MONTEVIDEO,
18 feb 2020 (IPS) - Cuando Aníbal Ántola compró su casa en el
barrio de Jacinto Vera de Montevideo, supo que correría el riesgo de
sufrir inundaciones. Al cerrar la compra en 1995, firmó un documento
que señalaba algunos incidentes del pasado. Sin embargo, durante más
de 15 años, tuvo suerte y no experimentó ningún problema.
Las
cosas cambiaron en 2016. Durante la primera tormenta de la temporada
de lluvias, su casa se inundó y se destruyeron tesoros invaluables
como las fotografías de sus abuelos.
A
pesar de ello, Aníbal decidió quedarse. Para él, mudarse y perder
el sentido de comunidad que había desarrollado en su barrio era algo
devastador. “Algunos vecinos se fueron y me pregunté a mi mismo,
¿debería irme o quedarme? Decidí quedarme”, dice.
La
capital de Uruguay no es la única ciudad con este problema. Con la
crisis climática, las ciudades se han vuelto más vulnerables a las
inundaciones debido a que las tormentas son más frecuentes e
intensas. Los eventos climáticos extremos como inundaciones o
sequías, que normalmente ocurren cada diez años, ahora suceden cada
cinco años y con mayor fuerza.
En
el caso de las inundaciones urbanas, mitigar y responder al problema
suele recaer en los gobiernos locales. Para la ciudad de Montevideo,
responder a este problema requirió una radical mejora en su
infraestructura de agua y saneamiento.
La
necesidad nació de la antigüedad de la infraestructura existente.
Montevideo fue la primera ciudad de América Latina en crear un
sistema de agua y saneamiento. Lo empezaron a construir en 1886, poco
después de ciudades como Londres y Nueva York. Con los años, la
población se multiplicó y con ello también creció la demanda de
agua, pero las tuberías nunca fueron renovadas. Eventualmente, la
infraestructura resultó insuficiente.
Barrio
de La Comercial
Jeanette
Berrueta vivió de primera mano cómo los montevideanos se habían
intentado adaptar a esta situación.
Cuando
ella y su esposo compraron una casa en el barrio de La Comercial,
encontraron que los antiguos dueños instalaron dos rieles de
aproximadamente 60 centímetros a los lados de la puerta de entrada.
¿Su propósito? Cada vez que se inundaba la calle, ponían tablas de
madera sobre ellas para poder entrar a su casa. Sin embargo, en la
última temporada de lluvias, incluso estas medidas fueron
insuficientes y el agua entró a la casa.
Históricamente,
cada tres o cuatro años ocurren tormentas de mayor intensidad que
causan inundaciones de hasta metro y medio sobre el nivel de la calle
en ciertas partes de la ciudad. La mayoría de estos eventos ocurren
sin advertencia y de manera rápida; algunas áreas se inundan en
menos de dos horas y experimentan fuertes daños materiales.
“Algunas
veces ocurren eventos grandes, pero no ocurren cada año”, dice
Aníbal, que ha visto muchos de sus vecinos abandonar el barrio.
Jeanette también se ha resistido a perder su “refugio”, como
llama a su casa.
En
respuesta a este problema, Montevideo decidió invertir en
infraestructura resiliente a inundaciones para que Aníbal, Jeanette
y sus miles de vecinos pudieran permanecer en sus comunidades, sin
miedo de perder sus pertenencias y propiedades.
Desde
1980, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las
autoridades locales iniciaron obras para crear una mejor planeación
urbana en el ámbito de saneamiento. Además de conectar a miles de
ciudadanos que carecían acceso a este servicio, bajo el plan se
limpiaron las principales playas en un corto periodo de tiempo.
En
marzo de 2011, empezaron obras para resolver el problema de
inundaciones urbanas.
El
objetivo de esa fase del proyecto es minimizar el impacto de la
insuficiencia de drenajes en tres áreas prioritarias, basadas en la
frecuencia de las inundaciones y el impacto sobre sus residentes,
edificios, casas y caminos. En estas zonas, que se localizan a
kilómetros de distancia de ríos o mares, construir tuberías
subterráneas para capturar y transportar el agua de las inundaciones
sería prohibitivamente costoso.
Por
ello, la ciudad optó por construir unos tanques de concreto
subterráneos para almacenar el agua. Mediante un préstamo de $25
millones de dólares financiado por el Banco Interamericano de
Desarrollo, se construyeron cinco tanques en diferentes partes de la
ciudad.
Tanque
subterráneo para prevenir inundaciones
Cada
uno mide aproximadamente la mitad de una cuadra, están
aproximadamente a tres metros de profundidad y pueden almacenar 5
millones de litros. Cuando llueve, el agua entra al drenaje y se
libera al sistema de saneamiento existente; cuando las tuberías se
saturan, el exceso de agua se redirige a los tanques para que no se
inunden las calles.
Con
este financiamiento, también se construyeron y equiparon 12
estaciones metereológicas para fortalecer la capacidad de la
respuesta de la ciudad de monitorear tormentas.
Parques
sobre tanques subterráneos
Encima
de los tanques de almacenamiento se construyeron parques y plazas,
los cuales fueron diseñados en consulta con los vecinos. Tanto
Aníbal como Jeanette están encantados con el proyecto: “Ahora
puedo salir de casa sin miedo de que esté inundada cuando regrese”,
dice Jeanette.
La
nueva red de tuberías y tanques beneficia directamente a más de
1500 familias y ha mejorado la resiliencia a inundaciones de toda la
ciudad. “Con este proyecto, hemos ayudado a Montevideo a mejorar su
resiliencia a los efectos de la crisis climática”, dice Tania
Páez, especialista de la división de agua y saneamiento del BID.
Este
artículo fue publicado originalmente por el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID).
RV:
EG
Fuente:
Las soluciones de Montevideo a las inundaciones, 18 febrero 2020, Inter Press Service. Consultado 21 febrero 2020.
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