La Voz de San Justo visitó el último bosque nativo virgen del
departamento: el establecimiento Ña Clides, cerca de La Francia, una
reserva natural que convive con campos sembrados. Su propietario,
Javier Bergero, instó a tomar conciencia sobre la importancia de su
aporte al aire puro de la región y la necesidad de su conservación
como protección natural frente a distintos riesgos ambientales.
por
Vanina Panero
En
medio de los incendios de la Amazonia, el biólogo y conservacionista
Javier Bergero convocó a los vecinos de San Justo a "tomar
conciencia y cuidar" el último bosque espinal que le queda al
departamento y la provincia, siendo el único "pulmón verde"
que aporta aire puro a los habitantes de la zona.
El
establecimiento Ña Clides, ubicado a 5 kilómetros de la localidad
de La Francia, una de las pocas reservas naturales que aún subsiste
en medio de campos agrícolas en la provincia. Son 160 hectáreas,
las últimas que quedan de bosque nativo virgen, atravesadas por un
viejo brazo del cauce del río Xanaes donde conviven especies de la
flora y la fauna en peligro de extinción.
Se
trata de un legado familiar que Javier, junto a sus hermanos y su
madre Clide, conservan desde hace más de una década en su estado
original y que La Voz de San Justo recorrió para conocer "desde
adentro".
Una
fuente de "aire puro"
Esta
área de protección es colindante con otras 90 hectáreas del bosque
nativo que se preserva en la estancia "La Adela", propiedad
de Juan José Marconetti, que sumadas a los "pequeños pulmones"
de los campos vecinos alcanzan las 400 hectáreas de monte.
"Tenemos
que cuidarla porque la reserva es de todos, no de una sola familia",
advirtió Bergero.
"Gracias
a esto tenemos un lugar que purifica el aire, que le permite a
nuestros hijos respirar aire limpio y ver especies que ya no se ven
en otros lugares", rescató.
Además,
dijo que estos espacios son fundamentales para la biodiversidad de
las especies y a su vez como cortina forestal, "una barrera
natural para los vientos y las tormentas".
Bergero
manifestó que "la quema de árboles en el Amazonas va a generar
cambios en el clima y en la biodiversidad en todo el mundo y nuestra
región no será la excepción; esta reserva permitirá atenuar en la
zona, las consecuencias que puede traer esta tragedia mundial".
Las
amenazas
Con
firme convicción ambiental, Bergero, quien se ocupa de esta reserva
manifestó que lejos de los incendios, la reserva se ve amenazada por
tres factores: la caza, el tráfico de aves y el costo económico que
implica su conservación.
"Si
bien es posible que una parte se queme, es muy difícil que se
incendie en su totalidad, siendo que el río actúa como un
contrafuego natural del lado norte", explicó el ambientalista.
No
obstante, manifestó que "hay que prevenir los incendios, hacer
contrafuego natural y estar siempre atentos para cuidar este espacio
de los cazadores y del tráfico de aves, que hoy son una amenaza para
la fauna de la reserva".
Para
ello, Bergero debe viajar desde San Francisco (donde reside), hasta la
reserva, lo que implica un gasto mensual "importante" que
muchas veces no alcanza a solventar con el único aporte que recibe
en la actualidad por parte de Ambiente de la provincia.
"Un
capital parado"
El
ambientalista planteó la necesidad de trabajar en conjunto para
evitar que esta reserva desaparezca.
"Es
un capital parado que podría aprovecharse de muchas maneras",
sostuvo Bergero. Entre las actividades sugirió la visita de
escolares o de estudiantes de carreras universitarias ligadas a la
biología y el medioambiente.
Este
vecino confía en las nuevas generaciones, la cuales asegura "tienen
otra cabeza. Creo que hay una concientización en los jóvenes acerca
del cuidado del medioambiente y particularmente de la importancia que
tiene la forestación, siendo hoy uno de los proyectos más
importantes que plantean dentro de las escuelas", señaló.
"Por
eso sería importante que puedan visitarla, conocer el lugar y
aprender para que sirve, que no son simplemente todos arbolitos",
reflexionó.
Formar
parte del Parque Nacional Ansenuza
Otra
de las acciones que considera Bergero serían de real importancia
para ayudar a conservar esta reserva sería incluirla en lo que será
el futuro Parque Nacional Ansenuza teniendo en cuenta que el río,
actúa como afluente de la laguna y corredor de cientos de especies
que llegan a la reserva en busca de refugio.
Convivir
con la "frontera agrícola"
La
reserva convive en medio de campos agrícolas de la zona. En este
sentido Bergero aseguró que "las dos cosas son necesarias, en
su justa medida, lo que sucede que la mano del hombre fue excesiva a
la hora del desmonte; la avaricia humana pudo más".
Bergero
aseguró ser, como todos los ambientalistas, un "sobreprotector"
de la naturaleza, la que asegura "actúa por si sola, no
necesita que el hombre le agregue ni le quite nada".
"Mientras
menos la toquemos, menos errores vamos a cometer", aseveró.
En
este aspecto, Bergero recordó el consejo de otro biólogo que ante
su consulta de cómo conservar esta reserva, le sugirió buscar el
significado de la palabra "conservar" en el diccionario.
"Conservar
es no tocar, dejar que la naturaleza haga su trabajo y eso debemos
hacer", finalizó.
Un
atractivo para biólogos de todo el mundo
Ña
Clides recibe durante todo el año a biólogos de distintas partes
del mundo que realizan investigaciones en la reserva. Es que, según
explicó Bergero es el único bosque espinal que sobrevive en la
provincia.
"La
provincia de Córdoba tiene tres tipos de bosques: la selva chaqueña,
llanura pampeana y bosque espinal, todo provienen del norte del país.
Este es el único bosque espinal virgen que queda en Córdoba, por lo
que es el normal que vengan los biólogos de todo el mundo a hacer
investigaciones a la reserva", manifestó.
"Casi
todas las especies son autóctonas aunque por la particularidad de
ser atravesada por un río, que desemboca en la Laguna Mar Chiquita,
hace que muchos animales de este espejo de agua bajen a la reserva".
Entre
la fauna que se puede encontrar en el lugar se encuentran el pecarí
de collar, carpincho, nutrias, zorros, gatos montes (las tres
especies), pumas, tatú carreta, liebre autóctona peludos, iguanas,
etc. Se han visto también más de 500 especies de aves y víboras
como yarará, de la cruz, coral, cascabel, entre otras.
También
peces como pejerrey, tararira, moncholo y carpas, así como algunos
mamíferos en peligro de extinción.
En
lo que hace a la flora, se destacan espinillos, aromitos y
algarrobos, entre los más antiguos, uno de 800 años.
El
camino de acceso, una materia pendiente
Bergero
reclamó por el estado del camino de acceso a la reserva, que hoy se
ha convertido en una necesidad siendo que los días de lluvia se
vuelve "intransitable". "Caen dos milímetros y parece
una olla", sostuvo Bergero.
"La
caza furtiva y el tráfico de aves son temas dificultosos; es una
zona muy difícil de controlar y queda a tras mano de Balnearia y
Miramar donde se encuentran los guardafaunas, por lo que construir un
buen camino de acceso facilitaría mucho el control", sostuvo.
Fuente:
Vanina Panero, “La Amazonia” de San Justo: una fuente de aire puro que debemos cuidar, 1 septiembre 2019, La Voz de San Justo. Consultado 3 septiembre 2019.
No hay comentarios:
Publicar un comentario