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Hace doce años, el PNUMA me llevó a Panamá al taller “Periodismo ambiental sobre el manejo integrado de agua y zonas costeras” junto a periodistas ambientales de diferentes partes del mundo. Sonaba bien, y nos preparamos para aprender algunas cosas. Ecosistemas forestales y estrategias de conservación. Cuando hubo que juntarse en grupos, los vecinos nos arrimamos geográficamente y con mi otro colega de Argentina, rápidamente nos agrupamos entre los uruguayos que traían equipo de mate… y que resultaron ser los de mirada más sagaz y crítica. Así que, cuando llegamos al punto del programa en el cual aparecieron los del Programa REDD de conservación de ecosistemas forestales y empezaron a hablar de ventajas y desventajas y de cómo se infravaloraban los ecosistemas de manglares, empezamos a pararle los pies a los que trataban de adoctrinarnos con que los mecanismos de mercado y las compensaciones de emisiones de carbono eran la solución al cambio climático. Luego nos enteramos que nuestra mesa y las preguntas y observaciones que hacíamos, había sido bautizada por los expositores y organizadores del PNUMA como “la mesa de los misiles”, y ya no nos querían dar el micrófono.
La sigla REDD+ reducir las emisiones de la deforestación y la degradación de los bosques suena bien bonito. Hace referencia a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero debidas a la deforestación y degradación de los bosques, la conservación y aumento de las reservas de carbono y el manejo forestal sostenible. En la Convención sobre Cambio Climático, la idea de abordar el tema de las emisiones de carbono de los bosques fue inicialmente designada como «deforestación evitada». Que no es «evitar la deforestación». Mientras que lo que se necesita hacer es «evitar la deforestación» en todos los países, el término «deforestación evitada» solo significa que un país habrá deforestado menos que antes, incluso aunque continúe haciéndolo. Y más importante aún, promete una compensación financiera para las áreas donde la deforestación haya sido «evitada».
La situación ideal sería aquella en la que una comunidad indígena o tradicional recibiera dinero para conservar el bosque que ya está conservando. El problema es que el dinero de REDD no va para ahí. Implica un escenario en el que, a menos que se haga un aporte de dinero, el bosque será destruido.
Se utilizarán algunos proyectos «vitrina» mostrando alguna comunidad de los bosques, como publicidad para promover REDD y para dividir a ONG, organizaciones de Pueblos Indígenas y grupos comunitarios.
Durante los últimos años, muchos movimientos locales, organizaciones y redes como el Movimiento Mundial por los Bosques, han venido afirmando que REDD+ ha demostrado ser un fracaso para el clima, los bosques y sus pueblos, pero aun así varios organismos internacionales y gobiernos continúan apoyándolo. El Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques del Banco Mundial, lanzado en 2007 iba a ayudar a “dar un impulso” al mercado de carbono para REDD+. A tantos años, nunca se han cumplido en los territorios, las prometidas “salvaguardas” sociales y ambientales, los “planes de distribución de beneficios” los procesos “participativos”. Como sea, desde aquella “mesa de los misiles” desde la cual explicamos que detener la deforestación no es lo mismo que recibir dinero por deforestación evitada; que las comunidades locales no quieren saber nada con que aparezca un extranjero a tratar de explicarles cómo vivir en los bosques sin dañarlos –cosa que ellos ya vienen haciendo desde tiempos inmemoriales-, etc. Siempre se nos dijo que éramos unos revoltosos que no queríamos el progreso y que demonizabamos el sistema económico mundial.
Bueno, todo esto es para contarles que acaba de publicarse si no el primero, el más reciente trabajo sobre el mayúsculo fracaso de los proyectos REDD.
Según este nuevo estudio, muchos programas de REDD+ no han reducido significativamente la deforestación, y aquellos que lo hicieron tuvieron beneficios sustancialmente menores de lo que se afirmaba. Dicen en sus conclusiones que las compensaciones engañosas tienen consecuencias negativas para el clima porque no compensan la liberación de emisiones, para la conservación de los bosques porque no reducen la deforestación tanto como se afirma, y para la financiación futura de la conservación de los bosques porque la reputación corre el riesgo de verse contaminada por acusaciones de lavado verde. Si bien las compensaciones de carbono de los programas REDD+ a menudo se comercializan como créditos en los mercados de carbono y se reclaman al calcular los presupuestos de emisiones de carbono, ha habido poca evidencia rigurosa sobre si los proyectos cumplen sus promesas.
Los investigadores evaluaron 26 proyectos REDD+ en 6 países de todo el mundo y utilizaron métodos de control sintéticos para estimar cuánta deforestación evitaron los proyectos. Y encontraron que la mayoría de los proyectos no redujeron sustancialmente la deforestación, y que los pocos que la redujeron mucho menos de lo que se había afirmado. Además, un subconjunto de 18 proyectos REDD+ ha generado 62 millones de créditos de compensación de carbono, 14 millones de los cuales ya han sido utilizados por entidades de todo el mundo para compensar sus emisiones de carbono. PERO… estos proyectos se han utilizado para compensar casi 3 veces más carbono que sus contribuciones reales a la mitigación del cambio climático.
O sea, un macanazo más del capitalismo para seguir con las emisiones, y disimularlo con bonitos proyectos. Los autores del trabajo pertenecen a la Universidad de Bangor, en Inglaterra, y las universidades de Ámsterdam y de Cambridge.
Contenido
- Petróleo bajo tierra en Yasuní. Elizabeth Bravo
En un histórico referéndum, más del 58% de los ecuatorianos votaron a favor de frenar la extracción de petróleo de una las zonas con más biodiversidad del planeta, el Parque Nacional del Yasuní, que pertenece al bosque Amazonas (catalogada como Reserva de la Biosfera de la Unesco en 1989). Es la primera vez que un país, por decisión popular, le pone un freno a su modelo extractivo. La consulta ha contado, además, con una réplica local en Quito, capital de este país sudamericano
- ¿Los glaciares retroceden? Lucas Ruiz
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Ecología, desarrollo Sustentable y Culturas
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Conductora
Silvana Buján es Argentina, licenciada en Ciencias de la Comunicación Social y periodista científico y ambiental, ejerciendo desde hace más de dos décadas de manera ininterrumpida a través de radios y medios gráficos del país y del exterior.
Es activista ecologista y participa, dirige o coordina organizaciones no gubernamentales y redes temáticas. Es conferencista y consultora en temas de ambiente y desarrollo. Ha obtenido tres veces el 1º Premio a la Divulgación Científica de la Universidad de Buenos Aires (2009, 2012, 2014) y el 2º Premio en 2010; el 1º Premio Latinoamericano y del Caribe del Agua CATHALAC-UNESCO 2009; Ocho Premios Martin Fierro por sus trabajos en radio y 21 nominaciones. Ha sido Premio Nacional de Periodismo en el año 2007, 1º Premio del Congreso Tabaco o Salud 2010, 1º Premio de Periodismo en Salud de la Asociación Médica Argentina 2010 Distinción honorífica Colegio de Ingenieros DII por su labor en difusión ambiental, 2013.
Lleva adelante desde 1998 ECOS ciclo de periodismo científico abocado al ambiente y las culturas. Y CALIDAD EN VIDA, de periodismo médico, cultura y salud. Dirige BIOS, ONG miembro de la Red Nacional de Acción Ecologista y la Coalición Ciudadana Antiincineración. Es miembro del Comité Consultivo de GAIA internacional. Es miembro de la Red Argentina de Periodismo Científico y la Red Latinoamericana de Periodismo Ambiental. Vive en Mar del Plata.
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