Votarán una
norma que beneficia a las productoras transgénicas. Un proyecto de
Cambiemos limita el uso de semillas obtenidas por los campesinos. En
caso de utilizarlas, deberán pagar regalías a los grandes
productores como Bayer-Monsanto.
“Quién
controla las semillas controla la alimentación”, advierten desde
hace décadas movimientos campesinos y agricultores de todo el mundo.
Es la misma frase que resonará en el Congreso Nacional, cuando los
diputados de Cambiemos intenten dar media sanción a “la ley
Bayer-Monsanto de semillas”, legislación a pedido de las grandes
empresas, que limita el uso propio (utilizar semillas de cosechas
previas) y, de forma insólita, propone que los empresarios del agro
descuenten las regalías de semillas de impuestos a las ganancias (lo
que implica una transferencia de recursos desde el Estado a las
grandes multinacionales del agro).
Cuatro grupos de
empresas controlan el 90 por ciento de las semillas transgénicas y
el 60 por ciento de todas las semillas (incluidas convencionales):
Bayer-Monsanto, ChemChina-Syngenta, Corteva (Dow-DuPont) y BASF.
Desde hace más de una década impulsan en América Latina leyes de
semillas restrictivas para los agricultores y que asegura mayores
ganancias a las compañías.
Con el ex
presidente de la Sociedad Rural al frente de Agroindustria, Luis
Miguel Etchevehere, y secundado por Aapresid (Asociación de
Productores de Siembra Directa), el Gobierno impulsó un proyecto de
ley gestado por la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), donde
confluyen las grandes empresas internacionales.
“Decimos no a
este proyecto de ley porque implica el sometimiento de productores a
pagos de regalías por años, cuando deseen guardar semillas para
volver a sembrar. Esto significa la violación de un derecho básico,
que da sentido a la agricultura. Esto permitirá la persecución de
los productores y avanza en la criminalización de las semillas
nativas y criollas impidiendo el libre intercambio entre
productores”, denunciaron en un documento conjunto más de 300
organizaciones campesinas, indígenas, de derechos humanos,
socioambientales y académicos.
El 13 de
noviembre, en el plenario de Comisiones de Agricultura, Presupuesto y
Legislación de la Cámara de Diputados, el oficialismo (Pro-UCR y
sector de Martín Lousteau) firmaron el proyecto de ley que fue
redactado a puertas cerradas junto a las empresas y no era conocido
por el resto de los bloques.
Cambiemos buscó
aliados. Si llega con los votos, lo presentará en labor
parlamentaria (reunión previa a la sesión en recinto).
Desde el
Gobierno, las empresas y los diarios del agro transgénico señalan
que existe “consenso” para una nueva ley de semillas. “El
proyecto que se piensa aprobar fue negociado fuera de la Cámara de
Diputados por el Ejecutivo, los semilleros voceros de Bayer-Monsanto
y los grandes productores de la Sociedad Rural. El proyecto excluye
los intereses de los pueblos originarios, productores de la
agricultura familiar, campesinos y consumidores”, denunciaron la
Multisectorial contra la Ley Bayer/Monsanto de Semillas, la Unión de
Trabajadores de la Tierra, el Movimiento Campesino Indígena, las
Cátedras de Soberanía Alimentaria de la UNLP y de Nutrición de la
UBA, la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), Encuentro de Pueblos
Fumigados, el Grupo de Estudios Rural del Instituto Gino Germani y la
Red Nacional de Acción Ecologista (Renace), entre otras
organizaciones.
El “uso propio”
es una práctica tan antigua como la agricultura. Consiste en
utilizar las semillas de la cosecha para la próxima siembra. “El
proyecto de ley establece que el uso propio deja de ser libre y
gratuito, deja de ser un derecho de los agricultores que se enmarca
de tratados internacionales de los que Argentina es signataria y pasa
a ser una excepción”, explicaron las organizaciones campesinas y
apuntaron al objetivo de las grandes multinacionales del agro:
“Buscan cobrar regalías cada vez que un productor vuelva a
utilizar ‘sus’ semillas”.
Facundo Cuesta,
del colectivo de Comunicación Huerquen y de la Multisectorial contra
la Ley Bayer/Monsanto, comparó: “Es como si te comprás un CD y
con ese precio te cobran un extra por escucharlo los primeros cinco
años. Esa locura quieren las multinacionales del agro y el
Gobierno”.
El artículo 10
del proyecto establece que se incorpora como parte de las
“deducciones especiales de la tercera categoría” (de la Ley de
Impuesto a las Ganancias) la posibilidad de los productores de
deducir “una vez y media los importes abonados en concepto de
adquisición de semilla fiscalizada”. Lejos del lenguaje
técnico-legislativo difícil de comprender, Carlos Vicente de la
organización internacional Grain resume: “Implica que el pago de
la semilla a las multinacionales será financiado por el estado
argentino, osea todos los ciudadanos”.
En el plenario de
comisiones lo explicó el diputado Axel Kicillof: un productor de
soja que paga 100 dólares de regalías podrá descontar 150 de
impuestos a las ganancias. “Es un escándalo. Es un subsidio de
todos nosotros, del Estado, a las corporaciones del agro”, denunció
Facundo Cuesta, de la Multisectorial contra Bayer/Monsanto.
El impulsor del
proyecto en la Cámara de Diputados es el legislador Atilio
Benedetti, que pretende ser gobernador de Entre Ríos. También
forman parte del proyecto Sociedad Rural, Aacrea (Asociación
Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola),
Confederaciones Rurales (CRA), Coninagro y Bolsa de Cereales, entre
otros.
Con la tranquera
abierta
El proyecto de
ley de semillas posibilita que las empresas se arroguen el falso
derecho de “descubrir” semillas de campesinos e indígenas y se
apropien de semillas criollas que fueron mejoradas desde hace siglo
por generaciones. También refuerza el poder de policía del
Instituto Nacional de Semillas (Inase), dominado por el sector
privado, y deja abierta la posibilidad que se le reclame “Derechos
de Propiedad Intelectual” a un productor cuyo campo fue contaminado
con transgénicos por el polen de otro productor (ya sucedió en
Canadá).
Fuentes:
El semillero empresario, 26/11/18, Página/12. Consultado 26/11/18.
Con la tranquera abierta, 26/11/18, Página/12. Consultado 26/11/18.
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