lunes, 13 de julio de 2020

Flamanville, la grieta en la apuesta nuclear francesa


El Tribunal de Cuentas cuestiona la política nuclear.

por Idafe Martín Pérez

Flamanville es una pequeña localidad de pescadores en la costa bretona francesa, cerca del turístico Mont Saint-Michel y del Cherburgo de los paraguas de Jacques Demy. Flamanville es también sede de uno de los mayores fiascos industriales de la historia moderna francesa y una muestra de la incapacidad de la industria nuclear gala de cumplir con sus promesas de renovación.

Corría 2007 cuando la eléctrica EDF empezó a construir en Flamanville el primer reactor nuclear de los llamados de tercera generación, el EPR. Empezaba a salir de la tierra una especie de gigante champiñón gris. Era una apuesta, anterior al accidente en la nuclear japonesa de Fukushima, por la renovación del parque nuclear francés a través de diseño y construcción nacional. Francia seguía así su apuesta nuclear. Además, debía venderse al extranjero y así se hizo al Reino Unido (Hinkley Point), a China (Taishan) y a Finlandia (Olkiluoto).

Retrasos y sobrecostes

Flamanville nunca fue el escaparate que debía ser. Desde el principio el proyecto fue arrastrando los pies, alargando los plazos de construcción y puesta en marcha y aumentando su presupuesto. Si en 2007 se pensaba que con cinco años y 3.400 millones de euros sería suficiente para conectar el reactor a la red eléctrica, ahora mismo sigue sin conectar y EDF calcula que ya lleva invertidos 12.400 millones de euros. Unos números que, según un informe del Tribunal de Cuentas francés publicado este jueves, son incompletos. El coste total sería ya de 19.100 millones de euros, 5,6 veces mayor de lo previsto.

El Tribunal de Cuentas, que estrenó presidente hace dos semanas al llegar al cargo el ex comisario europeo de Economía Pierre Moscovici, asegura en su informe que EDF no es siquiera capaz de asegurar la continuación de los trabajos ni de financiarlos, como preveía, con la venta de reactores a más países. El texto acusa a los sucesivos gobiernos (el conservador de Nicolas Sarkozy, el socialista de François Hollande y el liberal de Emmanuel Macron) de no haber hecho un seguimiento exhaustivo del desarrollo del proyecto.

No rentable

El informe, sin entrar en el debate de la idoneidad del diseño del reactor, pone el dedo en la llaga del sector nuclear francés. Asegura el informe que sin respaldo de la financiación pública será imposible renovar el parque nuclear y que ese gasto de dinero público no tendrá justificación si la electricidad producida por los nuevos reactores no es suficientemente competitiva. Algo imposible con esos costes. El informe no ahorra en términos críticos: “Fracaso operativo” o “gastos a la deriva”.

El informe del Tribunal de Cuentas francés estima que la electricidad que puede llegar a producir Flamanville si algún día se conecta a la red eléctrica podría costar entre 110 y 120 euros el megavatio, más del doble de la que producen los reactores actuales, que ya es superior a la que generan renovables como la eólica y la solar. La empresa nunca ha querido hacer públicos sus cálculos sobre el precio al que tendrá que venderse el megavatio producido en Flamanville.

El proyecto ni siquiera se beneficia de su exportación. El informe asegura que la construcción de los dos reactores EPR en el Reino Unido es una carga insoportable para las cuentas de EDF. La nuclear finlandesa lleva un retraso aún mayor que Flamanville (se empezó a construir en 2003) y sólo están en marcha los dos reactores chinos aunque no son rentables.

Imprevisión y prisas

El informe llega al origen del proyecto para asegurar que la competencia entre las empresas públicas EDF (eléctrica) y AREVA (nuclear) forzó que todo el proceso se lanzara demasiado pronto (año 2.000) cuando ninguna de las dos estaba preparada. Se firmaron contratos de construcción cuando todavía no se habían hecho ni la mitad de los informes técnicos necesarios. De ahí las estimaciones “irrealistas”, dicen los jueces del Tribunal de Cuentas, tanto de los plazos de construcción como del presupuesto.

Las críticas del Tribunal de Cuentas a EDF van al punto de asegurar que hasta 2015 no hubo en la empresa un equipo encargado del seguimiento del proyecto y que la comunicación entre la empresa y la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) deja mucho que desear pues EDF escondió al Gobierno francés algunos de los problemas de construcción del reactor.

Fuente:
Idafe Martín Pérez, Flamanville, la grieta en la apuesta nuclear francesa, 11 julio 2020, NIUS.

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