Este 11 de marzo
se cumplen 8 años de Fukushima. Entre los actos en recuerdo de esta
tragedia, presentamos el libro Buscando refugio: Discursos, cartas y
recuerdos de las evacuadas por el desastre nuclear de Fukushima
Daiichi de 2011 publicado por Libros en Acción y asistiremos al
estreno de La fuga radioactiva en el Ateneo de Madrid, tras su paso
por Nueva York. El cierre de
semana con la primera huelga estudiantil por el clima en todo el
territorio apunta a los posibles derroteros del movimiento ecologista
en el futuro y nos inspira a continuar con las fuerzas renovadas.
por Raúl Sánchez
Saura
Comienza esta
semana en día aciago como es el 11 de marzo. Se cumplen 8 años de
Fukushima. Una ocasión en la que se amontonaron las tragedias de un
terremoto, un tsunami, y el famoso accidente de la central nuclear,
en la que la fusión del núcleo provocó la falta de refrigeración
y la liberación de radiación al exterior. Las vidas de miles de
personas cambiaron para siempre y aún no se han recuperado de ello
ante la insuficiente acción, por no decir inacción, del gobierno
japonés. Tampoco hay visos de que esto vaya a cambiar.
Entre estas
víctimas, algunas hubieron de emigrar a otras zonas del país,
dejando atrás a sus familiares para escapar de la radiación.
Historias como estas apenas se siguen en los medios, y es por ello
que desde el Movimiento Ibérico Antinuclear hemos decidido poner
negro sobre blanco. Contactando con grupos de personas que sufrieron
las consecuencias del accidente, hemos publicado Buscando refugio:
Discursos, cartas y recuerdos de las evacuadas por el desastre
nuclear de Fukushima Daiichi de 2011 con Libros en Acción,
traduciendo el libro que ya publicaron en su momento.
Varias mujeres
nos cuentan de primera mano cómo fueron aquellos días y sus
decisiones a posteriori: irse de Fukushima con sus hijos e hijas, y
el difícil trance de despedirse de sus maridos, quienes no podían
prescindir de sus trabajos para mantener a sus familias. En primera
persona, nos desgranan la dura experiencia de las boshi hinan, las
evacuadas con niñas y niños a su cargo. Sus vidas son vivo reflejo
de en qué consiste una tragedia nuclear. Nos ayudan a entender lo
que nadie quiere que ocurra, y que sin embargo ha ocurrido demasiadas
veces. En esta edición ademas contamos con el prólogo de Yolanda
Picazo, miembro del MIA e impulsora originaria de la idea, junto con
el periodista y activista Toshiya Morita, así como el físico
nuclear Francisco Castejón, quien aporta una visión científica del
desarrollo de los acontecimientos. Trabajar con ellos ha resultado un
placer a cada paso del camino por sus experiencias, empatía y
conocimientos, que movilizan para las causas más solidarias. Ojalá
este granito de arena ayude a poner fin a esta temeridad.
Los eventos
alrededor de Fukushima no terminan aquí, ya que a lo largo del
territorio se producen plantaciones de árboles en recuerdo, y en
Madrid además proyectaremos el cortometraje La fuga radioactiva.
Este corto ha surgido del esfuerzo de activistas contra el cementerio nuclear (ATC) de Cuenca, impulsado por el esfuerzo de cientos de
personas voluntarias y bajo la dirección de Eduardo Soto. A quien le
interese conocer aquello a lo que se opone el movimiento antinuclear,
tiene una cita en el Ateneo de Madrid esta noche.
Con estos actos,
uno más literario y el otro más cinematográfico, planeamos
sobrellevar el 11 de marzo desde el compromiso por reducir el
sufrimiento en el mundo y no ampliarlo, pero también dejando espacio
para la esperanza de un cambio surgido desde abajo. Este 15 de marzo
cierra la semana que hoy empieza con la huelga estudiantil, la
primera estatal por el clima y siguiendo la estela iniciada en Suecia
por personas como Greta Thunberg. La energía de esta juventud es lo
que se necesita para afrontar el cambio climático, para cerrar la
nuclear y democratizar la energía. Y no extraña que luchen por ella
quienes más van a sufrir el convulso siglo XXI. Este movimiento es
uno de los mayores motivos para atreverse a mirar el futuro con
optimismo en vez de con catastrofismo.
La capacidad de
la población más joven de manejar las redes sociales al tiempo que
se suman al activismo social promete una bienvenida regeneración, la
visibilización de ciertas perspectivas no discutidas anteriormente y
una ambición de desbordar tan necesaria como siempre. Si este
movimiento estudiantil consiguiera movilizaciones en todo el
territorio y se erigiera en, como dicen algunas, un 15M u 8M
climático, tanto mejor. Mas allá de intentar marcar la agenda
política de cara a las elecciones de abril y mayo, que miles,
potencialmente millones de personas se organicen y luchen por sus
derechos supone una de las mejores noticias en meses. Nos hacen
falta, más cuando avanzamos hacia el fin de la nuclear, que puede
impulsar el desarrollo de las renovables para que dupliquen su
producción en tiempo récord. Con todo el avance que esto supone
hacia el autoconsumo y la descentralización. Democracia energética,
al tiempo que daríamos pasos de gigante hacia una soberanía que
promete ser clave en las próximas décadas.
La mejor
motivación para este nuevo ciclo la encontramos en el recuerdo y la
solidaridad con tragedias pasadas, por evitarlas y crear prosperidad
donde antes dejó de crecer la hierba. Manos a la obra.
Fuente:
Raúl Sánchez Saura, Del recuerdo de Fukushima a la esperanza por el clima, 11/03/19, El Salto Diario. Consultado 12/03/19.
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