miércoles, 23 de diciembre de 2020

Programa ECOS 19 diciembre 2020 - Oscuras alianzas del Banco Mundial para las plantaciones industriales

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La organización GRAIn publicó un reporte llamado “El legado de un proyecto bastante poco conocido del Banco Mundial que le aseguró las plantaciones africanas a multimillonarios europeos”

Cuenta que este año, un grupo de 79 kenianos presentó una demanda ante un tribunal británico contra una de las plantaciones más grandes del mundo, Camelia Plc. argumentando que esa empresa es responsable de asesinar, violar y cometer otros abusos por sus guardias de seguridad contra comuneros locales a lo largo de los años, en sus 20.000 hectáreas en las que se produce palta para Europa.

Estas situaciones son comunes en las plantaciones industriales de África desde que los europeos introdujeron los monocultivos a principios del siglo XX, usando mano de obra forzada y violencia para ocupar las tierras de las comunidades. Estos abusos son fundamentales en el modelo de plantaciones. ¿Por qué siguen existiendo este tipo de plantaciones coloniales en África? ¿Por qué los gobiernos no desmantelaron este modelo de explotación y extracción, devolvieron las tierras e incentivaron el resurgimiento de sus sistemas agrícolas y su alimentación local?

El año pasado, una alianza de organizaciones africanas, junto con GRAIN y el WRM, investigó y descubrió que muchas de las plantaciones de palma aceitera, así como de las plantaciones de caucho, actualmente establecidas en África Occidental y Central, fueron iniciadas o restauradas a través de proyectos coordinados por el Banco Mundial, implementados en las décadas de 1970 y 1980, bajo el discurso de impulsar el “desarrollo nacional”. El Banco Mundial suministró grandes préstamos a los gobiernos y proveyó los consultores que idearon los proyectos nacionales de plantaciones y que supervisaron su manejo. Los dueños del látigo, diríamos en el barrio.

En todos los casos que se investigaron los consultores contratados por el Banco Mundial fueron de una empresa llamada SOCFINCO, filial del holding Société Financière des Caoutchoucs (SOCFIN), con sede en Luxemburgo, compañía líder en plantaciones durante el periodo colonial desde el Congo hasta el sudeste asiático. En los 60, con la retirada política del colonialismo SOCFIN perdió varias plantaciones, y creó su consultoría SOCFINCO.

En los archivos del Banco Mundial, SOCFINCO fue contratada por el Banco para supervisar el desarrollo e implementación de los proyectos de plantaciones de palma aceitera y caucho en varios países africanos, entre ellos, Camerún, Costa de Marfil, Gabón, Guinea, Nigeria y Santo Tomé y Príncipe. SOCFINCO supervisó la evolución de los planes de acción para los programas de plantaciones nacionales de palma aceitera y caucho, ayudó a identificar las tierras que serían convertidas a plantaciones industriales, además de que se le pagó para gestionarlas y hasta vender el producto.

Claro que SOCFIN recibió honorarios millonarios, pero además la empresa tomó el control comercial de las exportaciones agrícolas de África y en algunos casos, se apoderó de ellas.

Como los proyectos del Banco Mundial funcionaban a través de compañías parcial o totalmente de propiedad de los gobiernos, se pudo expulsar a las comunidades de sus tierras sin obstáculos, con la justificación del “desarrollo nacional”, y no es secreto que una condición para el otorgamiento de préstamos del Banco Mundial era que los gobiernos aseguraran tierras, y otra cosa que no es secreto es que la mayoría de los proyectos fueron implementados por regímenes militares.

SOCFIN no pagó ni por la tierra, ni por las instalaciones (que hicieron y pagaron los gobiernos locales) endeudando a los países africanos y llevándose los beneficios.

Al no devolverse los créditos, el Banco culpó a los gobiernos por la mala administración y pidió la privatización de las plantaciones, que ya de hecho eran privadas, pero en tierras comunitarias.

En el proceso de privatización, SOCFIN y SIAT, una empresa belga cuyo dueño es un consultor de SOCFINCO, tomaron el control de las plantaciones, y hoy esas dos empresas controlan una cuarta parte de todas las grandes plantaciones de palma aceitera en todo el África y son actores fuertes del sector del caucho.

Grain nos cuenta el caso Nigeria: entre 1974 y el final de los 80, SOCFINCO desarrolló 7 proyectos de palma aceitera respaldados por el Banco Mundial en 5 estados diferentes de ese país. Cada proyecto implicó la creación de una compañía paraestatal que se haría cargo de las plantaciones existentes del Estado y que además establecería nuevas plantaciones y refinerías de aceite de palma así como sistemas de agricultura por contrato a gran escala. Justamente a cargo por SOCFINCO estaba Pierre Vandebeeck, quien más tarde fundó la empresa SIAT.

Todos los proyectos del Banco Mundial en Nigeria generaron conflictos por la tierra que terminaron con la propiedad de las regiones en manos de SOCFIN o de la empresa SIAT de Vandebeeck.

Esto se replicó y se replica en el resto de las regiones de África adonde campa en Banco Mundial con sus amigos empresarios, en contextos de gobiernos militares, pueblos desplazados, situaciones de esclavitud, y ambientes degradados hasta límites imposibles.

Todo con el protagonismo crucial del Banco Mundial bajo el nombre de “desarrollo nacional”. Las dos empresas (francesa y belga) que manejan SOCFIN ganaron solo en 2019, 30 millones de euros.

Mas información en GRAIN www.grain.org

Contenido

- Sinergia tóxica de biocidas. Ana Paula Cuzziol Boccioni

La toxicidad de la mayoría de los agrotóxicos está determinada, por supuesto que, con grandes controversias al respecto, pero la sinergia entre compuestos es un tema pendiente en el análisis. La Universidad Nacional del Litoral, a través de su equipo de investigación de ecotoxicología, demostró que los efectos de los plaguicidas sumados a antibióticos generan perjuicios adicionales.

- Hombres sin alma. Javier Goldin

- Huerta orgánica y salud mental. Mercedes Bontempo y Marta Kaplanski

Ecología, desarrollo Sustentable y Culturas

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Conductora

Silvana Buján es Argentina, licenciada en Ciencias de la Comunicación Social y periodista científico y ambiental, ejerciendo desde hace más de dos décadas de manera ininterrumpida a través de radios y medios gráficos del país y del exterior.

Es activista ecologista y participa, dirige o coordina organizaciones no gubernamentales y redes temáticas. Es conferencista y consultora en temas de ambiente y desarrollo. Ha obtenido tres veces el 1º Premio a la Divulgación Científica de la Universidad de Buenos Aires (2009, 2012, 2014) y el 2º Premio en 2010; el 1º Premio Latinoamericano y del Caribe del Agua CATHALAC-UNESCO 2009; Ocho Premios Martin Fierro por sus trabajos en radio y 21 nominaciones. Ha sido Premio Nacional de Periodismo en el año 2007, 1º Premio del Congreso Tabaco o Salud 2010, 1º Premio de Periodismo en Salud de la Asociación Médica Argentina 2010 Distinción honorífica Colegio de Ingenieros DII por su labor en difusión ambiental, 2013.

Lleva adelante desde 1998 ECOS ciclo de periodismo científico abocado al ambiente y las culturas. Y CALIDAD EN VIDA, de periodismo médico, cultura y salud. Dirige BIOS, ONG miembro de la Red Nacional de Acción Ecologista y la Coalición Ciudadana Antiincineración. Es miembro del Comité Consultivo de GAIA internacional. Es miembro de la Red Argentina de Periodismo Científico y la Red Latinoamericana de Periodismo Ambiental. Vive en Mar del Plata.

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