martes, 15 de enero de 2019

Represas en la Patagonia: un proyecto que amenaza glaciares y un ave única en el mundo


La construcción de dos represas hidroeléctricas en el río Santa Cruz podría generar un incalculable y nocivo impacto ambiental sobre toda una vasta ecorregión. Una de las víctimas principales será el macá tobiano, un ave endémica que se reproduce y nidifica aguas abajo del sitio en el que está pensada la obra.

por Sergio Federovisky

¿Dónde nace un río? Del Santa Cruz, por ejemplo, se dice que proviene del desagüe de los lagos Viedma y Argentino. ¿Es esa la respuesta correcta?¿O hay que decir que se origina en los ventisqueros de esas gigantescas masas sólidas que conforman los hielos continentales patagónicos?.

El Santa Cruz es el único río glaciario que atraviesa completamente la Patagonia. Nace en los andes y desemboca en el océano. Es el único que todavía permanece relativamente virgen. Hasta que lleguen las represas.

Con ellas, de la mano de un supuesto progreso, llegarán también algunas amenazas: primero, al lago Argentino; segundo, a la especie animal macá tobiano; y tercero, aunque algunos quieran ocultarlo, a esa masa enorme de hielo que es su naciente.

Hace tiempo que el progreso pretende instalar dos centrales hidroeléctricas en el río Santa Cruz: inicialmente se iban a llamar La Barrancosa y Cóndor Cliff. Después dicha nominación se cambió por las represas hidroeléctricas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner respectivamente, hasta que, finalmente, en 2017 recobraron sus nombres primigenios.

La idea de represarlo tiene muchísimos años. Más de 50 dicen algunos. Pero se aceleró en los últimos 15 y, fundamentalmente, en los últimos cinco, cuando China prometió los más de 5 mil millones de dólares para crear ambas represas. Según se dicen, entre las dos generarán apenas el 8 % de toda la electricidad que se consume en la Argentina.

El gran costo lo pagará el medio ambiente: en el estuario de la desembocadura del río vive una especie endémica, única. Allí va todos los inviernos el macá tobiano, un ave que ya se encuentra en peligro de extinción. Lo que pueda pasar después de construidas las represas es un misterio que inquieta a muchos.

Kini Roesler, biólogo y miembro del Proyecto Macá Tobiano, es pesimista respecto del desenlace: "El río Santa Cruz durante una parte del invierno concentra al 95 % del total de la población de esta especie. Una represa no puede no generar impacto aguas abajo. Y si es el que tememos, podemos comenzar a considerar a la especie como ecológicamente muerta, extinguida", asegura.

Es cierto que una parte de la sociedad se ha desentendido de la problemática de las especies afectadas por intervenciones u obras de esta magnitud. Tal vez porque se convencieron de que, en definitiva, las represas nos permitirán generar más electricidad y que el ave afectada, al fin y al cabo, "no es más que un simple pato". Ante semejante argumento Roesler no duda: "Es parte de un problema de la humanidad. Douglas Tompkins decía que el hombre había perdido el sentido de la estética. Si alguien considera que el macá tobiano es solo un pato, estamos complicados, tenemos un problema mucho mayor que las represas".

El Banco de Bosques es una de las ONG que presentaron en su momento un amparo ante la Justicia para frenar el avance de las obras. Su presidente, Pedro Friedrich, sigue muy de cerca el desarrollo de todo este proceso: "Es un grave error represar al último río libre de la Argentina, generar energía en donde no hace falta, con la seguridad de que la mayoría de esa energía se va a perder en el transporte y que el costo va a ser mucho más elevado que si se trataran de energías renovables", señala.

Para Friedrich existen mejores alternativas a las represas pero sostiene que nunca fueron evaluadas. Por eso asegura que uno de los grandes retos en este momento es hacerle tomar conciencia al gobierno nacional del error que se está por cometer: "Hay que volver a revisar esto, incluso con participación de la sociedad civil, que tiene mucha información. Hay que volver a repensar, valientemente, este proyecto", culmina Friedrich.

La pregunta que siempre quedará flotando será: ¿Qué es el progreso? ¿Es una patente de corso que permite destruir ecosistemas y eliminar especies?.

"Si el progreso fue lo que nos trajo hasta acá, en el medio de este marasmo ambiental, habrá que redefinir el progreso". Las palabras son del Papa. Y quizás sea el momento de leerlas mucho más detenidamente.

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