Los
bosques que rodean Caño Cristales, el río colombiano de "cinco
colores", ardieron esta semana ante la impotencia de comunidades
campesinas e indígenas de la zona. Es el enésimo capítulo de
deforestación, una emergencia climática que afecta a toda la
Amazonía con el oscuro sello de las bandas criminales.
por
Ares Biescas Rué
Las
llamas devoraron unas 200 hectáreas de vegetación de la Serranía
de la Macarena -que alberga dos parques nacionales naturales-, un
corredor de biodiversidad donde confluyen los ecosistemas de los
Andes, la Orinoquía y la Amazonía, en el departamento del Meta,
centro del país.
El
área quemada por el incendio, ya extinguido, aumentó el contador de
hectáreas deforestadas de Colombia, pese a la insistencia del
Gobierno en que la deforestación es cada vez menor.
A
pesar de que en 2018 el Instituto de Hidrología, Meteorología y
Estudios Ambientales (Ideam) contabilizó 197.159 hectáreas
deforestadas, un 10 % menos que en 2017, la cifra es todavía
alarmante porque en este último se habían registrado niveles
máximos, sobre todo en la Amazonía.
El
origen de la tragedia, en muchos casos, responde a la presencia y los
intereses de grupos armados ilegales, narcotraficantes o disidencias
de antiguas guerrillas que hacen de la riqueza del ecosistema la
fuente de sus negocios.
Versiones
contradictorias
El
Gobierno informó el sábado pasado de que disidencias de las FARC
habían provocado la quema que afectó los parques nacionales
naturales de Tinigua y Sierra de La Macarena para ampliar las zonas
donde siembran cultivos de coca.
Sin
embargo, el delegado para Asuntos Ambientales y Agrarios de la
Procuraduría General de la Nación (Ministerio Público), Diego
Trujillo, explicó a Efe que “hay muchas versiones contradictorias
en lo relacionado con los hechos”.
“Tantas
versiones lo único que demuestran es que no hay uniformidad ni un
buen manejo de la información. El Gobierno y las Fuerzas Militares
tienen que apresurarse para que entre la Policía y el Ejército
aclaren qué ha ocurrido de verdad”, enfatizó el delegado
ambiental.
Trujillo
explicó que en la deforestación el pastel se reparte entre
“disidencias de las FARC, paramilitares o narcos: todos reciben
como combustible el interés de importantes empresas que quieren
pescar en río revuelto en esta falta de orden en el territorio”.
La
preocupación de la Procuraduría, que se constituirá como parte
civil en la denuncia penal del incendio, es que las quemas permitan
que grupos ilegales y empresas privadas vinculadas con la
agroindustria ocupen hectáreas que antes estaban protegidas por ser
parques naturales nacionales.
“Aquí
el que está ganando puede ser el que menos pensamos”, agregó
Trujillo.
Denuncias
de los campesinos
Para
parar la deforestación, el Gobierno del presidente Iván Duque
impulsó el año pasado la Operación Artemisa en los parques
naturales del país.
En
esta operación las autoridades capturaron a 20 personas en otro
lugar de la zona por su presunta implicación en la deforestación de
parques naturales y entregaron a cinco niños al Instituto Colombiano
de Bienestar Familiar (ICBF), entidad encargada de la protección de
infantes y adolescentes.
Organizaciones
de defensa de derechos humanos, como Dejusticia, y colectivos
campesinos criticaron que estas detenciones criminalizan a los
campesinos y los pueden estar afectando de “manera
desproporcionada”.
Carmenza
Gómez, campesina de La Macarena, uno de los municipios aledaños al
incendio, lamentó a Efe que la comunidad tiene “miedo por las
detenciones y las judicializaciones” y denunció que el Ejército y
la Policía “detienen a la gente y queman las casas de campesinos y
colonos que históricamente han vivido allí”.
Gómez
negó que ellos alentasen la deforestación y aseguró que las
personas que atacan los bosques “son actores ajenos al territorio”.
“Allá
ha llegado mucha gente extraña que antes no se veía y que ha venido
talando indiscriminadamente, nosotros no defendemos a esas personas”,
insistió Gómez.
En
la misma dirección, Trujillo criticó que “se está reventando la
cuerda por la parte más delgada” y reveló que la Procuraduría
tiene información de que “economías ilegales están utilizando a
pequeños campesinos que aparecen como ocupantes de las tierras y al
final son los que están judicializando hoy por delitos ambientales”.
Lucha
por el medio ambiente
A
pesar de las críticas, en el Ministerio de Medio Ambiente argumentan
que se ha atajado el aumento de la deforestación en los últimos dos
años y que Colombia es el país de la región que está mostrando
mejores resultados en este propósito.
“Somos
el país que está ganando la batalla contra esto. Hemos tenido una
política que lucha contra los crímenes ambientales, también en la
frontera tenemos control de tráfico de flora y fauna. Colombia es un
ejemplo para el mundo entero”, aseveró a Efe en entrevista
telefónica el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Lozano.
El
Ideam calcula que los Parques Nacionales Naturales perdieron 21.046
hectáreas solo en 2018, con el agravante de que, en esas reservas
-que corresponden a más del 12 % de Colombia- está el 32 % de la
biodiversidad identificada en el país.
Detrás
de estas tensiones, los principales afectados son la biodiversidad y
la riqueza que los bosques protegidos le aportan a Colombia y al
mundo, reservas habitadas por comunidades indígenas ancestrales con
un futuro incierto.
Fuente:
Ares Biescas Rué, Las llamas y la ilegalidad consumen la biodiversidad colombiana, 28 febrero 2020, EFEverde. Consultado 28 febrero 2020.
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