Los
científicos estudian cambios en la dieta de los bovinos y la gestión
de residuos para mitigar la huella ecológica.
por
Mar Centenera
En
Argentina, una de las potencias ganaderas del mundo, hay más vacas
que personas: unos 54 millones frente a 44. Alabada por su calidad,
la carne bovina se exporta a numerosos países y se devora también
en casa, donde por ahora se minimizan las alarmas encendidas ante la
contaminación de estos rumiantes. El metano que liberan las vacas al
eructar supone cerca del 20 % de las emisiones de gases de efecto
invernadero en Argentina, la mayor amenaza al cambio climático en el
país, según el Inventario realizado por la Secretaría de Ambiente
en 2017. Si se le suman los residuos, la deforestación para plantar
pasto, la producción de piensos y el procesamiento de carne, entre
otros, ascienden al 35 % de las emisiones totales.
Las
emisiones de los bovinos en Argentina superan a la del parque
automotor, el segundo contaminante, y, más aún, a las
industriales, en retroceso por la crisis económica.
El peligro de la ganadería para el cambio climático saltó a los medios el pasado julio, cuando los veganos irrumpieron en la mayor exposición rural del país para exigir el fin de toda explotación animal. Sin embargo, la dura respuesta de los ganaderos, que los expulsaron a patadas desde caballos, y el respaldo gubernamental a un sector que en 2018 generó ingresos por más de 2.000 millones de dólares solo en exportaciones muestran la dificultad para modificar uno de los pocos negocios que crecen en este contexto adverso-
El peligro de la ganadería para el cambio climático saltó a los medios el pasado julio, cuando los veganos irrumpieron en la mayor exposición rural del país para exigir el fin de toda explotación animal. Sin embargo, la dura respuesta de los ganaderos, que los expulsaron a patadas desde caballos, y el respaldo gubernamental a un sector que en 2018 generó ingresos por más de 2.000 millones de dólares solo en exportaciones muestran la dificultad para modificar uno de los pocos negocios que crecen en este contexto adverso-
"Argentina
tiene la ganadería que tiene y gracias a eso puede generar empleo y
mejorar la economía de nuestro país. Es nuestro sistema productivo
y hay que respetarlo. Pero por otro lado hay también cien millones
de hectáreas de pastizales naturales que absorben cualquier emisión
de gas metano que se pueda dar. Lo primero, antes que hablar, hay que
informarse”, responde a El País el ministro de Agroindustria, Luis
Miguel Etchevehere, tras el cuestionamiento realizado el lunes por la
adolescente Greta Thunberg a cinco países, entre ellos Argentina, en
la cumbre climática de Naciones Unidas.
Los
primeros pasos para reducir la huella ecológica de la ganadería se
han dado desde la ciencia. En 2010, un equipo liderado por Guillermo
Berra dio a conocer unas mochilas que capturaban los gases en el
interior del aparato digestivo bovino para utilizarlos como fuente
energética. Nueve años después, descartado ese proyecto por
inviable, los científicos concentran sus esfuerzos en modificaciones
de la dieta y gestión de los residuos.
Laura
Guzmán, especialista en nutrición animal del Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria (INTA), trabajó con Berra en el extinto
proyecto de las vacas mochileras. Ahora, desde la céntrica provincia
de San Luis ha adaptado equipos portátiles industriales que
controlan las pérdidas de metano para colocarlos en el rumen de los
bovinos (uno de los compartimentos de su aparato digestivo) y
calcular los gases que generan. “Medimos al animal durante un mes,
después se saca y se le cierra la herida”, cuenta Guzmán.
Para
poder digerir los alimentos, las vacas los descomponen gracias al
trabajo de numerosos microorganismos en el rumen. Este proceso,
conocido como fermentación entérica, produce el metano que las
vacas después eliminan a través de eructos y flatulencias. Su
peligrosidad recae en que un kilogramo de metano liberado a la
atmósfera tiene, aproximadamente, el mismo potencial de
calentamiento que 25 kilogramos de CO2, por lo que los 200 gramos
expulsados al día equivalen a unos cinco kilogramos en unidades de
dióxido de carbono.
Según
los resultados preliminares de la investigación de Guzmán, “varía
de 7 % a 25 %” la cantidad de metano emitido. “Las dietas más
concentradas, con grano, son más eficientes en la conversión que
las forrajeras, que producen una mayor cantidad de metano”, señala
esta investigadora. Es decir, los animales criados en los
establecimientos de engorde a corral (conocidos como feedlot en
Argentina) “emiten menos metano por cantidad de kilo de carne
producida que los de ganadería extensiva”.
Banira
Lombardi, investigadora de la Universidad Nacional del Centro de la
provincia de Buenos Aires, pasó de trabajar con Berra a estudiar los
residuos ganaderos. Coincide en que las vacas encerradas en feedlots
son más eficientes en emisiones que las que pastan por las vastas
llanuras de Argentina y Uruguay, pero pide tener en cuenta otros
factores que hacen de contrapeso en la balanza. Por un lado, la
retención de carbón en los suelos de los pastizales. Por el otro,
los residuos. “El sistema intensivo requiere un manejo de excretas
para que no se produzca contaminación de las aguas, mal olor,
concentración de moscas y más contaminación atmosférica”,
subraya.
Lombardi
considera que los residuos podrían aprovecharse para la generación
de energía mediante biodigestores. “Casi no se hace porque la
inversión es muy cara y cuesta recuperarla. Sin una regulación, los
productores piensan que para qué esforzarse”, concluye.
El
poder de la industria agropecuaria en Argentina, el motor económico
del país, hace pensar que los cambios serán lentos y sólo se
acelerarán a medida que se acerque el horizonte de 2050 y crezca la
presión de la sociedad civil. "Ganaderos, basta de desmontes",
"Destruir bosques es un crimen" podía leerse en las
pancartas desplegadas a control remoto por Greenpeace en la
inauguración de la exposición rural. Hacían referencia al avance
de la frontera agropecuaria en el norte del país, cuyas tierras
deforestadas se destinan a extender la cabaña ganadera.
“Estamos
trabajando en el desarrollo de una estrategia de desarrollo a largo
plazo (LTS) a 2050 con bajas emisiones de gases de efecto invernadero
con miras a presentarla el año próximo en respuesta a la solicitud
realizada a los países en el Acuerdo de París”, responden por
escrito desde la Secretaría de Ambiente ante la consulta sobre los
planes de mitigación de emisiones. “Se están evaluando medidas
orientadas a aumentar la productividad del sector ganadero, con su
consecuente reducción de emisiones por kilogramo producido”,
especifican sobre la ganadería. Los planes para ampliar la cabaña
ganadera del sexto exportador mundial de carne avanzan más rápido
que las investigaciones para mitigar su huella ecológica.
Fuente:
Mar Centenera, Las altas emisiones de las vacas en Argentina abren el debate, 26 septiembre 2019, El País. Consultado 27 septiembre 2019.
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