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Ecologistas
en Acción publicó una interesante reseña de Fukushima. Porque pasó
marzo, y pasó el aniversario número nueve del desastre, que…
sigue ‘latente’:
La
central de Fukushima Daiichi sigue siendo una amenaza: casi todo el
combustible sigue allí, necesitará refrigeración durante años y
los vertidos y residuos radiactivos se acumulan en la zona mientras
la población es obligada por el gobierno nipón a regresar;
probablemente de nuevo se verterá agua radiactiva al mar; los
residuos radiactivos de la limpieza se acumulan en la zona; los
habitantes evacuados se ven forzados por su propio gobierno a
regresar. Y para taparlo todo… las Olimpiadas arrancan a solo 20 km
de la zona cero.
Ecologistas
en Acción apoya la campaña internacional “Juegos Olímpicos
Libres de Nucleares 2020”, y manifiesta una vez más que el riesgo
de la energía nuclear es inasumible, y menos aún para una
contribución de menos del 5 % de la energía que utiliza el mundo.
Los
trabajos de descontaminación avanzan muy lentamente. Siguen allí
las 880 toneladas de combustible nuclear fundido y empiezan a
manifestarse dudas de que puedan retirarse completamente algún día,
lo que exigiría encerrar los reactores en un sarcófago.
Mientras
el combustible esté ahí, hay que mantener un flujo de agua para
refrigerarlo, pero además penetran aguas subterráneas, y esto crea
un gravísimo problema porque el agua se convierte en radiactiva y
hay que almacenarla. Es un residuo peligroso y muy voluminoso, supera
ya los 1,12 millones de metros cúbicos.
Se
mantiene en enormes tanques de 1000 m³, pero al ritmo de entrada de
agua en los reactores, 170 m³/día en 2018, se necesita un nuevo
tanque cada seis días. Y se están quedando sin espacio.
Para
reducir la radiactividad del agua se somete a un proceso de
eliminación de materiales radiactivos, de manera que solo quede
tritio, puesto que es imposible de separar y su vida media no es
larga (12,3 años).
Con
estas condiciones, las autoridades japonesas, con el apoyo del
Organismo Internacional de Energía Atómica, consideran que puede
verterse al mar. En septiembre de 2015 se arrojaron 800 toneladas al
Océano Pacífico. Pero la prensa japonesa destapó en 2018 los
fallos de ese proceso.
Tokyo
Electric Power Company ocultaba que de los 890.000 m³ de agua
tratada a partir de septiembre de 2018 aproximadamente el 84 %
contenían concentraciones más altas de sustancias radiactivas que
los niveles permitidos para su liberación al océano.
En
65.000 m³ de agua tratada, los niveles de estroncio-90 son más que
100 veces por encima de los estándares de seguridad. En algunos
tanques, los niveles superan los límites en un factor de 20.000 con
cesio-137 y yodo-129.
No
parece que esto vaya a detener los vertidos. El gobierno lo está
sometiendo a consulta, pero el ministro de Medio Ambiente nipón se
ha pronunciado a favor y ha provocado la furia de los pescadores y la
preocupación de países vecinos. La OIEA persiste en aconsejarlo.
Aunque
el gobierno continúa levantando las órdenes de restricción para
los municipios afectados, la ciudadanía evacuada por el accidente
nuclear, unos 39.000 residentes, no se atreve a volver porque se la
obliga a vivir con niveles de radiactividad que pueden superar veinte
veces los estándares internacionales.
El
procedimiento gubernamental para convencerles es suprimir las ayudas
para vivienda. Los relatores especiales de la Comisión de Derechos
Humanos de la ONU han declarado su preocupación por las políticas
japonesas sobre los evacuados y las violaciones de los derechos
humanos de familias y trabajadores de la descontaminación.
Y
en medio de todas estas dificultades y esfuerzos, el primer ministro
japonés, Shinzo Abe, pretendía pasar página con la celebración de
los JJ OO 2020.
Parece
querer arrinconar la catástrofe nuclear con la llama olímpica pues
partiría del centro deportivo J-Village, a 20 km del lugar más
peligroso del país, la central siniestrada.
Pero
la contaminación radiactiva de un territorio es muy difícil de
eliminar completamente, y el gobierno se ha encontrado con la
denuncia de un Equipo de Monitoreo Nuclear y Protección Radiológica
de Greenpeace Japón sobre sitios con niveles de radiación 1,700
veces más altos de lo aceptado por las autoridades, hasta 71
microsieverts por hora en los puntos calientes, frente a 0.23
considerados admisibles.
Cómo
es que se cerró el problema? no por la radiación, sino por el
coronavirus. No ha terminado el problema, pues probablemente Japón
propondrá hacerlo en 2021, convocando a miles de personas al estadio
de la ciudad de Fukushima para los partidos de béisbol y softbol, a
unos 65 km de la central.
No
es una decisión responsable si la prioridad es garantizar la
seguridad pública. Se comprende que el equipo de Corea del Sur
quiera llevar su propia comida y sus medidores de radiación.
Para
Ecologistas en Acción la celebración de las olimpiadas en las
circunstancias del desastre nuclear japonés lleva el mensaje de
cerrar el periodo de catástrofe y forzar a la población a aceptar
el legado radiactivo con ánimo patriótico. Y claramente, eso es una
locura.
Fuente:
Ecologistas en Accion
"Fuku", de Michael Proepper. |
Contenido
-
Avances y sueños en agroecología. Javier Souza
Recordando
-
Pablo Picasso
-
Khalil Gibrán
-
Niños de Chernobyl en Argentina
-
César Vallejo
Ecología,
desarrollo Sustentable y Culturas
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Conductora
Silvana
Buján es Argentina, licenciada en Ciencias de la Comunicación
Social y periodista científico y ambiental, ejerciendo desde hace
más de dos décadas de manera ininterrumpida a través de radios y
medios gráficos del país y del exterior.
Es
activista ecologista y participa, dirige o coordina organizaciones no
gubernamentales y redes temáticas. Es conferencista y consultora en
temas de ambiente y desarrollo. Ha obtenido tres veces el 1º Premio
a la Divulgación Científica de la Universidad de Buenos Aires
(2009, 2012, 2014) y el 2º Premio en 2010; el 1º Premio
Latinoamericano y del Caribe del Agua CATHALAC-UNESCO 2009; Ocho
Premios Martin Fierro por sus trabajos en radio y 21 nominaciones. Ha
sido Premio Nacional de Periodismo en el año 2007, 1º Premio del
Congreso Tabaco o Salud 2010, 1º Premio de Periodismo en Salud de la
Asociación Médica Argentina 2010 Distinción honorífica Colegio de
Ingenieros DII por su labor en difusión ambiental, 2013.
Lleva
adelante desde 1998 ECOS ciclo de periodismo científico abocado al
ambiente y las culturas. Y CALIDAD EN VIDA, de periodismo médico,
cultura y salud. Dirige BIOS, ONG miembro de la Red Nacional de
Acción Ecologista y la Coalición Ciudadana Antiincineración. Es
miembro del Comité Consultivo de GAIA internacional. Es miembro de
la Red Argentina de Periodismo Científico y la Red Latinoamericana
de Periodismo Ambiental. Vive en Mar del Plata.
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