por Claudio
Minoldo
Mientras los
excesos hídricos son noticia en toda la provincia, varios pueblos
padecieron los días de mayor calor sin agua potable. En Quilino,
Lucio V. Mansilla y San José de las Salinas deben llevarla en
camiones casa por casa.
El incremento en
el consumo de agua potable durante los días de más calor, sumado a
reiterados cortes de luz no programados, generó un severo dolor de
cabeza a los vecinos y a las autoridades de Quilino, de San José de
las Salinas y de Lucio V. Mansilla durante enero.
El sistema de
provisión necesita hacer uso de estaciones de bombeo que funcionan
con energía eléctrica: no tienen sistema de respaldo si la luz se
corta.
Unos seis mil
vecinos se quedaron sin provisión de agua potable en parajes donde
esta semana hubo temperaturas superiores a los 40 grados y sensación
térmica por encima de los 50.
Esta vez no falta
el agua. Pero falla el sistema eléctrico y se quedan sin ella.
Soledad Nieto, a
través de Facebook, le hizo llegar la queja airada al municipio de
Lucio V. Mansilla: “No tenemos ni para tomar ni para el baño, con
un bebé de 9 meses y cuatro niños más. Sólo tenemos un tanque y
un tacho, nada más. ¿Cómo hacemos para pasar la siesta con los
chicos cuando lo que no tiene que faltar es el agua? Por favor,
solucionen el problema. No se puede estar sin agua y menos con estos
calores”.
Oscar Mansilla,
gerente de la Cooperativa de Quilino –que sirve a las tres
localidades–, resumió la situación: “Hubo cortes generalizados
de energía que no dependen de nosotros, sino de Epec. Durante los
días de extremo calor, cuando creció excesivamente la demanda, Epec
programó cortes que, por desgracia, siempre nos tocan a las zonas
que no somos turísticas. La mayoría de esos cortes no fueron
programados, y se dieron a la siesta o en horarios pico, de una a
tres horas, y generaron que se vaciaran nuestras cisternas porque
dejan de funcionar las bombas”.
El martes pasado,
a las 14.35, por ejemplo, la sensación térmica en Lucio V. Mansilla
y en San José de las Salinas rozó los 53 grados. El hecho de que
ambas localidades estén recostadas sobre las áridas Salinas Grandes
explica la sensación sofocante que padecieron los vecinos. En ese
marco, los reclamos se multiplicaron.
Lo curioso es
que, desde el año pasado, esos tres pueblos cuentan con una obra que
debía garantizarles el suministro permanente de agua. En ese
sentido, agua ahora hay, pero para que llegue a los hogares se
necesita energía, que no siempre hay.
En busca de
soluciones
Para Mansilla, la
solución sería que Epec les prestara “un generador, de los muchos
que tiene”, hasta que vean cómo encuentran otra solución para el
verano próximo. Se trata de equipos que tienen un valor comercial de
unos 750 mil pesos y que la empresa provincial suele colocar, por
ejemplo, en los festivales de verano de Jesús María, de Cosquín,
de Villa María y en otros eventos.
El problema que
tiene hoy la Cooperativa de Quilino es que volver a dotar de presión
y llenar las cisternas para garantizar el agua a San José y a Lucio
V. Mansilla le lleva de 48 a 72 horas porque son comunidades que
están a 25 y a 50 kilómetros de distancia de la fuente de provisión
de agua.
En Quilino la
provisión se recupera más rápido por la distancia que hay desde el
acueducto La Florida, inaugurado hace un año por la Provincia. Con
esa obra se prometía la solución de abastecimiento a las tres
localidades norteñas, tras años de espera.
Por el momento,
entre los municipios afectados y los bomberos voluntarios de la zona
están acarreando agua en camiones para cargar las cisternas
intermedias e, incluso, a los tanques domiciliarios de los vecinos.
Pero no dan abasto y las quejas se multiplican.
Tulumba, otro
caso
Villa Tulumba es
otra localidad del norte provincial que lleva años con problemas
para abastecer de agua a sus vecinos. En 2019, el municipio se
declaró nuevamente en emergencia hídrica.
Con las lluvias
de enero se mejoró el nivel de las napas de las que extraen el
recurso. “Pero si deja de llover o si los calores son muy fuertes,
vamos a volver a tener problemas”, dijo el intendente Sebastián
Peralta. La solución sería un acueducto. Ya fue licitado por la
Provincia, pero todavía no se hizo.
El pueblo que
lleva ocho años en crisis hídrica
Villa Tulumba
está en emergencia hídrica desde hace ocho años. Pero, esta vez,
la situación es algo más aliviada. El municipio inició varias
acciones que le permitieron, al menos, zafar. Se puso en marcha una
nueva perforación, de la que extraen agua y llenan camiones para
cargar piletas o abastecer a zonas rurales. Eso antes se hacía con
la escasa red domiciliaria. Otra acción fue invertir $ 700 mil en
una planta potabilizadora en la zona rural de Ojo de Agua, que,
ahora, se abastece desde ahí y tampoco le quita agua a la red de
Tulumba.
Fuente:
Claudio Minoldo, Seis mil vecinos del norte cordobés sin agua, pero por falta de energía, 01/02/19, La Voz del Interior. Consultado 02/02/19.
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