por Jeanfreddy Gutiérrez Torres
El 1 de agosto una inmensa mancha aceitosa llegó a las aguas caribeñas del golfo Triste, ubicado entre las poblaciones de Boca de Aroa, Tucacas y Chichiriviche, en el estado Falcón, en el occidente de Venezuela. La versión oficial responsabiliza a un buque carguero, mientras que académicos señalan a una planta refinadora estatal que ha tenido varios incidentes y derrames durante los últimos años.
La acción del viento y las mareas llevaron el petróleo hasta el Parque Nacional Morrocoy y luego hasta el Refugio de Fauna Silvestre de Cuare, poniendo en peligro los manglares y corales donde se alimentan y reproducen miles de peces y cientos de tortugas y aves marinas.
En medio de un silencio oficial, la Sociedad Venezolana de Ecología (SVE) organizó un foro virtual el 7 de agosto para coordinar esfuerzos con académicos, ONG y sociedad civil con el fin de divulgar lo sucedido y exigir las medidas necesarias para atender el problema.
El evento también se enfocó en coordinar las acciones de voluntarios, pescadores y activistas que denunciaron la llegada de hidrocarburos en el mar. Junto al sindicato de Inparques (organismo gubernamental rector de los parques venezolanos), quienes han manifestado la falta de equipos e insumos de los guardaparques para cuidar las áreas protegidas, la SVE publicó un comunicado en el que exigen se dé a conocer el estado actual de los ecosistemas impactados.
Y aunque los derrames petroleros se han hecho frecuentes durante los últimos años cerca de instalaciones petroleras costeras, este derrame ha causado mucha preocupación.
“¿Qué podemos hacer? Ahora mismo no mucho, hay que pensar a futuro, hacer estudios que nos permitan conocer los impactos”, detalla Deborah Bigio, directora ejecutiva de Fudena, una ONG dedicada a la conservación de recursos naturales y del ambiente. Bigio asegura que está en conversaciones con la SVE para conformar un fondo que reciba donaciones para hacer ese trabajo a largo plazo.
Miles de especies en peligro
El profesor de la Universidad del Zulia y doctor en Ecología, Héctor Barrios-Garrido, está al frente del Grupo de Trabajo de Tortugas Marinas del golfo de Venezuela y advierte sobre el impacto de este derrame en las zonas de anidación de estos reptiles.
“Se causaría una disminución drástica del oxígeno disponible para los embriones, lo que sería altamente fatal, pero también se podrían obstruir las vías respiratorias y mucosas de adultos, justo en la época de anidación de las tortugas verde, caguama y carey”, detalla. Estas tres especies anidan en Cayo Sal y Cayo Borracho, entre los más afectados al norte del Parque Morrocoy.
Para Barrios-Garrido, la principal preocupación es establecer el impacto a largo plazo pues se deben analizar la dinámica de vientos, las corrientes y los fondos marinos del área. Coincide en la importancia de estudios a futuro para comparar lo que se sabe ahora -línea de base- con lo que se encontrará.
Algo similar se hizo para el derrame del buque griego Nisson Amorgos en el lago de Maracaibo en 2003, donde finalmente se determinó no solo la muerte de cinco millones de moluscos y crustáceos, sino la ruta para hacer una biorremediación detallada del área, más allá de la primera remoción física del hidrocarburo.
En el foro organizado por la SVE se advierte del impacto sobre miles de especies y ecosistemas como los pastizales marinos, los bosques de manglares, los arrecifes de coral y los litorales arenosos, así como de las aves marinas, que con las alas embarradas de petróleo pierden su aislamiento natural y pueden morir de hipotermia.
De acuerdo con la SVE, los pastizales son delicadas áreas de refugio de juveniles de especies marinas, los hidrocarburos no solo permean sus raíces sino que pueden afectarse gravemente en caso que se intente remover el crudo de ellos.
El problema también es para los manglares, que rápidamente absorben el petróleo, afectando el hábitat de esponjas, peces, crustáceos y moluscos. Otro de los impactos es la asfixia de animales marinos que habitan en la arena de las playas: el petróleo se filtra y permanece allí durante años.
En un intento por visibilizar los efectos de este desastre ambiental, la SVE ha creado varias piezas gráficas para redes sociales. Por su parte, la bióloga Vilisa Morón, presidenta de la SVE, detalla la necesidad de un cambio de liderazgo.
“Cuando en 2017 llegó crudo a Los Roques, proveniente de Trinidad, hubo mucho movimiento de ONG y articulación con la comunidad científica para denunciar y exigir que se cumplieran los tratados internacionales, pero no hubo necesidad de liderar la movilización porque había proyectos andando en la zona. Ahora el problema llegó a un área protegida pero todo el mundo está en sus casas”, dice.
La académica asegura que decidieron activar a los miembros de la Sociedad Venezolana de Ecología (SVE) “para pensar cómo actuar en medio de la cuarentena y la carencia de gasolina. Nos vimos obligados a pensar aún más en el capital humano local como pieza clave para la toma de muestras y seguimiento, lo que nos ha permitido diseñar un diagnóstico de impacto apoyado en la ciudadanía”.
Un ejemplo de lo anterior fueron los videos y fotos que denunciaron este derrame en la cuenta MorrocoyOnline en Instagram, y que rápidamente se replicaron en redes sociales y de mensajería de Whatsapp.
Esta movilización ayudó a que, tras 48 horas de silencio por parte de las autoridades, el 4 de agosto el Ministerio de Ecosocialismo emitiera un comunicado.
“Accionamos de forma inmediata ante la contingencia, porque proteger la naturaleza es defender la patria”, rezaba el texto, que detalla el envío de un equipo técnico para la evaluación y saneamiento.
Así mismo, la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) anunció la instalación de mantas y barreras oleolíficas para evitar la expansión del derrame “de hidrocarburos y otros derivados aún por determinar”.
El comunicado oficial, que establecía que “no hubo daños en la flora y fauna”, no ofrecía información alguna sobre el origen del hecho ni mencionaba a posibles responsables.
Desde ese día, el ministro de Ecosocialismo, Oswaldo Barbera, solo publica videos y fotografías de labores de limpieza en el mar pero no informa si esos esfuerzos han llegado a los cayos de Morrocoy y los manglares de Cuare. Tampoco ha ofrecido declaraciones a ningún medio ni ha respondido a las peticiones hechas por Mongabay Latam.
Frank Espinoza, exdirector del Refugio de Cuare, dijo en el foro de la SVE que, además de afectar las plumas de las aves, los hidrocarburos podrían matar por toxicidad a muchos organismos invertebrados que viven en el humedal y del cual se alimentan miles de aves residentes -incluidos entre 6000 y 10 000 flamencos- y aves migratorias. También se generan “consecuencias impredecibles” sobre la hidrodinámica del humedal.
Así mismo, Jeanette Moreno, parte del equipo que estudia los corales del género Orbicella en Morrocoy y doctora en Ecología, advierte que días después del contacto con el petróleo los arrecifes pueden mostrar estrés fisiológico así como pérdida de algas simbióticas o tejido, lo que afectaría su crecimiento, reproducción y sobrevivencia. La afectación a los corales impacta negativamente en esponjas, moluscos, langostas, cangrejos y peces.
Y no solo esto, la pérdida de esa biodiversidad marina se alargaría con el tiempo por la lenta tasa de crecimiento de los corales, lo que al final incide en la disponibilidad de recursos pesqueros. Este derrame ocurrido en plena reproducción de corales Orbicella, tortugas y otras especies los coloca, según la SVE, en peligro de extinción local.
Varias hipótesis
A pesar de las declaraciones del ministro Barbera, la supuesta inocuidad del derrame fue desmentida por la propia dirección de Inparques en Falcón, que según un texto al que tuvieron acceso periodistas locales y que era dirigido al gobernador Víctor Clark, reconoce daños ambientales. Si bien dicho documento no detalla el alcance de las afectaciones, insiste en que el derrame provino de mar adentro.
Esta versión, replicada por varios entes oficiales, fue primero difundida por el diputado opositor en el exilio, Luis Stefanelli, que señaló como responsable del derrame al carguero de bandera portuguesa Nauma, que estuvo en las cercanías del golfo Triste, según su ubicación en una web de seguimiento satelital.
La tragedia se vuelve mayor porque las versiones de académicos y ONG aseguran que el derrame no provino de un barco pues se han presentado nuevos derrames: uno el 9 de agosto y otro el 11 de agosto. Las autoridades no han brindado información sobre sus orígenes o composición.
Según análisis de los científicos, la fuente de los derrames es un sospechoso habitual: la Refinería El Palito de PDVSA. Además, indican que el derrame no se habría originado el 1 de agosto sino antes.
El profesor Eduardo Klein, del Laboratorio de Sensores Remotos de la Universidad Simón Bolívar, determinó -usando imágenes satelitales- que el vertimiento se inició realmente entre el 19 y el 21 de julio en el municipio de Morón, cerca de la Refinería El Palito, y que lo vertido estaría entre 10 000 y 30 000 barriles de petróleo.
El investigador, que presentó sus hallazgos en el evento de la SVE, estimó que todo inició como una mancha de 5,6 kilómetros de largo y 1,5 kilómetros de ancho.
Pero con la dispersión generada por el viento y la marea, el área costera afectada bordearía los 260 kilómetros cuadrados, lo que alcanzaría para cubrir el área conjunta de las ciudades de Caracas, Maracay y Valencia o del lago Los Tacariguas, el segundo más grande del país.
Klein, quien reside en Australia, además modeló el comportamiento de la mancha si se hubiese originado en el buque portugués. De ser así, asegura que esta se habría trasladado en sentido noroeste, sin impactar la costa venezolana. “El barco salió de La Guaira el 29 de julio, una semana después del derrame”, precisa.
Además, múltiples medios locales como El Pitazo, Tal Cual Digital y La Razón hicieron eco de una falla en El Palito el pasado 21 de julio. Esto apoyaría el análisis de Klein.
Hay que recordar que el 21 de julio de 2019, hace exactamente un año, otro importante derrame de petróleo desde El Palito impactó las costas cercanas, aunque esa vez no llegó hasta el parque Morrocoy.
Silencio oficial
El segundo derrame (9 de agosto) se reportó desde el mismo origen mencionado por Klein pero impactó las costas de Carabobo sin llegar a Morrocoy, en el estado de Falcón.
“¿Qué está pasando en El Palito?”, se pregunta el oceanógrafo José Ramón Delgado en declaraciones a Mongabay Latam.
El científico, quien está al frente de la ONG Caribe Sur, dijo estar indignado al conocer del tercer derrame (11 de agosto) que alcanzó de nuevo las costas de Boca de Aroa y más tarde llegó hasta Adícora, en la Península de Paraguaná, según reportes locales.
El investigador desconoce si la falta de respuesta de PDVSA sea porque ahora la responsabilidad de actuar ante los derrames recae en el Instituto Nacional de Espacios Acuáticos, por recientes modificaciones legales.
Sin embargo, la escasez generalizada de gasolina que azota al país podría ofrecer una pista. Desde junio se han reportado varios incidentes y fallas en El Palito, después de la llegada de técnicos iraníes que intentan reactivarla tras varios años de paralización.
Las causas de los dos últimos vertimientos en agosto estarían relacionadas con el desbordamiento de la laguna de oxidación de la refinería, donde se concentran aguas negras, aceites y químicos derivados del petróleo, según han indicado diputados de la Asamblea Nacional.
Esa laguna fue la responsable del derrame en las costas de Falcón, hace un año, durante un apagón nacional y en medio de lluvias torrenciales que al rebosarla, hicieron que se desbordara hacia el mar. En ese momento, los resultados de las muestras de aguas se conocieron mediante una filtración a los medios de comunicación y no por una entrega oficial.
La reedición de este desastre ambiental, casi en la misma fecha y en peores circunstancias, acrecienta las dudas de la ciudadanía y la comunidad científica.
En un comunicado, la Fundación Azul Ambientalistas recuerda que “las experiencias en este tipo de desastres nos han demostrado que con simples jornadas de limpieza y saneamiento, las cuales son realizadas cuando el problema está a la vista, y sin una sincera investigación para cuantificar magnitudes, el impacto ambiental y deterioro ecológico es irreversible”.
¿Volvió la censura?
El biólogo Samuel Narciso, de Fudena, denunció el 9 de agosto que autoridades de Inparques le impidieron el acceso al Parque Nacional Morrocoy para monitorear la llegada del crudo.
Pero quien sí logró entrar dos días después y se encargó de anunciarlo en Twitter fue el ministro Oswaldo Barbera. Precisó, tras recorrer 40 kilómetros desde El Palito hasta los cayos de Morrocoy, que no encontró ninguna mancha de hidrocarburos y que trabajaba junto a Fudena en la inspección subacuática del crudo. Luego de la denuncia de Narciso, el ministro borró el tuit que aún conserva la televisora estatal.
El periodista falconiano Jhonattam Petit ha advertido sobre el intento de ocultar el derrame y cómo el miedo favorece el silencio oficial. “La gente tiene miedo a dar su nombre o comentar, apenas sacas el lápiz o la grabadora, deciden no hablar”, asegura.
Por su parte, Ivan Freites, directivo de la Federación de Trabajadores Petroleros, dice que los derrames ocurren a diario pero PDVSA descuidó el plan de contingencia y tampoco tiene actualizadas las pólizas de seguro que permitirían pagar indemnizaciones por los daños producidos; por lo que prefiere silenciar a las comunidades.
“Mediante notas de voz las autoridades han intimidado a los vecinos para que no se sumen al voluntariado. Ya no hay las 300 personas de la semana pasada, que además están agotadas por la llegada diaria de basura y manchas y por la vigilancia que ejerce Inparques sobre ellos”, relató Petit a Mongabay Latam el 12 de agosto, tras una visita a Boca de Aroa, afectada por el tercer derrame.
Petit ha logrado documentar en fotos y videos la llegada de crudo a las poblaciones en los alrededores de Morrocoy, contradiciendo así las declaraciones oficiales. “Lo que quieren es que no veamos lo que pasa en los cayos más afectados”, indica.
El reportero obtuvo las denuncias de pescadores sobre el impacto sobre los manglares y el olor generalizado a combustible. “La pesca se mantiene en las áreas que están más alejadas del mar abierto pero vi que no pudieron capturar nada”, comenta Petit.
Añade que no ha visto buzos, ni yates, ni maquinaria; tampoco despliegue técnico o militar en Boca de Aroa. Petit solo ha visto funcionarios de Inparques, la mayoría traídos de otras partes del país, pero que actúan, según dice, como vigilantes de la censura.
RV: EG
Fuente:
Jeanfreddy Gutiérrez Torres, Científicos venezolanos lideran lucha ciudadana contra nuevos derrames petroleros en el Caribe, agosto 2020, Inter Press Service. Consultado 28 agosto 2020.
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