Los agricultores
alemanes no son ajenos al calor. Este verano se han dado cuenta de la
realidad del cambio climático y de la necesidad de tener que
adaptarse.
por Tamsin Walker
Esculpido en un
bloque de madera y situado en el salón de una antigua granja a unos
100 kilómetros al noroeste de Berlín, una cita de Johann Wolfgang
von Goethe ocupa un lugar especial: "aquello que has heredado de
tus padres, conquístalo para poseerlo” (del alemán: "Was du
ererbt von deinen Vätern hast, erwirb es, um es zu besitzen”).
Para el
agricultor Hans-Heinrich Grünhagen, estas palabras no sólo tienen
un significado histórico, sino también familiar. Las recita sentado
en la cabecera de una enorme mesa de madera. Ya en casa de sus padres
estas líneas de Goethe en "Fausto. Una tragedia” tenían gran
importancia.
Su interpretación
es la siguiente: "lo que se hereda, sólo se puede poseer si se
emplea bien”. Estas palabras recuerdan a Hans-Heinrich Grünhagen
el "deber” de cuidar la tierra con esmero para que, cuando
pase a manos de sus hijos, esté en mejores condiciones que cuando la
tomó.
Grünhagen
proviene de una familia con larga tradición agraria. La granja de
sus padres, en Baja Sajonia, data del año 936. Hace 30 años,
Grünhagen se trasladó al este del país y se llevó consigo esa
tradición. Durante ese tiempo, ha visto cambios, no sólo en su
granja y en la aldea donde se encuentra, sino también en el paisaje
político, social y, cada vez más, climático del país.
"No estoy
hablando de los extremos, porque siempre los hemos tenido”, dice el
agricultor a DW, "sino del período de crecimiento, que ahora
comienza antes de la primavera, incluso cuando tenemos un invierno
tardío como éste y todavía hace mucho frío en enero y febrero”.
Heladas fatales y
calor apremiante
Grünhagen posee
una finca agrícola de 1.300 hectáreas, en parte convencional y en
parte orgánica, donde cultiva 19 variedades de plantas, entre las
que se incluyen cereales, guisantes, cáñamo, tupinambo y maíz. Una
de sus plantas emblemáticas es la humilde papa, que ha luchado por
sobrevivir en este verano sin lluvias y con temperaturas que se han
acercado a los 40 grados centígrados.
"A las papas
no les gusta la temperatura por encima de los 25 grados, dejan de
crecer adecuadamente”, explica, y agrega que hace unos años
invirtió en un sistema de riego. "No detiene el calor, pero al
menos las plantas siguen vivas”.
A menudo la única
opción es cambiar a variedades que soportan un clima más cálido.
Pero ni siquiera eso ha funcionado este año.
"Sembramos
maíz, pero estaba tan seco que ni siquiera germinó. El campo está
vacío”, lamenta.
Si las plantas
germinan, todavía no es seguro que haya una cosecha. Después de
todo, las heladas nocturnas también ocurren de vez en cuando en
primavera. A veces son lo suficientemente fuertes como para destruir
las plantas jóvenes que ya se han aventurado a salir debido a las
temperaturas más cálidas del día.
"La
temporada de cultivo de los cereales no cambia”, dice Grünhagen.
Pero "los granos empiezan a crecer antes. Tal vez la mazorca de
maíz ya está en el tallo y quiere salir. Si hay escarcha nocturna,
sin embargo, la mazorca puede morir y te quedas sin nada”, aclara.
Del grano a la
uva
Cientos de
kilómetros al suroeste, en la región vinícola de Rheinhessen,
Adolf Dahlem está buscando formas de superar retos similares que,
según el viticultor, están "innegablemente” relacionados con
el cambio climático.
"El primer
año realmente malo fue 2003. Nada más que sol durante meses y
meses”, cuenta a DW. "Hemos tenido varios años tempranos y
cálidos desde entonces, y el intervalo de tiempo entre ellos es cada
vez más corto”, explica.
Aunque, a primera
vista, el sol incesante puede sonar como el sueño de un viticultor,
la realidad es más compleja. Además del problema de la germinación
precoz de las plantas, antes de que termine la temporada de heladas
nocturnas fatales, los viticultores también tienen que lidiar con
nuevos patógenos y cosechas cada vez más tempranas.
Cuando Dahlem era
niño, las uvas se recogían en octubre. Pero en los últimos años,
la vendimia se ha adelantado a septiembre e incluso a agosto.
"Las
cosechas tempranas, en agosto o septiembre, van de la mano de las
altas temperaturas”, dice Dahlem. "Y si cosechamos nuestras
uvas a altas temperaturas alrededor de los 30 grados, entonces las
uvas y el mosto también tendrán una temperatura de 30 grados”.
Para mantener las
uvas a la temperatura adecuada y lograr "la armonía única de
la fruta y la acidez” por la que es famoso el Riesling de la
región, Dahlem intenta cosechar por la noche y a primera hora de la
mañana, cuando la fruta está más fresca. Sin embargo, se necesita
"un proceso altamente tecnológico y de alto consumo
energético”.
Algunos
viticultores están cambiando a otras variedades, intentando, por
ejemplo, cultivar uvas de vino tinto, que en realidad son atípicas
para esta región. No obstante, Dahlem afirma que existe un deseo
urgente en la comunidad de encontrar maneras de seguir produciendo
Riesling de alta calidad.
"Intentaremos
adaptarnos”, dice. "Pero es muy difícil cumplir con las
expectativas del mercado”, admite.
Radicalmente
diferente
El mismo dilema
se está dando en toda Alemania. Hans-Heinrich Grünhagen prevé un
descenso del 50 por ciento en el rendimiento de este año.
"Tendrá
consecuencias para la industria agrícola, para los que compran
nuestro grano o para la fábrica de almidón que procesa nuestras
papas”, pronostica.
Todo lo que puede
hacer, dice, es tratar de adaptarse a las condiciones cambiantes, ser
selectivo en los cultivos que siembra, regar cuando sea posible y
asegurar que su suelo esté lo más sano posible.
Para el
Presidente de la Federación Alemana de la Industria de Alimentos
Orgánicos (BÖLW, por sus siglas en alemán), Felix zu Löwenstein,
el estado de las tierras agrícolas alemanas es una cuestión
urgente.
En su opinión,
el sistema agrícola alemán debería haberse replanteado
completamente hace ya algún tiempo, pero el cambio climático hace
que la necesidad de una revisión "radical” sea aún más
evidente.
Frente a la
creciente incidencia de eventos climáticos extremos, sería
insostenible "seguir haciendo como si nada y exigir apoyo
financiero público cuando es necesario para mantenernos con vida”.
En cambio,
considera necesarios cambios a largo plazo, como el aumento de la
fertilidad del suelo y del contenido de humus, así como la reducción
de la compactación del suelo. De esta manera se favorece que los
suelos absorban y almacenen mejor el agua. Además, se necesita una
mayor diversidad de plantas en los campos y cambios en la rotación
de cultivos para que sean adecuados para el futuro.
Muchos
agricultores le han criticado sus declaraciones en un momento en que
el calor implacable de los últimos meses ha llenado a muchos de una
angustia existencial.
"Lo ven como
un reproche”, dice Löwenstein. "Y me entristece, porque es lo
último que pretendo”.
Repensando la
agricultura europea
Lo que sí
quiere, sin embargo, es utilizar el calor extremo de este verano como
catalizador para un debate serio sobre el futuro. Considera que los
planes de la UE para reformar su Política Agrícola Común (PAC)
para 2020 son una oportunidad para dejar de pagar subvenciones sobre
la base actual por hectárea, en la que las grandes explotaciones
agrícolas son las más beneficiadas.
"Tenemos que
cambiar a una política en la que se pague a los agricultores por el
servicio prestado”, dice. En otras palabras, "tomar medidas
que aumenten la biodiversidad y hagan que la agricultura y la
producción de alimentos sean más resistentes”.
Grünhagen teme,
sin embargo, el fin de muchas explotaciones agrícolas si se suprime
el sistema actual de subvenciones.
"En esta
región tenemos suelos ligeros, donde el rendimiento natural es
relativamente bajo”, dice, y agrega que los subsidios son un
salvavidas para muchos agricultores. Sin ellos, predice veranos en
los que "grandes extensiones de tierra marrón” se extenderán
por todo el país porque muchos de sus colegas simplemente se
rendirán.
Espera que no se
llegue a eso, y por su parte, se compromete a seguir adaptando y
cuidando su tierra de acuerdo con su interpretación de las palabras
de Goethe, y con el cuidado suficiente para asegurar que haya algo
que transmitir a la siguiente generación. A pesar del cambio
climático.
Fuente:
Tamsin Walker, Los agricultores alemanes sienten el calor del cambio climático, 11/09/18, Deutsche Welle.
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