En
zonas de origen de los niños wichí fallecidos. Un especialista lo
analizó tras conformar un mapa con el que señala la ubicación
geográfica de los fallecimientos.
“Las
comunidades de donde eran oriundos los niños fallecidos están
ubicadas en una región sujeta a una radical transformación del
paisaje natural”. Esa fue una de las conclusiones de Andrés Leake,
doctor en Ciencias Ambientales. El especialista elaboró un mapa en
el cual señaló los lugares de origen de los siete niños que
fallecieron por causas evitables, cinco de ellos a raíz de una
desnutrición o deshidratación. La información fue superpuesta en
relación a la ubicación de comunidades indígenas y superficies
desmontadas.
Los
casos se ubican dentro de los departamentos de San Martín y
Rivadavia, en el norte provincial. Una de las principales causas que
se apuntan son los desmontes realizados a raíz de la extensión de
la frontera agrícola.
En
ambos departamentos se perdieron en 18 años un total de 438 mil
hectáreas de monte. Esto, dijo Leake, implicó que en San Martín se
perdiera un 21 por ciento de la superficie boscosa que tenía en el
año 2000. En ese mismo lapso Rivadavia perdió el 8.4 por ciento de
su superficie boscosa.
Al
hacer su análisis, Leake sostuvo que “si bien la distribución de
los casos de niños fallecidos no sugiere a una simple relación con
la distribución de superficies desmontadas, queda evidente que las
comunidades están ubicadas en una región sujeta a una radical
transformación del paisaje natural, lo cual ha conllevado a la
desarticulación de su economía tradicional”.
También
llamó la atención sobre otra característica: la distribución
geográfica de muertes coincide mayormente con localidades que tienen
accesibilidad a las rutas y caminos principales del norte salteño.
La única excepción es en Las Vertientes, un paraje sobre el Río
Pilcomayo, próximo al límite con Formosa. La intriga que surge es
cuál es la situación en aquellas comunidades con dificultades de
accesibilidad.
Los
casos
De
los casos investigados por Salta 12 se registraron los siguientes: el
7 de enero pasado, falleció un niño en el Hospital Materno
Infantil, en Salta Capital. No se reconoció la desnutrición como
causa, aunque sí el riesgo nutricional. El niño de un año y dos
meses era de La Mora, comunidad wichí del departamento San Martín,
ubicada cerca de la ciudad de Tartagal.
El
11 de enero murió otro niño wichí de dos años, era de Misión El
Quebrachal, en General Ballivián, departamento San Martín. Falleció
en su domicilio. Los estudios preliminares de la autopsia confirmaron
que al menos tenía bajo peso.
La
tercera muerte tuvo lugar el mismo día en el Hospital de Santa
Victoria Este. Se trató de un niño de dos años oriundo de la
comunidad wichí de Rancho El Ñato. El informe indicó una
insuficiencia orgánica a causa de una deshidratación por vómitos y
diarrea.
La
cuarta muerte fue el 17 de enero. Una nena de dos años y 8 meses,
hija de madre y padre de población criolla, falleció tras ser
trasladada de Morillo (en Rivadavia Banda Norte) al hospital de mayor
complejidad de Orán. Aunque las autoridades de Salud culparon a los
padres por “consulta tardía” de una diarrea de cinco días, no
quedó claro lo ocurrido. Otras fuentes sostuvieron que se trató de
una intoxicación medicamentosa.
La
quinta muerte fue el 21 de enero. En este caso de un niño de ocho
meses en el Hospital Juan Domingo Perón de Tartagal. Algunas
versiones insistieron con la desnutrición pero médicos confirmaron
que el niño estaba con el peso adecuado. El nene, oriundo de la
Comunidad wichí Las Vertientes (en jurisdicción del municipio de
Santa Victoria Este, en el departamento Rivadavia), fue trasladado en
vuelo sanitario. Los médicos afirmaron que la muerte fue a raíz de
un problema respiratorio. Y el gobierno culpó a los padres por haber
obstaculizado el traslado de los niños, lo que generó
manifestaciones de indignación en los medios y redes sociales por
las declaraciones oficiales.
La
sexta muerte fue el 26 de enero. Se trató de un niño wichi que
tenía un año y 10 meses. Era de la comunidad de El Tráfico. Estaba
con sus padres en Los Blancos (Rivadavia Banda Norte), cuando mostró
falencias en su salud. Falleció cuando estaba siendo trasladado en
ambulancia al hospital de Orán. El vehículo se descompuso en el
camino. Según el certificado de defunción que facilitaron las
autoridades de la comunidad, el niño falleció a raíz de un paro
cardiorrespiratorio. Pero las causas que originaron el fallecimiento,
según ese certificado, fueron la deshidratación y desnutrición
crónica.
La
séptima muerte fue el 6 de febrero. En este caso se trató de una
niña wichi de 5 años con un cuadro de deshidratación e infeccioso.
Era de la Misión San Luis, ubicada a siete kilómetros del Hospital
de Santa Victoria. La ministra de salud, Josefina Medrano, se
encontraba en ese establecimiento cuando ocurrió la muerte. Negó
que se tratara de un caso de desnutrición y la causa quedo en duda.
Para ello se debía hacer una autopsia de la nena. Pero los padres se
negaron a esa práctica.
Morirse
de hambre en la tierra bendita del pan
Los
obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Aborigen emitieron el
14 de febrero que pasó un comunicado para manifestarse por la
situación que se vive a raíz de esta realidad que involucra al
Pueblo Wichí.
Sostuvieron
que a la luz de la exhortación apostólica “Querida Amazonía”
es preciso “mirar la realidad angustiante que viven los pueblos y
comunidades originarias y también criollas de la región de nuestro
chaco argentino, por la desnutrición y muerte de los niños, la
falta de agua potable y otros flagelos”.
Sostuvieron
que no se pueden dar “respuestas inmediatas a las urgencias
sociales y sanitarias que viven muchas comunidades pero sí asumir
una actitud misericordiosa que nos libere de la indiferencia y del
sensacionalismo mediático y nos haga solidarios con sufrimiento de
los más olvidados”.
También
recordaron las palabras del Papa Francisco referidas a la Amazonía
que “nos ayudan a comprender la actual situación que viven los
pueblos originarios en nuestro Chaco argentino: ‘la disparidad de
poder es enorme, los débiles no tienen recursos para defenderse,
mientras el ganador sigue llevándose todo…poderes locales con la
excusa del desarrollo participaron de alianzas con el objetivo de
arrasar la selva de manera impune y sin límites’”.
Los
obispos Luis Scozzina, Angel José Macin, y Juan José Chaparro (de
Orán, en Salta, Reconquista en Chaco y Bariloche en Río Negro),
afirmaron que “una sociedad que no sabe cuidar a los niños y de
los grupos más vulnerables corre serios riego de implosión y
muerte. No podemos hipotecar nuestro futuro ni dejar que nos roben la
esperanza ya que no es posible ‘morirse de hambre en la tierra
bendita del pan’”.
Insistieron
en la necesidad de “escuchar el clamor de las comunidades
originarias, que nos interpela como Iglesia y como sociedad,
comprometiéndonos a dialogar y articular, desde ENDEPA, con las
organizaciones de la sociedad civil que acompañan diversos
emprendimientos comunitarios y de asistencia en el territorio, y con
los gobiernos locales, provinciales y nacional, acciones concretas y
también estructurales que modifiquen la realidad actual”.
Fuente:
Se desmontaron casi medio millón de hectáreas en 18 años, 18 febrero 2020, Página/12.
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