miércoles, 7 de agosto de 2024

¿Hidrógeno renovable o fósil?: la cuestión panameña

Por Emilio Godoy

PANAMÁ – En 2021, el Canal de Panamá recibió al barco experimental francés que realizaba un recorrido por todo el mundo, el Energy Observer, el primer navío de propulsión eléctrica que funciona con una combinación de energías renovables y un sistema de producción de hidrógeno basado en agua de mar.

Esa embarcación ejemplifica la aspiración panameña de convertirse en un centro regional de hidrógeno, el gas más abundante en el planeta, pero enfrenta la decisión existencial de generarlo a partir de energías renovables o de gas fósil.

Esta nación centroamericana de algo más de cuatro millones de habitantes desarrolla, aunque tardíamente, la primera fase de su hoja de ruta para materializar la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde y Derivados, aprobada en 2023.

Para Juan Lucero, coordinador de la Plataforma Nacional de Transparencia Climática del Ministerio de Ambiente, el hidrógeno verde sería la mejor opción, por contar con energía renovable, una posición estratégica y la influencia de políticas internacionales para reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el transporte marítimo.

Panamá cuenta con gas natural, existe interés de las empresas de participar en estos negocios, en este caso el hidrógeno azul. Si Panamá quiere ser un hub (centro), entonces el azul es una buena opción”, dijo a IPS.

Remarcó que “para Panamá, ha sido siempre la prioridad proveer servicios, ser un hub energético. Tenemos tradición, experiencia, historia, como un centro para proveer a los buques de búnker (un destilado petrolero). La idea es lograr esa transición”.

La obtención de hidrógeno, que la industria de combustibles fósiles ha utilizado por décadas, se ha transformado ahora en una paleta coloreada, según su origen.

Así, el “gris” proviene del gas y depende de la adaptación de gasoductos para su transporte.

En comparación, el “azul” tiene el mismo origen, pero las plantas capturan el dióxido de carbono (CO2) emanado. La producción se basa en la reformación de metano a vapor, que implica la mezcla del primer gas con el segundo y su calentamiento, para obtener gas de síntesis, pero arroja CO2, el principal de los GEI, responsables de recalentar el planeta.

Mientras, la obtención de hidrógeno “verde” recurre a la electrólisis, para separarlo del oxígeno en el agua mediante una corriente eléctrica.

Este último tipo se suma al conjunto de fuentes limpias para impulsar la transición energética hacia el abandono de los fósiles y así desarrollar una economía baja en carbono. Pero en la actualidad el hidrógeno procede todavía masivamente de combustibles fósiles.

En sus distintos colores, Panamá acompaña a Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay en contar con políticas nacionales pro hidrógeno.

Ambición

En 2022, el gobierno de Panamá creó los comités de Alto Nivel de Hidrógeno Verde y Técnico de Hidrógeno Verde, para dar impulso a la hoja de ruta en esa dirección.

Pero aún no avanza con la institución de zonas libres para comercio y almacenamiento de hidrógeno verde y derivados; la actualización de las regulaciones; y el desarrollo de incentivos para que las actividades portuarias utilicen vehículos eléctricos, instalen sistemas solares descentralizados, introduzcan eficiencia energética y generen calor por medio de energía solar térmica.

La estrategia de hidrógeno verde aprobada en 2023 formula ocho metas y 30 líneas de acción, prevé la producción anual de 500 000 toneladas de esta energía y derivados, para cubrir 5 % de la oferta de combustibles marítimos para 2030.

Para 20 años después, la estimación asciende al suministro de 40 % de los carburantes para barcos.

Pero este potencial requeriría 67 gigavatios (Gw) de capacidad renovable instalada, lo que supone un despliegue sustancial en un país cuya economía depende en alta medida de la actividad del canal interoceánico entre el Pacífico y el Atlántico, inaugurado en 1914 y ampliado un siglo después, en una obra que duplicó su capacidad y entró en operación en 2016.

En 2023, la matriz energética panameña dependió de energía hidroeléctrica, gas, eoloenergía, búnker, solar y diésel, con una capacidad instalada de 3,47 Gw al comenzar 2024. Panamá cuenta actualmente con al menos 31 plantas fotovoltaicas y tres parques eólicos.

La generación eléctrica repercutió en la emisión de unos 24 millones de toneladas de CO2 en 2021 y de las cuales los mayores contribuyentes fueron la energía (70 %) y la agricultura (20 %).

Pero ese mismo 2023 el país se declaró carbono neutral, es decir, sus bosques capturan la contaminación lanzada a la atmósfera, para tener un balance negativo en sus emisiones de GEI.

La estrategia nacional incluye la construcción de una planta solar de 160 megavatios (Mw) y otra eólica de 18 Mw en el centro-sur del país, así como una segunda central fotovoltaica de 290 Mw en la norteña provincia de Colón.

En esta provincia se proyecta una planta de producción de amoniaco verde para abastecer la futura demanda de combustible marítimo, con una producción de 65 000 toneladas anuales y una inversión de 500 millones de dólares.

El sector marítimo internacional considera viables al hidrógeno, el amoníaco y su derivado, el metanol. El segundo, que también se usa para la fabricación de fertilizantes, explosivos y otras mercancías, puede obtenerse a partir de hidrógeno verde.

Las proyecciones vaticinan una demanda de hasta 280 000 toneladas anuales de amoniaco verde en 2040, lo que requeriría la instalación de 4,2 Gw de electrólisis.

Leonardo Beltrán, investigador no residente del no gubernamental Instituto de las Américas, resaltó en diálogo con IPS el proceso de construcción de las estrategias, la visión institucional y las metas de corto, mediano y largo plazo.

Avanzaron a pasos agigantados en un periodo relativamente corto. Ya tienen infraestructura, el canal. Si se atiende esa demanda, podría ser un cambio radical. Si puede conectar el canal con algunos otros puertos, hacia Estados Unidos o Europa, muy bien podrían tener ese corredor (verde) que anclaría una demanda relevante. Eso impulsaría la generación in situ y también regional”, indicó desde Ciudad de México.

Con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), Panamá elabora proyectos de prefactibilidad sobre producción de hidrógeno verde, su conversión a amoníaco e instalación de una estación de despacho de amoníaco como combustible limpio marítimo, y sobre elaboración de keroseno verde de aviación.

La hoja de ruta halló que es más viable la producción de hidrógeno en Panamá, la importación de amoniaco verde y la elaboración de combustible marítimo verde.

Adicionalmente, el país considera la opción de fabricar keroseno verde para la aviación, tomando en cuenta que alberga un centro de transporte aéreo en la región, aunque sus pruebas son incipientes e involucra un proceso mucho más prolongado que el del transporte marítimo.

Armonización

La estrategia de hidrógeno está en función de las necesidades logísticas, energéticas y de cambio climático panameñas.

Actualmente, esta nación posee 10 zonas libres de impuestos para combustibles fósiles, con capacidad de almacenamiento superior a 30 millones de barriles (de 159 litros) equivalentes, y una de gas fósil licuado, que gozan de exenciones tributarias y que podrían ser el modelo para las futuras áreas de generación de hidrógeno.

En 2021, el país despachó 42,79 millones de toneladas de combustible a más de 44 000 embarcaciones, cifras que crecerán en 2030. En comparación, el hidrógeno que pasaría por el canal sumaría 81,84 millones de toneladas en 2030 y 190,96 en 2050.

En sus voluntarias contribuciones climáticas, dentro del Acuerdo de París, Panamá asumió la reducción de las emisiones totales del sector energía en al menos 11,5 % en 2030, frente al nivel de 2019, y de 24 % en 2050.

Paralelamente, desde 2021 el Canal de Panamá, por el que discurre 6 % del comercio mundial, aplica su propia Estrategia de Desarrollo Sostenible y Descarbonización.

Ese plan de la autónoma Autoridad del Canal de Panamá incluye introducción de vehículos eléctricos, remolcadores y lanchas que utilicen combustibles alternativos; el reemplazo de electricidad fósil por fotovoltaicas y el uso de energía hidráulica, para convertirse en carbono neutral en 2030, con una inversión de unos 8500 millones de dólares en los próximos cinco años.

El canal reduce cada año unos 16 millones de toneladas de CO2.

Los peajes y servicios marítimos constituyen sus mayores fuentes de ingresos y allí radica la importancia del desarrollo de combustible marítimo basado en hidrógeno limpio.

En los nueve primeros meses de 2023, transitaron por la infraestructura interoceánica 210,73 millones de toneladas largas (de 1016 kilogramos), inferiores a los 218,44 millones del mismo lapso de 2022.

Del total de las cargas, una tercera parte son combustibles fósiles. Los portacontenedores, de productos químicos, gaseros y graneleros son los transportes principales.

El funcionario Lucero aseguró que el país busca inversiones en energías renovables, particularmente el hidrógeno verde.

Se tiene que desarrollar este mercado de forma ordenada. Hay que impulsar la demanda; si no, la inversión no va a ser rentable. Están las incertidumbres, pero la línea que se ha llevado es que el hidrógeno es el futuro y queremos romper de ser seguidores y a ser líderes, aprovechar este momento para ir desarrollándose y estar preparados cuando llegue el auge”, resaltó.

Para el experto Beltrán, si el gobierno que tomó posesión el 1 de julio sigue esta ruta, mandaría una señal robusta al sector y así jalar al sector marítimo a la transición energética.

Sustituir importación con producto local es más conveniente, y la forma sería con el recurso disponible, renovable. Eso impactaría en el desarrollo local y contribuiría a la agenda de transición energética”, planteó.

ED: EG


Fuente:

Emilio Godoy, ¿Hidrógeno renovable o fósil?: la cuestión panameña, 6 agosto 2024, Inter Press Service.

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