Este
es un artículo de opinión de Cecilia Aguillón, directora de la
Iniciativa de Transición Energética del Instituto de las Américas,
con sede en La Jolla, en California, en Estados Unidos.
por
Cecilia Aguillón
LA
JOLLA, Estados Unidos, 26 jun 2020 (IPS) - La pandemia y la crisis de
covid-19 han llevado al mundo a prestarle una mayor atención y
clamor para redoblar los esfuerzos hacia una transición energética
que ayudaría a reducir las emisiones de CO2. En muchos países de la
región se ha acentuado la forma de manejar los hidrocarburos
teniendo en cuenta la transición energética.
Los
mercados de hidrógeno limpio pueden ser una parte clave en la
recuperación económica causada por la pandemia de la covid-19 ya
que podría acelerar la descarbonización de los sectores de
electricidad y transporte de América Latina, atraer inversiones y
crear empleo.
De
hecho, las posibilidades que tienen las compañías de petróleo y
gas de producir y transportar hidrógeno deberían facilitar y
acelerar su adopción en América Latina, especialmente cuando se
combina con el vasto potencial de energía renovable de la región.
Como
lo señala la Administración de Información de Energía (EIA) de
Estados Unidos, el hidrógeno es el elemento más abundante en el
planeta y el más simple.
Además,
la EIA subraya que «el hidrógeno, similar a la electricidad, es un
portador de energía que debe ser producido a partir de otra
sustancia».
Según
el Departamento de Energía de Estados Unidos, la mayor parte del
hidrógeno que se produce hoy proviene de combustibles fósiles,
específicamente gas natural, pero también se está incrementando su
producción con fuentes renovables como la biomasa, la energía
geotérmica, la solar y la eólica.
Técnicamente,
la mayoría del hidrógeno se produce a través del reformado de
metano a vapor, un proceso de alta temperatura en el que el vapor
reacciona con un combustible de hidrocarburos para producir
hidrógeno.
La
electrólisis también se usa comúnmente para producir hidrógeno
separando H2O en oxígeno e hidrógeno. El hidrógeno se puede
comprimir, licuar, transportar y usar en estaciones de gasolina como combustible para vehículos.
América
Latina cuenta con algunos de los recursos de energía renovable más
abundantes y competitivos en materia de costos del mundo, incluyendo
la hidroelectricidad, la energía solar y la eólica.
Los
elementos que hacen de la región un líder mundial en energías
renovables pueden facilitar una ascensión similar para la producción
de hidrógeno limpio en esta década. Pero es importante tener en
cuenta que para estimular la inversión, las economías de escala
deben ser apoyadas y mejoradas a través de políticas y programas de
incentivos de mercado.
La
industria fotovoltaica (FV), por ejemplo, ha demostrado que las
políticas con una estrategia de implementación bien concebida
incentiva enormemente el mercado y reduce costos de forma acelerada.
La prueba está en que los precios promedio de FV en Estados Unidos
cayeron 89 %, de 359 dólares por MWh (megavatio hora) en 2009 a 40
dólares por MWh en 2019.
En
los últimos 10 años, la mayoría de los países de América Latina
han promulgado metas de energía limpia y leyes que incluyen
incentivos fiscales y objetivos para lograr un porcentaje determinado
de su portafolio de electricidad de fuentes de energía limpia a
plazos específicos.
Mediante
un mecanismo de subasta inversa, se anunciaron licitaciones que
atrajeron ofertas de desarrolladores de energía eólica y solar en
su mayoría. Una importante subasta de energía en México en 2017
resultó en precios alrededor de 20 dólares por MWh.
Las
políticas de energía limpia con objetivos claros e implementación
exitosa han resultado en subastas renovables que se
sobre-suscribieron por toda la región. Las políticas también
engendraron competencia y precios de electricidad entre los más
bajos del mundo, inyectando miles de millones de dólares de
inversión directa a sus economías.
El
sector eléctrico de América Latina está bien posicionado para ser
el principal impulsor de un auge de hidrógeno limpio a medida que el
ritmo de los proyectos de energía solar y eólica continúa
acelerándose.
Sin
embargo, en algunos casos, su naturaleza intermitente crea desajustes
en la oferta y la demanda de electricidad en el sistema, lo que lleva
a los operadores de la red a interrumpir temporalmente la generación
cuando excede la demanda.
Esto
reduce la rentabilidad de las inversiones. Se necesitan baterías
confiables y rentables para abordar el problema. El almacenamiento a
base de hidrógeno está emergiendo como una solución técnicamente
viable y efectiva, pero se debe hacer más para fomentar una
industria competitiva.
Según
el último informe de IRENA (Agencia Internacional de Energías
Renovables) sobre hidrógeno y energías renovables, el costo promedio más bajo de producir hidrógeno a partir del viento es de
23 dólares por MWh. Existe consenso en que reducir el costo de
almacenamiento ayudará a maximizar el uso de la generación de
energía renovable, a reducir las importaciones de energía y a
contribuir a la prosperidad económica.
Hay
aliados naturales en este esfuerzo. Los legisladores y reguladores
junto con las compañías eléctricas y los inversores en energías
renovables están cada vez más alineados con objetivos y metas
similares.
América
Latina no tiene que comenzar desde cero; hay lecciones importantes en
todo el mundo.
Los
proyectos de hidrógeno limpio que se están desarrollando en Asia,
Europa y Estados Unidos podrían conducir a políticas, programas e
industrias sólidas. Las lecciones aprendidas y las mejores prácticas
de los primeros usuarios se pueden cosechar y adaptar para
desarrollar mercados exitosos de hidrógeno.
En
América Latina, Chile podría emerger como el líder del mercado de
hidrógeno limpio, ya que el país tiene un excedente de producción
de electricidad solar y eólica que podría aprovecharse para
producir hidrógeno.
El
gobierno ya está desarrollando un paquete de estímulo pospandémico
con un fuerte enfoque en la descarbonización energética para 2040,
respaldado por políticas agresivas dirigidas a un mayor despliegue
de energías renovables y movilidad eléctrica. El Ministerio de
Energía incluso está trabajando en un plan específico para
desarrollar un mercado de hidrógeno.
Además,
el gobierno chileno está buscando la participación de sus sectores
de energía y electricidad para unirse a este esfuerzo. El éxito de
Chile en el despliegue solar y eólico junto con su nueva estrategia
de descarbonización puede ser un modelo para desarrollar mercados de
hidrógeno sostenibles y sólidos en toda la región.
Para
muchos países de América Latina, uno de los desafíos más
espinosos para reducir las emisiones está en su sector de
transporte. Incluso los mercados de energía renovable muy
promocionados, como Costa Rica, han luchado en reducir el consumo de
combustibles fósiles para el transporte.
El
hidrógeno ofrece una posible solución importante. De hecho, el
hidrógeno puede ayudar a descarbonizar el sector de combustible,
especialmente para el transporte pesado, como autobuses y camiones de
larga distancia, trenes, barcos y aviones.
El
entorno actual de precios bajos del petróleo está proporcionando
alivio a muchos países de subsidios onerosos a los combustibles. De
hecho, en algunos mercados como Ecuador han comenzado a eliminarlos
por completo.
Sería
sabio considerar aplicar algunos de estos ahorros para promover la
modernización de su infraestructura de transporte público para
acomodar el uso de combustibles limpios y, por ende, apoyar el
desarrollo económico y la reducción de las emisiones de CO2
(dióxido de carbono).
Las
compañías petroleras nacionales han tenido que cerrar refinerías
debido a la reciente caída en la demanda de petróleo a razón del
confinamiento para combatir la pandemia de covid-19.
Esta
cuarentena podría brindar la oportunidad para actualizar equipos y
capacitar a los trabajadores en la producción de combustible de
hidrógeno.
Tomar
tales medidas a corto plazo permitiría un paso importante hacia la
diversificación mientras se hace la transición a combustibles
limpios. En algunos casos, las compañías de petróleo y gas pueden
obtener financiamiento a bajo costo además de contar con la
infraestructura, los canales de distribución y el conocimiento para
producir combustibles.
A
medida que los países emergen de la pandemia y revisan las políticas
y los paquetes de estímulo para reactivar sus economías, los
gobiernos deberían considerar diseñar hojas de ruta que incluyan la
promoción de hidrógeno limpio para descarbonizar sus sectores de
energía y transporte.
Uruguay
proporciona un ejemplo de que las alianzas público-privadas pueden
trabajar para desarrollar un mercado local de hidrógeno y uno que
pueda informar a los países vecinos.
La
compañía petrolera nacional, ANCAP, junto con el gobierno, la
compañía eléctrica nacional UTE, el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) e inversores privados están desarrollando un proyecto piloto para producir hidrógeno utilizando energía
renovable para abastecer camiones y autobuses, y para apoyar la
electricidad verde a través del almacenamiento.
Esto
es para cumplir con la meta del gobierno de alcanzar 100 % de energías renovables para 2030.
En
Uruguay, se promulgó una hoja de ruta integral en 2010 con objetivos
claros e hitos específicos que incluye la colaboración activa de
las diversas agencias públicas con roles específicos a desempeñar
para lograr el objetivo.
La
política también exige regulaciones y estándares que promuevan el
uso de energías renovables en todos los sectores de la economía,
haciendo de Uruguay un líder en energía renovable en el cono sur.
La inclusión de los sectores energéticos tradicionales en el
proyecto piloto de hidrógeno podría ayudar al país a alcanzar su
objetivo de descarbonización antes de lo previsto.
Como
lo enfatiza el ejemplo de Uruguay, las políticas bien elaboradas y
la implementación exitosa de regulaciones son esenciales para atraer
inversión nacional y extranjera.
La
tecnología y los recursos para producir hidrógeno limpio ya están
disponibles. La fabricación a escala para lograr rentabilidad ya se
está llevando a cabo gracias a los programas para promover el
hidrógeno en todo el mundo.
El
perfil de inversión actual y los crecientes montos de energía
renovable han demostrado la variedad de actores, desde Wall Street y
capital privado hasta agencias multilaterales y bancos locales e
internacionales, dispuestos a invertir en tecnologías renovables,
particularmente demostrado por los grandes niveles de despliegue de
la energía eólica y solar.
Además,
la capacidad potencial de las compañías de petróleo y gas para
producir y suministrar hidrógeno debería facilitar y acelerar su
adopción en América Latina.
Los
gobiernos de toda la región también deberían considerar la
participación directa en el mercado del hidrógeno limpio. Al servir
como clientes, los gobiernos pueden apoyar y desarrollar un volumen
crítico para la rápida adopción a través de inversión y
modernización de su infraestructura estatal de transporte.
Además,
los gobiernos deberían considerar incentivos fiscales para que la
industria pesada y los proveedores de combustibles tradicionales
adopten la tecnología.
Las
lecciones aprendidas a partir del desarrollo de recientes programas
exitosos de energía renovable deberían inspirar voluntad política
para hacer del hidrógeno limpio el próximo eslabón de la cadena
para lograr economías de cero carbono en toda América Latina para
esta generación.
RV:
EG
Fuente:
Cecilia Aguillón, La economía potencial de hidrógeno verde en América Latina, 26 junio 2020, Inter Press Service.
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