DW
habló con el filósofo nigeriano Bayo Akomolafe sobre el clima, la
pandemia, los problemas del pensamiento occidental sobre la
naturaleza y por qué la búsqueda de soluciones podría ser
precisamente el problema.
por
Ruby Russell y Sarah Mewes
Cuando
Bayo Akomolafe crecía en Lagos en los años 80, sus profesores
golpeaban a los alumnos por hablar su propio idioma, el yoruba. Él
solo hablaba inglés. Las lenguas y culturas africanas eran
despreciadas. Incluso mucho después de que el país se liberara del
dominio colonialista, todavía prevalecía una cultura colonial.
Pero
Akomolafe, filósofo y profesor de psicología de la Universidad
Covenant de Nigeria, cuyas convincentes conferencias han ido ganando
un público cada vez más numeroso en todo el mundo, ha vuelto a su
herencia yoruba para ayudar a comprender el mundo moderno y sus
males.
"Lo
que hoy llamamos burdamente 'naturaleza' ni siquiera tiene un nombre
en la cultura yoruba, porque no había distinción entre nosotros y
lo que sucedía a nuestro alrededor”, dice Akomolafe. En la
religión Ifá de los yoruba, también existe una "vitalidad”
en el mundo no humano. "Las montañas pueden ser consultadas,
los árboles pueden tener privilegios”, explica.
En
el discurso occidental, hay una clara distinción entre el ser humano
y la naturaleza. Pero el mundo dominado por la cultura, las ideas,
los sistemas económicos y los modelos de desarrollo occidental está
sumido en una profunda crisis ecológica. Akomolafe se encuentra
entre los pensadores postcoloniales que critican la creciente
disfunción de esta visión del mundo.
Derribar
el statu quo de Occidente
Argumenta
que tenemos que revertir el statu quo que coloca a las personas, y
especialmente a los blancos, en el centro del universo.
"El
concepto de ‘naturaleza' fue creado durante la Ilustración. La
idea de que hay un mundo externo que es independiente y está fuera
de nosotros”, aclara Akomolafe. "El mundo como un recurso que
podemos usar, explotar y del que podemos abusar porque estamos fuera
de él”.
La
idea ilustrada del observador objetivo permitió a la ciencia
descomponer y comprender el mundo. Pero esta posición de desapego
también puede ser vista como excluyente. Según Akomolafe, esto ha
llevado a que las personas con un color de piel oscura sean tratadas
como "personas inferiores”. Y a que la naturaleza se haya
clasificado en algún lugar por debajo y sea desestimada como "un
lugar pasivo”.
Esto
no solo nos ha permitido saquear y destruir la naturaleza, sino que
también ha distorsionado nuestro enfoque para protegerla, argumenta
Akomolafe. Critica el comercio de emisiones, que permite comprar el
derecho a dañar el clima, y las "soluciones” que cuantifican
el valor de la naturaleza en dólares y centavos.
La
naturaleza no tiene precio
Según
un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (conocido como WWF,
por sus siglas en inglés), los océanos del mundo proporcionan
bienes y servicios por un valor de 24 billones de dólares.
"El
océano es majestuoso porque nos sobrepasa, porque nos silencia,
porque venimos de él, porque nuestros cuerpos están compuestos de
él”, dice Akomolafe. "Si pienso en el océano como algo que
Jeff Bezos o Putin pueden comprar, eso lo hace menos valioso para
mí”.
En
cambio, nos pide que "nos encontremos de nuevo con la
naturaleza” y que adoptemos un enfoque que "podría no parecer
una ‘solución' en absoluto. Podría significar que vemos el océano
como un anciano, como una entidad por derecho propio, y que
aprendemos a escuchar sus sabios mensajes”.
En
una época de múltiples crisis, la gente exige soluciones concretas.
Pero Akomolafe sostiene que la noción misma de respuestas
definitivas es precisamente el problema. En cambio, debemos mirar más
allá de la dicotomía entre problemas y soluciones, crisis y
control.
La
ilusión de control
En
su juventud, Akomolafe eligió la psicología como campo de estudio
para poder obtener una comprensión básica de la mente humana. Pero,
para su doctorado, se dedicó al estudio de las prácticas
psicoterapéuticas de los curanderos tradicionales yoruba, para
quienes la mente humana no puede ser categorizada según los cuadros
clínicos de la psiquiatría occidental.
Akomolafe
ve su visión del mundo como esencialmente interconectada en formas
que van más allá de nuestra comprensión. Para él, este punto de
vista es un antídoto vital a la división occidental de la realidad
en "palabras contra cosas, sujeto contra objeto, aquí contra
allá, mente contra materia, cultura contra naturaleza”, tal y como
lo describe en su ensayo "Lo que el colapso climático nos
pide".
"El
cambio climático es una señal de que no podemos decir al mundo lo
que tiene que hacer”, sostiene el filósofo nigeriano. "Tenemos
que aprender a conocer el mundo de forma cada vez más profunda. Y
eso no significa dominar este mundo recién percibido. Significa
entender que no tenemos el control”.
"La
estabilidad es un lujo”
Mientras
hablamos, la crisis actual más importante en la mente de las
personas es la pandemia del coronavirus, que ha puesto al mundo en un
"estado de profunda incertidumbre”. Ha eclipsado la amenaza
del colapso ecológico en un momento en que la acción climática es
esencial.
Para
Akomolafe, este es un momento para reflexionar. "Hemos
pronosticado sociedades estables, pero luego olvidamos que la
estabilidad es un lujo, no es un derecho divino”.
"Una
de las formas en que actuamos, como gran organismo terrestre, es
mediante una solución binaria: matar el virus y luego volver a la
normalidad. Pero quizás esa forma de ver el control, o de vernos a
nosotros mismos, es la verdadera crisis. ¿Y si el control en sí
mismo es la crisis?”
Akomolafe
advierte que "en tiempos de urgencia, debemos ir más despacio”.
Ahora
que la economía mundial se ha ralentizado, nos insta a aceptar y
aprender de nuestro actual estado de incertidumbre. Y parece estar
convencido de una cosa: "no vamos a dejar esto atrás y volver a
la oficina”.
(ar/ers)
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Fuente:
Ruby Russell, Sarah Mewes, Bayo Akomolafe: no tenemos la crisis climática “bajo control”, 7 julio 2020, Deutsche Welle. Consultado 8 julio 2020.
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