por Gabriela Origlia
CÓRDOBA.- En los últimos 20 años, en la provincia de Córdoba se quemaron unas 770.000 hectáreas. El dato surge de un relevamiento de las zonas serranas realizado por investigadores del Instituto Gulich (Universidad Nacional de Córdoba y Conae) a partir de imágenes satelitales. Entre 1999 y 2017, el fuego dañó unas 700.000 hectáreas, el resto serían las afectadas desde entonces según estimó para La Nación Juan Argañaraz, uno de los autores del trabajo.
En ese lapso las Sierras Chicas fueron las más golpeadas; el área quemada representa el 38 % de su extensión total. En el período medido, se registraron 5358 incendios, muchos de los cuales alcanzaron a las mismas tierras.
Argañaraz explicó que superpusieron imágenes satelitales con un registro cartográfico de los incendios y fueron detectando las zonas quemadas y las que no. El año de más incendios fue el 2003, con un total de 364 que perjudicaron 102.992 hectáreas. Sin embargo, el récord de superficie quemada es de 2013, con 106.206 hectáreas consumidas por 153 focos de fuego. "Las zonas que más veces se quemaron en el lapso estudiado son relativamente pequeñas y cerca de zonas urbanas; las más grandes tienen frecuencias intermedias y están más alejadas de áreas de continuidad de vegetación", apunta el investigador.
Subraya que en las imágenes se ve claramente cómo "el borde del fuego llega al borde de los bosques bien conservados", lo que ratifica la importancia de que estos existan. "Su estructura es de material muerto en el suelo y troncos gruesos y copas altas; no hay continuidad vertical por eso el bosque es más resistente a quemarse".
¿Hay elementos comunes entre, por ejemplo, California y Córdoba, zonas de incendios recurrentes? Fernando Barri, biólogo del Conicet en Córdoba, explica que entre los patrones, las regularidades que observan los investigadores, hay factores propios del ecosistema y otros externos: "Los bosques de California y los chaqueños -que corresponden a Córdoba- no son muy parecidos, pero sí tienen en común una estación seca importante, lo que los hace más propensos al fuego. El otro aspecto es la superposición entre áreas afectadas y nuevas zonas urbanizadas".
La mano del hombre
"La frecuencia de incendios naturales es muy baja porque su origen es el rayo y como caen en épocas de lluvias el impacto es bajo por el nivel de humedad -continúa Barri-. En Córdoba la enorme mayoría son producidos por el ser humano; muchos se originan en malas prácticas agropecuarias que es quemar para el rebrote de pasturas y, en otros casos, se trata de áreas apetecidas por desarrollistas urbanos. Con la recurrencia del fuego hay desmonte y así se justifica el reclamar otras normas para el uso del suelo".
Para el titular del Foro Ambiental Córdoba, el biólogo Federico Kopta, las condiciones naturales sobrevienen de la estacionalidad: baja humedad, incremento de la temperatura, días con mucho viento. En general, es en agosto cuando confluyen las máximas condiciones de incendio porque el invierno con sus heladas dejó "combustible fino que se enciende y se extiende con mucha facilidad". Coincide con Barri en que el "mayor problema" es la "chispa inicial, que es humana, sea en forma deliberada o accidental".
Desde su especialidad Joaquín Deón, geógrafo, becario del Conicet y de la UNC, señala que Córdoba por ser la primera frontera geofísica que se le impone a la llanura pampeana, son el primer borde en la región pampeana y Litoral lo que hace que sea un punto de convergencia de vientos y de choques de temperaturas. Esa particularidad genera problemas que, a la vez, son potencialidad para la región: las lluvias se acumulan entre fines de noviembre y de marzo y después sigue un período de baja disponibilidad de agua en el que "la salvia baja en la masa forestal para compensar y los troncos se hacen más leñosos, hay más especies que pierden hojas y más materia orgánica en el suelo".
Enfatiza que esas características naturales son "moldeadas" por el hombre. "El modo de habitar incluye un proceso de desecologización básicamente por tres vectores": minería e infraestructuras (en las sierras, megaminería de cantera); agronegocios y desarrollo inmobiliario. Todos contribuyen a alterar los paisajes con nuevas especias forestales que, además de ser invasoras de los microclimas, generaron "más masa forestal".
También se avanzó con circuitos de enduro, quats o motocross que necesitan de estudios de impacto ambiental y audiencia pública para llevarse adelante, lo que no se cumple. Lo mismo pasa con microembalses o lagunas que se quisieron hacer después de las inundaciones de 2015 en Sierras Chicas. "Hay desmonte y tala para hacer los circuitos; hemos detectado 160 kilómetros de senderos en una superficie de 25.000 kilómetros, que destruyen ambiente. En el caso de las obras públicas, algunas se frenaron por las movilizaciones de las comunidades", sintetiza.
Remediación
Después de los incendios de las últimas semanas en Córdoba -donde se perdieron cerca de 40.000 hectáreas- el Gobierno provincial anunció una serie de medidas para atender a los afectados. En materia ambiental, se centrarán en la reforestación. Se proyecta la implantación de 400.000 unidades en dos años (65.000 en lo que resta de éste). Además, se anunció un trabajo de prevención que implicará la ejecución de un plan de picadas perimetrales y cortafuegos. La inversión estimada es de $ 25 millones en el área ambiental.
Desde la Secretaría de Ambiente provincial se convocó a algunos sectores a participar y hacer aportes. Barri subraya que la clave de la restauración ecológica es "dejar cicatrizar" los suelos afectados por los incendios. "No debe haber impacto posterior; para reforestar con especies nativas, hay que esperar unos tres o cuatro años", agrega. Respecto a aumentar el número de cortafuegos, dice que en zonas serranas son "desaconsejables porque implican movimiento de suelo".
Barri indica que Córdoba tiene "estructura de mitigación" para actuar cuando el fuego ya se inició, pero coincide con Kopta en que el foco debe estar en la prevención temprana. "Ya sabemos que no se trata de eventos aislados, todos los años tenemos las mismas condiciones debemos prepararnos", insiste Kopta. Remarcan la importancia del bosque serrano en la dinámica del agua.
Deón aporta que hasta los 90 el fuego era una herramienta para el desmonte rápido; no había una legislación que lo restringiera; a eso se sumó que con la descentralización en los 80 los municipios dejaron de tener jurisidicción sobre la zona rural y quedaron "zonas grises". En 1999 Córdoba aprobó el Plan Provincial de Manejo del Fuego para empezar a organizarse y en 2010 la ley bosques prohíbe la utilización de fuego para limpiar campos y el cambio del uso del suelo en zonas quemadas.
Fuente:
Gabriela Origlia, Córdoba: En 20 años, se quemaron por los incendios 770.000 hectáreas, 7 septiembre 2020, La Nación. Consultado 10 septiembre 2020.
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