Las
cataratas de Juanacatlán, en el Estado mexicano de Jalisco, son una
postal crítica del río Santiago, afectado por la destrucción
medioambiental y el silencio de las autoridades.
por
Elías Camhaji
El
caso del río Santiago es uno de los más escandalosos de
contaminación en México. La descarga de aguas negras y desechos
agrícolas e industriales en el caudal del Estado de Jalisco (en el
Oeste del país) fueron solapadas y consentidas durante décadas. La
toxicidad ha llegado a los cuerpos de miles de niños y adultos
afectados con daños renales, hematológicos y cognitivos. Especies
de flora y fauna han desaparecido del mapa. Las cataratas del Salto
de Juanacatlán, conocidas en los años setenta como el Niágara
mexicano, han perdido su volumen y desprenden un olor fétido e
insoportable según sus habitantes.
"Nos
están envenenando", resume Alan Carmona, integrante del
colectivo Un Salto de Vida. Las autoridades de Jalisco, del partido
Movimiento Ciudadano, han lanzado una estrategia de rescate del río,
pero acusan la falta de apoyo del Gobierno federal, en manos de
Morena, para dar solución al problema. Los pobladores exigen
desesperados un freno a la devastación y la reparación de las
afectaciones.
El
Santiago se extiende por casi 500 kilómetros desde el lago de
Chapala hasta el Pacífico. Las ciudades de El Salto y Juanacatlán,
donde se encuentran las cascadas, son parte del corredor industrial
más importante de Jalisco, uno de los motores productivos más
importantes de México. El río también da agua a más de ocho
millones de personas y es la principal fuente de abastecimiento de
Guadalajara, la segunda zona metropolitana más grande del país.
En
2008, un niño de ocho años que vivía en El Salto cayó al río y
murió intoxicado. Un estudio del Instituto Mexicano de Tecnologías
del Agua hecho entre 2009 y 2011 identificó 1.090 sustancias
químicas en el Santiago. Otro informe de 2009 realizado por la
Universidad Autónoma de San Luis Potosí encontró cadmio, precursor
del daño renal, en el 98% de su muestra recogida en El Salto. El 94 %
de la muestra de Juanacatlán tenía plomo, asociado a afectaciones
neurológicas en la sangre. Más de la mitad de los análisis de El
Salto y un tercio de los de Juanacatlán contenían mercurio, que
daña el sistema nervioso, el aparato digestivo, los pulmones y la
piel.
El
informe de la universidad potosina fue ocultado más de una década
por autoridades locales a pesar de exponer un rosario de fenómenos
como cambios en la sangre, trastornos emocionales, disminución de
las habilidades cognitivas, problemas gastrointestinales y renales.
"Todos aquí conocemos a algún amigo o familiar que ha muerto
por la contaminación", asegura Carmona. Un Salto de Vida ha
denunciado ante el ombudsman local lo que acusan es un "crimen
de Estado" y un "genocidio".
El
caudal tóxico no solo está compuesto por desechos industriales,
aguas residuales, pesticidas y fertilizantes del campo. En El Salto
está el vertedero de Los Laureles, uno de los más importantes para
Guadalajara, cuyos lixiviados afectan la zona y que en abril pasado
registró un incendio que duró al menos cinco días. Los planes de
instalación de nuevas presas y termoeléctricas en la región han
sido cancelados, pero hubo anuncios de inversiones millonarias para
este corredor industrial. Todo quedó retratado a finales de 2019 en
el toxitour, una iniciativa ciudadana que visibilizó los estragos en
la zona.
El
abuso de las aguas ha sido crucial para el despegue económico de
Jalisco. El Estado tiene leyes laxas y vigilancia insuficiente,
sostiene la investigadora de Universidad Autónoma de Zacatecas,
Cindy McCulligh. Las políticas de autorregulación del mercado e
indemnización fracasaron por la corrupción y la impunidad. La norma
federal que regula la descarga de sustancias no se ha actualizado
desde 1996. La Comisión Nacional del Agua (Conagua) realizó el año
pasado 2.696 inspecciones cuando el promedio entre 2010 y 2018 fue de
casi de 7.700, según cálculos de McCulligh con datos oficiales. La
investigadora asegura que la política de austeridad del Gobierno de
Andrés Manuel López Obrador es la responsable de la disminución.
"Es lamentable y un problema en todo el país", afirma. La
Conagua responde que el enfoque es cualitativo y que se centra en las
acciones que tengan mayor beneficio.
"Era
un problema que no podíamos obviar", reconoce Patricia
Martínez, coordinadora de Gestión Territorial del Gobierno de
Jalisco. Las autoridades estatales impulsaron a principios de febrero
un plan que puso en el centro del discurso este problema. El Gobierno
anunció la clausura de Los Laureles para 2021, la creación de un
registro de descargas contaminantes, una inversión de 2.000 millones
de pesos (105 millones de dólares) centrada en el tratamiento de
aguas residuales de las ciudades y emitió una lista de 29 empresas
que "podrían" estar ligadas a la emisión de aguas
contaminantes.
Se
anunció “tolerancia cero” para estas compañías, entre las que
figuran grandes productores de tequila, industrias petroquímicas,
del sector automotriz y gigantes trasnacionales de los alimentos.
“Algunas empresas limpiaron la casa y después dejaron entrar al
Gobierno, es una simulación”, responde Carmona. “Se anuncian 800
millones de pesos [42 millones de dólares] para infraestructura,
pero menos de dos millones a la detección de enfermedades, no hay un
enfoque preventivo”, agrega.
“Como
Gobierno estamos en deuda”, admite Sergio Graf, secretario estatal
de Medio Ambiente. Las autoridades defienden que la estrategia es
integral, que habrá estudios sobre el impacto sanitario y que puede
conciliarse el crecimiento económico sin afectar el medioambiente.
También reclaman la “ausencia” del Gobierno federal, aunque los
funcionarios dicen que hay “voluntad” para colaborar. La Conagua,
un organismo federal, investiga a las 29 empresas señaladas y ha
destinado más de 150 millones de pesos, unos ocho millones de
dólares, para la cuenca del río. "El deterioro es resultado de
la inacción de la autoridad en sus tres niveles", defiende la
Conagua.
La
devastación del río ha llegado hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que emitió hace dos semanas medidas cautelares
contra México si no revierte el daño. Los afectados analizan llevar
el caso a tribunales internacionales. “Es posible revertir la
situación, pero se necesitan medidas que tomen en cuenta a las
comunidades”, insiste McCulligh. Mientras se reparten las
responsabilidades por un crimen ambiental sistemático y prolongado,
los niños analizados en los estudios silenciados se han convertido
en adultos. Y exigen respuestas.
Fuente:
Elías Camhaji, El ‘Niágara mexicano’ se ahoga en residuos tóxicos, 20 febrero 2020, El País. Consultado 21 febrero 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario