miércoles, 18 de enero de 2023

Imparables, las fugas de gas en México

Por Emilio Godoy

PAPANTLA, México - Un lunar oscuro salpica la tierra café, entre matorrales verdes, en un lugar del sureste de México. Un repetitivo “chupluc, chupluc”, como de animal sediento y un hedor intenso llevan hasta la mancha, escondida entre la maleza, donde un tubo roto ha creado una poza de denso aceite. El olor a combustible desplaza el aroma habitual a monte.

La fuga de aceite y gas discurre en libertad en un pozo del grupo estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) en Reforma Escolín, parte de Papantla, un municipio del sudoriental estado de Veracruz, en las inmediaciones de un mechero (quemador) de gas que ilumina al entorno seminublado y calienta el termómetro natural, de por sí cálido.

Alejada de la mirada de la estatal Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), responsable de la vigilancia del sector de hidrocarburos en México, y de Pemex, el escape fósil florece en una zona sembrada de pozos de crudo y gas.

La infraestructura es vieja, no le dan mantenimiento. Cuando hay fugas se oye un ‘ssssss’ y el olor es insoportable, no se puede estar dentro de la casa”, aseguró a IPS Omar Lázaro, delegado en el municipio del no gubernamental Congreso Nacional Indígena, que aglutina a pueblos y organizaciones originarias.

En la memoria comunitaria permanece la explosión de un gasoducto de Pemex el 4 de junio de 2022 que puso en vilo a la población y confirmó, por enésima vez, los impactos que brotan para los humanos del subsuelo añejado por millones de años y que pueden volverse catastróficos.

Lázaro, un músico local, recordó que la fuga fluyó dos días, hubo cuatro incendios en la zona afectada y el fuego duró dos semanas, a más de 300 kilómetros de Ciudad de México, en parte de Papantla, (“lugar donde abunda el papán”, un pájaro local, en lengua náhuatl) y que engloba 159 910 habitantes en su extenso territorio rural y semiurbano.

En algunos lugares había olor a gas antes de la explosión. El problema fue que empezó a arder el monte y no había agua para apagarlo. Pemex amenazó que no se hacía responsable si entraba la gente a apagar el incendio y pasaba algo”, dijo el también miembro de la Asamblea por la Defensa del Territorio, que agrupa a unas 20 comunidades y cinco organizaciones municipales.

En esencia, el gas es metano, 86 veces más poderoso de atrapar calor que el dióxido de carbono (CO2) en un lapso de 20 años, aunque permanezca menos tiempo en la atmósfera. Por eso, su control es relevante para contener el aumento de la temperatura del planeta no más allá de 1,5 grados C, según los compromisos de la comunidad internacional.

Masivas

El suceso en el pueblo de Reforma Escolín forma parte de un panorama de escapes gaseosos provenientes de la obtención y transporte de petróleo y gas a cargo de Pemex y empresas privadas en México, sin que las autoridades ambientales apliquen la regulación existente.

IPS revisó bases de datos de fugas y planes de prevención de Pemex, obtenidos mediante solicitudes de información pública, que apuntan a un subregistro de las emisiones de gas –compuesto principalmente de metano– y confirmó la evidencia que los escapes asolan en un recorrido por una zona sembrada de pozos gasíferos.

Históricamente, Pemex ha sido el mayor responsable de las fugas de gas, por el tamaño de su infraestructura en México. Luego de una baja entre 2017 y 2019, los eructos gasíferos tienden al alza desde 2020. La mayoría de los sucesos ocurre en instalaciones de hidrocarburos en los estados de Campeche, Tabasco y Veracruz, todos en el sureste mexicano.

En 2020, las exhalaciones de Pemex y sus filiales totalizaron 78, las privadas, 85, y el Centro Nacional de Control del Gas Natural, que gestiona los gasoductos que pertenecían a la petrolera mexicana, 32, sin estimaciones de emanación de metano, según cifras de ASEA.

Un año después, Pemex reportó 91 fugas, los particulares, 74, y el Cenagas, 28.

Esos escapes provienen de gasoductos, centros de compresión, ductos y otras instalaciones que transportan, almacenan y distribuyen la molécula, infraestructura que suma unas 30 000 instalaciones y unos 50 000 kilómetros de gasoductos.

El rostro de Pastora García, una de los 11 regidores del Concejo Municipal de Papantla, encierra preocupación por las fugas.

Estamos mal, hay mucho riesgo. Pemex trabaja así y nosotros quedamos jodidos. Es preocupante, porque acá vive gente”, declaró a IPS en medio de sus labores en Reforma Escolín, localidad de unas 1000 personas.

García fue agente municipal -autoridad local que representa al ayuntamiento- en la pequeña localidad y presentó tres solicitudes de reparación de ductos en 2011 y 2020, sin obtener respuesta, y las fugas continuaron.

En el pueblo, la población siembra cítricos, frijol y maíz, y cría ganado, por lo cual la contaminación perjudica sus actividades. En la zona, el suelo semeja a un queso suizo por el que emana gas con frecuencia, como sucedió en el gran escape de 2013.

Aunque ASEA no registre los volúmenes de las exhalaciones, México ocupó el décimo escalón mundial en emisiones de metano en 2021, encabezadas por China, India y Estados Unidos y que también incluye a Brasil, según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE), agrupación intergubernamental de grandes consumidores de hidrocarburos.

Desde 2019, además, infraestructura de petróleo y gas ha lanzado metano a la atmósfera en México, según reflejan imágenes satelitales.

En junio de 2022, un grupo de científicos europeos revelaron que Pemex liberó 40 000 toneladas de metano en diciembre de 2021 desde una plataforma marina en el golfo de México.

En el caso de Pemex, uno de los agravantes es el venteo o lanzamiento deliberado de gas y la quema, que desde 2017 viene en alza debido a falta de tecnología de captura y de incentivos económicos para su uso, pues a la petrolera le resulta más barato la liberación y la flama.

Esa práctica pasó de 3800 metros cúbicos (m3) de gas en 2017, a 6600 en 2021, según la Alianza Mundial para la Reducción de Quema de Gas del Banco Mundial, integrada por 20 gobiernos, 12 compañías petroleras y tres organizaciones multilaterales. México forma parte de ella, pero no Pemex.

La AIE cuantificó las emisiones mexicanas en 6,33 millones de toneladas de metano en 2021, equivalentes a 1,8 % del total mundial, de las cuales la agricultura contribuyó con 2,53 millones, los residuos, 2,28, y la producción y consumo de energía, 1,47 millones. En este segmento, el venteo y quema representan los principales factores y en gasoductos, las fugas.

Itziar Irakulis, investigadora de la española Universidad Politécnica de Valencia, explicó a IPS, desde esa ciudad, que “desde el satélite vemos que cada vez que la quema de gas se detiene (la antorcha se apaga), se ventean cerca de 100 toneladas por hora de gas metano. Esto convierte a la plataforma petrolífera en lo que en la bibliografía llamamos un ultraemisor”.

La experta, coautora del estudio sobre el lanzamiento de gas desde plataformas de Pemex, resaltó que, ante la crisis climática, “lo último que necesitamos son más eventos de ultraemisiones de este tipo”.

En noviembre último, Pemex, que ocupa el 20 puesto mundial en reservas probadas de crudo y el 41 en gas, produjo cada día 1,7 millones de barriles de petróleo y 4 761 millones de pies cúbicos (p3) de gas. Debido a que la producción interna es insuficiente, importó 555 millones de p3, principalmente de Estados Unidos, su vecino del norte.

Sin incomodar

Anaid Velasco, coordinadora de Investigación del no gubernamental Centro Mexicano de Derecho Ambiental, detalló cuales son los “retos importantes” para contabilizar y acotar las emisiones de metano.

Se habla más del metano, pero aún no hay una política pública. Esta disociación entre lo que se dice y lo que se hace tiene que ver con no generar más responsabilidades que pudieran ser taxativas y así aplicar una política energética basada en fuentes fósiles. No se quiere generar más carga regulatoria” para la industria de hidrocarburos, especialmente Pemex, señaló a IPS.

La ASEA aplica de forma parcial la regulación de control de las emisiones de metano, por lo cual México enfrenta barreras para cumplir con sus contribuciones voluntarias a nivel nacional (NDC) para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

La norma debía entrar en vigor en diciembre de 2019, luego de su elaboración en 2018. Pero en julio de 2020, con el pretexto de la pandemia de covid-19, la ASEA pospuso su aplicación por 19 meses, hasta finales de enero de 2022.

Hasta agosto pasado, 18 empresas, entre ellas las filiales Pemex Exploración y Producción (PEP) y Pemex Logística, habían presentado ante ASEA sus Programa para la prevención y el control integral de las emisiones de metano del sector hidrocarburos, el componente fundamental de la regulación. La estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) no había entregado su plan.

Entre 2017 y octubre último, ASEA impuso 26 sanciones a compañías estatales y particulares por 3,83 millones de dólares, de los cuales han pagados 3,29 millones, sin especificar razón de la multa, por lo cual no queda claro si castigó por la emisión de metano. Entre 2017 y 2021, impuso tres sanciones a Pemex Transformación Industrial, sin detallar la multa, que esa empresa apeló.

Pero ASEA no investigó los dos incendios marinos en el golfo de México, provocados por fugas de metano y registrados en julio y agosto de 2021, según sus propios registros. Luego de la explosión en Reforma Escolín, un grupo de habitantes presentó una queja ante ASEA, sin resultados.

Pemex abandonó su plan de reducir la quema de gas en sus campos y la Secretaría (ministerio) de Energía bloqueó la aplicación de regulaciones al respecto, como reportó la agencia británica Reuters a lo largo de 2022.

En agosto, la estatal Comisión Nacional de Hidrocarburos, el regulador del sector, multó por unos dos millones de dólares a Pemex por la quema excesiva de gas en el campo de petróleo y gas Ixachi, también en Veracruz.

Ofertas gaseosas

México suscribió en 2021 el Compromiso Mundial sobre el Metano, que busca el recorte de 30% de emisiones en 2030, en comparación con los niveles de 2020. Pero el país aún no ha asumido una meta específica.

En ese tenor, el presidente Andrés Manuel López Obrador, que promueve la energía fósil sobre las renovables e impulsa a Pemex, anunció en junio de 2022 que Pemex invertiría 2000 millones de dólares, con ayuda internacional, para recortar 98 % de las emanaciones de metano. Pero no hay un plan definido para alcanzar esa meta, más allá del programa anterior de Pemex para controlarlas.

En su plan de control de metano, obtenido por IPS por el mecanismo de transparencia informativa, la petrolera planteó una meta anual de reducción en el yacimiento Cantarell, el más importante del país, en el golfo de México–, de 4 % entre 2017 y 2022 y calculó emanaciones de 27 175 toneladas anuales. Pero se desconoce el grado de progreso.

Pero la petrolera utiliza factor de emisión -la medición de la cantidad promedio de un contaminante proveniente de un proceso, combustible, equipo o fuente específicos-, en vez de una toma en el sitio originador.

Para el campo Ku Maloob Zaap, el segundo en importancia, no hay mediciones. El mayor cálculo proviene del yacimiento Macuspana-Muspac, situado entre los estados de Chiapas y Tabasco, con 199 222 toneladas, seguido del depósito Poza Rica Altamira Reynosa –entre Veracruz y Tamaulipas–, con 73 352; el campo Nejo Olmos (Tamaulipas), con 53 395, y Samaria-Luna (Tabasco), con 52 669 toneladas.

Estas emisiones proceden de equipos, gasoductos, compresores, fugas y venteo. Pemex, que no incluyó infraestructura en otras zonas del país, estima disminuciones entre 4 % y 25 % en un periodo de seis años. A lo largo de 2023, las empresas públicas y privadas deben presentar sus reportes anuales ante ASEA.

Para el yacimiento de Cantarell, la petrolera dispuso el freno a la quema de 80 millones de p3 diarios, equivalentes a 72,74 toneladas de metano. Además, PEP aplicó medidas para reducir la llamarada en 291 000 millones de p3 diarios.

En la medida en que prosigue el consumo de gas en México por importación vía gasoductos y quema en centrales eléctricas de ciclo combinado que también usan vapor, así lo harán las emanaciones de metano, como ocurrió en Estados Unidos.

En sitios como Reforma Escolín, la gente no se acostumbra a vivir entre bombas de tiempo y solo pide la reparación de las fugas, aunque la oposición tiende al debilitamiento.

Después del accidente, hubo algunas asambleas comunitarias, pero la energía social bajó, desconectada por el poder local”, lamentó el indígena Lázaro.

Sin el combate al metano, México difícilmente alcance sus metas de NDC, presentadas para cumplir con el Acuerdo de París sobre cambio climático, suscrito en 2015.

La ambientalista Velasco dudó que México cumpla sus compromisos. “Asumen metas porque hay mucho interés internacional. Es bueno que se comprometan, porque nos da herramientas para supervisar la situación y demandar su cumplimiento. Si Pemex recibe financiamiento, no sabemos cómo lo va a ejecutar. Se necesita de transparencia y trazabilidad”, señaló.

Para la investigadora española Irakulis, el mantenimiento y el encendido permanente impiden las ultraemisiones.

Es cierto que las antorchas ya de por sí tienen otros tipos de emisiones asociadas, y siempre hay formas más respetuosas con el ambiente que el ‘flaring’ (quema) para tratar el gas sobrante obtenido en la extracción del petróleo. Una reducción significativa de las emisiones puede ser realista siempre y cuando se invierta en mejorar el mantenimiento de las instalaciones”, planteó.

En Reforma Escolín, la única opción parece ser el imposible desmantelamiento de la infraestructura gasífera. “Pemex dice que no hay dinero. No hemos visto maquinaria para cambiar la tubería, no están haciendo nada. ¿A dónde vamos a ir? Acá vivimos, acá nos quedamos”, sentenció la regidora García.

ED: EG


Fuente:

Emilio Godoy, Imparables, las fugas de gas en México, 17 enero 2023, Inter Press Service.

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