Un pájaro vuela sobre la planta nuclear de Three Miles Island en Goldsboro, Pensilvania, Estados Unidos, 30 de mayo de 2017. Foto: Carlo Allegri / Reuters. |
Aquella madrugada, la pesadilla atómica también se hizo posible en Estados Unidos.
Poco
antes del amanecer del 28 de marzo de 1979, la central nuclear Three
Mile Island en Harrisburg, Pensilvania, vomitó desechos y gases
radioactivos a varios kilómetros a la redonda.
Faltaban
aún siete años para que el accidente de Chernóbil mostrara al
mundo el poder destructivo de una catástrofe nuclear.
Pero
desde aquella madrugada de Pensilvania, cuando un fallo en un reactor
provocó la fuga y puso en riesgo a más de dos millones de personas,
Estados Unidos comprendió el peligro.
Desde
entonces, en el país disminuyó la construcción de centrales
atómicas y el accidente impulsó nuevas regulaciones destinadas a
hacer más segura la generación de energía nuclear.
Finalmente,
este viernes 20 de septiembre -más de 40 años después del
accidente que la hizo conocida mundialmente-, la central de Three
Mile Island generó su último kilovatio: cerró para siempre.
Nada
tuvo que ver el accidente ni las protestas o el movimiento contrario
a la energía nuclear que generó aquella madrugada de marzo.
En
realidad, el fin de sus operaciones tuvo una causa más banal: la
falta de financiamiento y sus crecientes pérdidas económicas.
Exelon
Generation, la compañía que administra la planta, informó en mayo
que cerraría oficialmente la instalación antes de finales de
septiembre por "falta de acción estatal para subsidiar la
energía limpia", dado el elevado costo de producción.
Aunque
tenía una licencia de operaciones hasta 2034, ya en marzo de 2017
había anunciado que la planta no había sido rentable durante cinco
años y que se verían obligados a terminar sus operaciones si no
había un cambio en las políticas estatales hacia la energía
nuclear.
Sin
embargo, el cierre de operaciones de la central de Three Mile no
implica su fin.
Serán
necesarias varias décadas y más de US$1.200 millones para limpiarla
completamente
De
hecho, Exelon estimó que todo el material radiactivo no será
eliminado hasta el año 2078.
El
accidente
Aunque
el accidente de Three Mile fue el primero registrado en una central
comercial en el continente americano y el peor en afectar a Estados
Unidos, no fue la primera mala experiencia del país con los átomos
de uranio.
Casi
dos décadas antes, en enero de 1961, el Laboratorio Nacional de
Ingeniería de Idaho se estremeció con otro suceso trágico: un
pequeño reactor experimental del Ejército de Estados Unidos también
falló cuando lo preparaban para su puesta en marcha. Tres personas
murieron en el incidente.
Sin
embargo, no fue hasta 1979 cuando la explosión de Three Mile Island
colocaría a Estados Unidos en los libros de récord.
Fue,
según la Organización Internacional para la Energía Atómica, un
incidente de nivel 5 (en su escala de 7), solo superado hasta ese
entonces por el desastre de Kyshtym (Unión Soviética, 1957) e igual
en gravedad al que afectó a Reino Unido, también en 1957.
Sin
embargo, según datos oficiales, no dejó víctimas.
La
Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos (NRC, por sus siglas
en inglés) informó entonces que no hubo muertos y, aunque algunas
organizaciones civiles y vecinos del lugar contradicen este dato, las
autoridades aseguran que las cifras de cáncer o enfermedades
vinculadas a la radiación no aumentaron en la zona en los años
posteriores.
Sin
embargo, unas dos millones de personas estuvieron expuestas de
inmediato a la radiación, según cifras de la NRC. Según sus
informes, eso sí, la dosis promedio de exposición fue menor que la
generada por una radiografía de tórax.
Pero
las estadísticas de evacuación fueron similares a las de Chernóbil:
en ambos casos, más de 100.000 personas que vivían en áreas
cercanas tuvieron que abandonar sus hogares y las áreas de
evacuación superaron los 30 km.
Los
orígenes de la planta
Construida
en 1968, la planta de Three Mile Island localizada en una isla en el
cauce del río Susquehanna entró en funcionamiento seis años
después.
Comenzó
con un solo reactor y luego, en diciembre de 1978, empezó a operar
la Unidad 2 (TMI-2), la misma que fallaría solo tres meses después.
"Una
combinación de mal funcionamiento del equipo, problemas relacionados
con el diseño y errores de los trabajadores llevaron a la fusión
parcial de TMI-2 y a las muy pequeñas emisiones de radiactividad
fuera del sitio", indica el reporte del accidente de la NRC.
De
acuerdo con la Asociación Atómica Mundial, el accidente ocurrió
cuando el reactor estaba al 97 % de su potencia.
La
limpieza tomó años y millones de dólares. Se cree que solo queda
allí el 1% del combustible nuclear que se utilizaba en el momento
del accidente.
La
Unidad 1 volvió a funcionar en 1985, pero el reactor TMI-2, cuya
estructura podía soportar incluso el impacto de un avión, nunca
volvió a operar.
La
central eléctrica cerrada se convirtió con los años en una parada
popular para los amantes del "turismo oscuro", los sitios
asociados con muertes o tragedias.
El
accidente, sin embargo, cambió para siempre la carrera por la
energía nuclear de Estados Unidos.
"La
confianza pública en la energía nuclear, particularmente en Estados
Unidos, disminuyó drásticamente tras el accidente de Three Mile
Island. Fue una de las principales causas del declive de la
construcción nuclear durante los años ochenta y noventa ",
según la Asociación Nuclear Mundial.
Varias
plantas que ya estaban en proceso antes de 1979 recibieron licencias
para operar, pero los planes para otras 39 fueron cancelados a raíz
de la catástrofe, indican datos de la NRC.
"El
accidente cambió permanentemente tanto la industria nuclear como la
NRC. El temor y la desconfianza del público aumentaron, las
regulaciones y la supervisión se volvieron más amplias y robustas,
y el manejo de las plantas se analizó con más cuidado", agrega
el informe de la Comisión.
Actualmente,
en Estados Unidos hay 97 reactores nucleares de uso comercial en 59
plantas distribuidas en 30 estados, de acuerdo con la Administración
de Información de Energía.
En
conjunto, producen cerca del 20 % de la electricidad que se consume
en el país.
Para
sus defensores, esa forma de generación sigue siendo la mejor opción
para el medio ambiente -dado que no produce gases de efecto
invernadero- mientras se encuentran alternativas al carbón, el
petróleo y el gas.
Sus
detractores, en cambio, aseguran que los costos para mantener las
centrales son demasiado elevados, al igual que los riesgos en caso de
un nuevo accidente.
Solo
dos nuevos reactores están previstos para entrar en funcionamiento
en Estados Unidos en los próximos años.
Mientras,
los grandes conos de las cuatro torres de refrigeración de Three
Mile Island quedarán como el último vestigio del día en que
Estados Unidos estuvo más cerca de un desastre atómico.
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