde del kilómetro 33 de la ruta 8,
estaba tapada por agua. "Hoy no abrimos", advertía
Maldonado, como si faltara explicación. No hay cómo llegar hasta
allí sin atravesar una pileta de un metro y medio de líquido. "Es
una desgracia. Todos los años vivimos la misma historia", se
lamentaba.
En otras
provincias
Santa Fe
Evacuados
En Santa Fe, hubo
ayer más de 150 personas evacuadas, y al menos 10 rutas nacionales y
provinciales cortadas por las inundaciones.
Localidades
El Gran Rosario
fue la localidad más afectada por las lluvias. También sufrieron
con las inundaciones María Teresa y Venado Tuerto.
Operativos
Se realizaron
diversos operativos para evitar accidentes viales e impedir el
ingreso del agua en las viviendas.
Clima
Sobre el final de
la tarde de ayer, el tiempo comenzó a mejorar, por lo que se estima
que la situación podría mejorar para hoy.
Córdoba
Sierras Chicas
En Mendiolaza,
Río Ceballos y Salsipuedes, a unos 30 km de la ciudad capital, una
tromba de agua descalzó pasarelas y viaductos peatonales, abrió
socavones en varias calles y dañó las bases de un vado.
Punilla
La cola de
tornado, con vientos de más de 100 km/h, tiró unos 150 árboles,
cables de energía eléctrica, postes de alumbrado y techos en La
Falda y La Cumbre.
El sur provincial
La ruta 10 fue
cortada en el tramo que une Jovita y General Lavalle, debido al
descalzamiento de dos alcantarillas como consecuencia de las fuertes
corrientes de agua. En la zona, hubo unos 80 evacuados.
Salta
Evacuados
Un temporal de
lluvia, viento y granizo obligó ayer a evacuar a 19 personas del
barrio Siglo XXI en la capital provincial. Volaron techos, cayeron
árboles y hubo anegamientos.
Fuente:
Evangelina Himitian, El norte bonaerense, otra vez bajo el agua, 27/12/16, La Nación. Consultado 27/12/16.
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