Organizaciones
y familias se lanzaron al cultivo de sus propios alimentos. Las
instituciones capacitan, pero faltan semillas.
por
Lucas Viano
Semanas
atrás se cerró un barrio de la ciudad de Córdoba para realizar un
operativo sanitario por sospechas de casos de Covid-19. Las
autoridades provinciales y municipales asistieron con alimentos a la
población en cuarentena. Pero una vecina fue contundente en el
pedido: “No nos traigan arroz y fideos. Queremos frutas y
verduras”.
Constancia
Mias, subsecretaria de Ambiente de la Municipalidad, asegura que ese
fue el disparador para lanzar el programa Fomentando Huertas
Agroecológicas, del que participan el municipio, la Provincia, el
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) y la Facultad
de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba.
La
pandemia y la inevitable cuarentena provocaron una explosión de
huertas familiares y comunitarias por varios motivos. El principal es
la crisis económica, pero también la obligación de quedarse en
casa dio más tiempo libre a mucha gente. En el medio se suma una
mayor conciencia de la gente sobre la importancia de una alimentación
saludable.
La
iniciativa interinstitucional repartirá 20.900 kits de semillas en
barrios vulnerables. “No sólo vamos a entregar el kit, sino que
vamos a realizar un seguimiento de las familias u organizaciones para
que realmente puedan producir. Queremos que sea una conducta que
perdure en el tiempo” asegura Mias.
La
asistencia está pensada para familias, pero también para
organizaciones sociales, centros vecinales y comedores comunitarios.
La
escasez de semillas en el mercado es una limitante para estos
programas. Mias reconoce que no se consigue este recurso. Juan
Marcelo Conrero, decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de
la UNC, asegura que por ese motivo están lanzando un curso para que
las personas aprendan a generar sus propias semillas a partir de las
verduras que compran en la verdulería.
Campaña
récord
“En
la campaña otoño-invierno 2020 se ha generado un incremento en la
demanda de semillas hortícolas. En esta campaña, la semilla
distribuida fue equivalente a 29.500 kits en toda la provincia”,
comenta Ramiro Podversich, coordinador regional de ProHuerta del
Inta.
Este
programa asiste técnicamente y provee de insumos desde hace 30 años
a la población de bajo recurso para autoconsumo y a productores de
la agricultura familiar que proveen a mercados de la economía
social.
Podversich
agrega que, por la pandemia, hubo un incremento de pedidos de
semillas de sectores de clase media con fines recreativos y
terapéuticos. El especialista asegura que esta tendencia viene
creciendo en los últimos años y está asociada al auge de ferias y
sistemas de provisión que privilegian la relación
productor-consumidor. “Actualmente, el programa trabaja en 45
ferias de la agricultura familiar que ofrecen alimentos en toda la
provincia”, comenta.
Programa
de asistencia
Impulsada
por un aumento de las consultas, la Facultad de Ciencias
Agropecuarias de la UNC lanzó el Programa Asistencia Social
Alimentaria (Pasa). El campo escuela de la facultad está sumando más
hectáreas para la producción de verduras y hortalizas. El objetivo
es garantizar cerca de 61 mil platos mensuales de 650 kilocalorías.
En
junio están cultivando acelga, espinaca, remolacha, lechuga, apio,
lenteja, arveja y maíz. En julio se incorporará la papa. Zanahoria,
zapallito, tomate y pimiento empezarán a cultivarse en septiembre.
El programa también prevé la entrega de 500 huevos y mil litros de
leche por mes.
Conrero
asegura que es común ver que los comedores comunitarios sólo
cocinen guisos con arroz, fideo, algo de pollo y escasas verduras.
Para el decano este escenario es una potencial crisis nutricional a
futuro si no se revierte ahora.
“La
iniciativa también quiere enseñar a producir. En estos tiempos de
crisis hay una necesidad de asegurarse el alimento. Hemos tenido un
crecimiento exponencial de pedidos y de consultas”, asegura.
Y
agrega: “El costo de logística y traslado es lo que más encarece
a estos productos. Con el 30 por ciento de lo que sale comprar estos
alimentos, se pueden producir en casa. Cultivar un kilo de verdura
cuesta entre 10 y 12 pesos”.
La
facultad creó un equipo de asistencia a huertas para formar a
referentes barriales en estas labores. Estos profesionales también
visitarán el lugar para conocer el tipo de suelo y el acceso al agua
con que cuentan.
“Estamos
impulsando la capacitación de la gente en el lugar. Formar un líder
y un referente con nexo permanente con nosotros y que además pueda
capacitar a otras personas”, comenta.
Y
recuerda que el Campus Virtual de la UNC ya cuenta con un curso para
crear una huerta en casa, que es uno de los más vistos por los
usuarios de este sistema de formación a distancia.
Fuente:
Lucas Viano, La huerta familiar y comunitaria, una salida saludable a la crisis, 14 junio 2020, La Voz del Interior.
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