martes, 2 de junio de 2020

El gobierno Trump relaja (todavía más) las normas de control de transgénicos

El gobierno de Estados Unidos aprueba una nueva regulación para rebajar el control sobre los cultivos biotecnológicos.

por Judith Vives

Estados Unidos se relaja en el control de los cultivos biotecnológicos. El gobierno de Donald Trump acaba de aprobar un importante cambio en la regulación estatal por el que algunas plantas modificadas genéticamente ya no tendrán que superar la supervisión del gobierno. La norma entrará en vigor el 5 de abril de 2021.

La nueva legislación, publicada el pasado lunes en el Registro Federal, también exige que se aprueben de forma automática las variaciones de cultivos genéticamente modificados que ya estuvieran previamente establecidos. Esta medida quiere facilitar el acceso al mercado de estos derivados.

Como era de esperar, la noticia ha sido recibida con los brazos abiertos entre los grupos industriales, pero tampoco han faltado las críticas que alertan de la reducción de la supervisión gubernamental a los cultivos transgénicos.

Para la comunidad científica, la relajación de la regulación actual “permitirá que avancen ciertos aspectos de la modificación de genes avancen”, tal y como afirma el genetista de plantas de la Universidad de California, Kent Bradford, en declaraciones a la revista Science.

Los cambios en la normativa dejan exentas de regulación aquellas plantas modificadas genéticamente que hubiesen podido ser criadas de forma convencional. Por el contrario, en los casos en que se mueva un gen entre especies o se vuelva a cablear el metabolismo, aún se requerirá una revisión regulatoria.

La modificación de la ley conlleva que el Servicio de Inspección de Sanidad Animal y Vegetal (APHIS) del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), que controlaba la tecnología para los cultivos biotecnológicos, a partir de ahora se centrará en los nuevos rasgos creados en lugar del proceso. Este cambio de enfoque ha sido reclamado largo tiempo por los investigadores de las plantas.

La Academia Nacional de Ciencias han realizado varios estudios para concluir que el riesgo de que las plantas modificadas genéticamente se conviertan en malezas es, en la mayoría de casos, muy bajo. Según esta institución, las herramientas moleculares generalmente no presentan nuevos riesgos en comparación con las técnicas tradicionales de fitomejoramiento.

El USDA empezó a modificar las regulaciones sobre cultivos transgénicos durante la administración de Obama. En enero de 2017, con Donald Trump ya en la Casa Blanca, se lanzó un borrador de legislación que se retiró nueve meses más tarde, según explican, al recibir comentarios de que sería “demasiado onerosa y podría sofocar la innovación”. El pasado verano se presentó, en periodo de alegaciones, una primera versión de la ley, que ahora se acaba de aprobar.

Así pues, una planta de ingeniería no se regulará si contiene pequeñas modificaciones, como un cambio en un par de bases de aminoácidos o una eliminación de un fragmento de ADN, pues se considera que estos rasgos podrían llegar a producirse a través de la reproducción tradicional.

Por ejemplo, los biólogos moleculares pueden quitar genes de resistencia a enfermedades de varias partes del genoma de una planta y reunirlos en un tramo de ADN, lo que permite incorporar esta modificación fácilmente todos los genes en una variedad. El producto final será el mismo que el creado por los científicos, pero la edición de genes puede ahorrar años de esfuerzo. Sin embargo, la normativa no da luz verde a cambios más importantes, como por ejemplo la movilidad de genes entre plantas relacionadas, como serian pimientos y tomates, puesto que en una reproducción convencional estos no se pueden cruzar.

La normativa sí que facilita la creación de variaciones menores de cultivos modificados genéticamente, para adaptarlos a diferentes climas. Antes, las empresas tenían que pedir a la APHIS que evaluara el riesgo de cualquier nuevo cultivo transgénico que desearan comercializar, incluso si se había modificado de la misma manera que los cultivos ya aprobados. Ahora, APHIS no regulará nuevas variedades de un cultivo biotecnológico ya aprobado.

Sin embargo, no toda la comunidad científica ve estos cambios con buenos ojos. Algunos grupos advierten que si no se notifican los cultivos modificados al USDA, “ni los reguladores gubernamentales ni el público tendrán idea de qué productos de este tipo estarán en el mercado”, alerta el Centro para la Ciencia en el Interés Público en un comunicado.

Por su parte, la Organización de Innovación en Biotecnología (BIO), un importante grupo comercial, anima a las empresas a notificar públicamente los lanzamientos modificados genéticamente.

Fuente:
Judith Vives, El gobierno Trump relaja (todavía más) las normas de control de transgénicos, 30 mayo 2020, La Vanguardia. Consultado 2 junio 2020.

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