domingo, 27 de noviembre de 2022

La Central Nuclear Embalse descargó metales pesados al lago

El reactor nuclear de Embalse se refrigera con el agua de la principal reserva de agua dulce de la Provincia de Córdoba: el lago Embalse. Foto: Nucleoeléctrica Argentina SA.

La Central Nuclear Embalse descargó con total impunidad metales pesados y líquidos cloacales al lago Embalse.

Por Cristian Basualdo

Cuando Nucleoeléctrica Argentina, la empresa estatal que opera la Central Nuclear Embalse (CNE), comenzó a detectar desvíos en los parámetros de vertido de metales al lago Embalse, a partir de noviembre de 2016, no emprendió ninguna acción de contención sobre los impactos ambientales emergentes. La acción inmediata que registró fue “efectuar un exhaustivo análisis de los procesos que producen efluentes” en la CNE, “para establecer cuáles de ellos utiliza metales potencialmente contaminantes y eliminarlos”. El plazo que se puso para el cumplimiento de esta acción fue muy largo dada la gravedad del problema: el 31 de octubre de 2017.

Las instalaciones de tratamiento de efluentes de la CNE fueron diseñadas para una situación de funcionamiento normal de la central, asistiendo con las mismas a una dotación del orden de las 700 personas como máximo, y procesando exclusivamente aguas negras en ellas.

El Canal Principal descarga los efluentes líquidos de la CNE, tanto los radiactivos como los industriales, además, la central dispone de otras cuatro vías menores de descarga al lago Embalse: Vertedero Lado Norte y Efluentes Neutros para los efluentes industriales, Cloacal CNE y Cloacal DS para los efluentes cloacales.

Con la implementación del Proyecto Extensión de Vida (PEV), que ocupó a más de 3.500 personas, “los parámetros de diseño originales de las plantas de tratamiento de líquidos cloacales han sido ampliamente superados” explicó Nucleoeléctrica en 2017, “con el agravante que en la ejecución de los trabajos que dicho proyecto demanda se verifican procesos que no fueron contemplados en las instalaciones originales de la CNE”.

Una cosa es segura: nada de esto ocurrió por falta de dinero, el PEV estaba presupuestado originalmente en 704 millones de dólares y terminó costando 2.142 millones de dólares, que en su gran mayoría salieron del Tesoro Nacional y Nucleoeléctrica no devolvió.

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Los documentos de la empresa estatal no son más que su cara presentable, y el Estudio de Impacto Ambiental del PEV casi podríamos decir su traje de domingo, en el cual se lee que: “no habrá disminución en la calidad de los distintos elementos receptores (aire, suelo, agua)”.[1] También menciona un “Plan de acción para la Planta de tratamiento de Efluentes Cloacales (71750)”, que debía estar concluido en septiembre de 2016. Evidentemente, no alcanzó a evitar el problema que nos ocupa.

A la Provincia de Córdoba, Nucleoeléctrica le dijo que “algunos parámetros medidos no cumplen con el decreto 847/16 después de realizar análisis físico químicos y bacteriológicos”.[2] El control provincial de la actividad nuclear es casi nulo. La última vez que vi el expediente de la CNE en la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de la Provincia de Córdoba, en julio de 2018, conformaba un promontorio de papeles desordenados tirados en el piso del Área Auditoría Ambiental, se había perdido el foliado unificado, de manera que no se podía seguir cronológicamente las distintas actuaciones.


Central Nuclear Embalse, vista de la desembocadura del Canal Principal en el lago Embalse, el domingo 8 de septiembre de 2019.


Procedimientos inadecuados

Los metales pesados tienden a acumularse en plantas y animales, biomagnificándose y generando daños al resto de los animales que se alimentan de ellos, perjudicando de esta forma a los siguientes eslabones de la cadena alimentaria.

La acción correctiva que propuso la empresa estatal fue “modificar los procesos detectados para asegurar que a la planta de tratamiento de líquidos cloacales lleguen solamente aguas negras”. Para cuando concretó alguna medida, el PEV estaba terminando y una parte sustancial del personal contratado había sido desafectado.

Un ejemplo de lavado de imagen verde es el certificado IRAM - ISO 14001, encuadrado en el Sistema de Gestión Ambiental de Nucleoeléctrica. Los auditores recorren las instalaciones y emiten observaciones y/o no conformidades, que la empresa debe responder con acciones correctivas. Se trata de un proceso de burocratización que naturaliza las irregularidades. En relación con el vertido de metales pesados al lago Embalse, el certificado advierte que: “No en todos los casos, los procedimientos implementados por la Organización para el tratamiento de los desvíos resultan adecuados y eficientes en relación a la magnitud de los problemas o impactos ambientales y no conforman los criterios de la norma que establecen como metodología de inicio la identificación y corrección de las no conformidades tomando acciones para mitigar sus impactos ambientales”.[3]

Además de los residuos radiactivos, la CNE debe gestionar una gran cantidad de residuos industriales, tales como mercurio, plomo, pilas de cadmio, asbesto, residuos alquitranados, tintas, colorantes, reveladores gráficos, PCBs, etc. No siempre el manejo que se hace de los mismos es prudente. Los auditores del IRAM encontraron el depósito de residuos transitorios fuera de condiciones adecuadas, garrafas de freón sin la debida identificación y tambores de resinas al descubierto sobre tierra. En el depósito de residuos peligrosos se encontraron envases etiquetados no conformes a la Resolución 177/2017, varios sin fecha.[4] Cerca de los silos de residuos de alta radiactividad, delante de la zona controlada, del lado de afuera, se encontraron bolsas de uso exclusivo de zona controlada, conteniendo residuos sin la debida identificación de control.

Mientras Nucleoeléctrica muestra un rostro recubierto con un barniz de limpieza y corrección, sus instalaciones contaminan el lago Embalse con total impunidad. La colusión entre empresas y funcionarios que dilapidó miles de millones en la extensión de vida del viejo reactor de Embalse, consideró que no valía la pena gastar dinero en preservar la principal reserva de agua dulce la Provincia de Córdoba.


Referencias:

  1. Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto de Extensión de Vida de la Central Nuclear Embalse, Nucleoeléctrica Argentina SA, febrero 2016, pg. 5.

  2. Secretaría de Ambiente de la Provincia de Córdoba, Expediente N.º 0517-021445/2016, Tomo 44, fs. 128.

    El Decreto 847/16, Reglamentación de estándares y normas sobre vertidos para la preservación del recurso hídrico provincial, fija reglas técnicas a las que deben ajustarse las personas físicas o jurídicas ―públicas o privadas― en sus actividades potencialmente impactantes para evitar efectos perjudiciales sobre el ambiente como consecuencia de esa actividad.

  3. Certificado de Sistema de Gestión IRAM - ISO 14001:2015, vigencia desde el 25/10/2018 hasta el 20/08/2021, pg. 13.

  4. La Resolución 177/2017 establece las condiciones y requisitos mínimos para el almacenamiento de residuos peligrosos.

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