por Leonel Mingo
Hace unos días, particularmente el 10 de agosto, se cumplió un año de lo que fue conocido en Brasil como el Día del Fuego y que propició una devastadora ola de incendios simultáneos y coordinados que arrasó con el Amazonas brasilero durante días.
Casi la mitad de los incendios registrados durante el 10 y 11 de agosto tuvieron lugar dentro de estancias ganaderas, pero la mayor parte de los ganaderos vinculados a estos incendios no han sido acusados hasta la fecha. Los incendios en el Amazonas en agosto de 2019 fueron los peores registrados desde 2010 y alcanzaron 2.5 millones de hectáreas.
Lamentablemente, la devastadora ola de incendios del año pasado no ha sido suficiente para desalentar nuevas quemas este año. Este año se han registrado focos de incendio en la región brasileña del Amazonas, entre junio y julio. Los incendios también están afectando al humedal más grande de Brasil y del mundo (cuenta con 187.818 hectáreas), el Pantanal. Según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), hasta el 25 de marzo ya habían registrado 974 incendios en la región, un 60 % más de los registrado en el mismo período de 2019.
Tal como los incendios intencionales están arrasando con los bosques y humedales de Brasil, lo mismo sucede aquí en Argentina. Como países vecinos, compartimos mucho y tenemos muchas cosas en común, entre ellas la penosa forma de destruir nuestros ecosistemas sumamente valiosos.
En Argentina, los incendios del Delta del Río Paraná, cómo así otros focos de incendios en humedales y pastizales en el Litoral, han sido noticia en las últimas semanas. El fuego y el humo se transformó en una postal triste y recurrente para los rosarinos.
Una densa niebla cargada del humo de los incendios llegó a Buenos Aires la semana pasada, algo similar a lo que sucedió en Brasil el año pasado cuando el 19 de agosto el humo por los incendios del Amazonas llegó a San Pablo.
En lo que va del año, en el delta del Río Paraná se registraron 8024 potenciales focos de incendios y, solamente en agosto 7.400. Pese a estas cifras alarmantes, los focos están lejos de ser controlados. Esto deja en evidencia a los responsables de este desastre: principalmente empresarios ganaderos que buscan hacer uso de la tierra para ganadería, pero también por privados que limpian un terreno o simplemente irresponsables que hacen una fogata en el lugar.
El delta del Río Paraná es un ecosistema sumamente importante y que debemos preservar. Es un gran sistema de humedales que abarca aproximadamente 19.000 km2. Además, es el hogar de unas 700 especies de vegetales y 543 especies de vertebrados, y alberga una gran diversidad de aves con 260 especies, lo que representa el 31 % de la avifauna de Argentina.
En tiempos donde la emergencia climática es uno de los problemas más importantes y mientras nuestro país está evidenciando sus efectos con inundaciones y sequías cada vez más extremas, la preservación de los humedales se convierte en vital. No cabe duda que los humedales necesitan de protección jurídica y legal, algo que en nuestro país aún no está contemplado. Necesitamos de una ley nacional que priorice la preservación de estos ecosistemas que cumplen un rol vital en la lucha contra el cambio climático; cómo también de una moratoria que prohíba actividades sobre humedales hasta que la ley entre en vigencia.
Estos ecosistemas otorgan enormes beneficios ambientales y climáticos; sirven para recargar las aguas subterráneas, reducir las inundaciones, regular los incendios, proporcionar agua potable limpia y regular el clima.
En tiempos de crisis climática, sanitaria y ambiental, el mundo ha demostrado que necesitamos de un nuevo orden global que priorice la salud de las personas y del planeta. En nuestro país, podemos dar el ejemplo, al legislar y hacer cumplir las normativas que protegen nuestros recursos naturales. Aún estamos a tiempo.
Fuente:
Leonel Mingo, El fuego, una triste constante de nuestra región, 20 agosto 2020, Greenpeace Argentina. Consultado 24 agosto 2020.
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