Una investigación
encontró cursos de agua contaminados con esa droga, lo que ya afecta
a los peces. El organismo
humano sólo metaboliza una pequeña parte de la droga, el resto es
expulsado y va a parar a los desagües y aguas superficiales. La
presencia de ibuprofeno causa mutaciones en la fauna acuática. Una
investigación de la Universidad Nacional de Luján.
por Magalí de
Diego
En los pasillos
del tren se escucha un hombre que vende: “Para la cartera de la
dama y el bolsillo de caballero, un infaltable para dolores de
cabeza, menstruales, de muela o musculares. Ibuprofeno con fecha de
vencimiento al dorso del blíster”. Millones de cajas de ibuprofeno
son vendidas año a año en Argentina. El 40 por ciento se compra sin
receta, por lo que, probablemente, en muchos casos este consumo sea
innecesario. El problema es que no sólo se medica quien tomó la
pastilla: mientras el cuerpo sólo metaboliza una pequeña parte de
la droga, el resto es expulsado y, por tanto, va a parar a los
desagües, a las aguas superficiales y a las especies que habitan ese
ecosistema.
Este analgésico
está dentro de un grupo de contaminantes denominados emergentes: una
serie de productos de uso cotidiano, como son los de limpieza,
perfumería y medicamentos, cuyas formulaciones químicas o su
combinación con otras sustancias provocan daños sobre el medio
ambiente. Además, esos contaminantes pueden tener un riesgo
sanitario para los humanos si los sistemas de depuración no alcanzan
a retenerlos o inactivarlos y pueden ser reciclados en las redes de
distribución de agua potable.
La reglamentación
ambiental y sanitaria no los controla porque, hasta ahora, no se han
considerado como una amenaza, pero, debido a recientes
investigaciones sobre sus efectos, se han empezado a tener en cuenta.
Es así como
desde la Universidad Nacional de Luján (UNLu), en el Programama de
Ecofisiología Aplicada perteneciente al Instituto de Ecología y
Desarrollo Sustentable (Inedes), la doctora Bettina Eissa y el equipo
de investigación de ese laboratorio decidieron investigar la
presencia de fármacos en los cuerpos de agua, puntualmente del
ibuprofeno, y el correspondiente impacto ambiental que generan. ¿Las
principales víctimas? Los peces.
La selección del
compuesto a estudiar no fue azarosa. Según la Confederación
Farmacéutica Argentina (COFA), en 2017 se vendieron unas 34 millones
de cajas de ibuprofeno en el país (incluyendo las versiones de venta
libre y de venta bajo receta de los 7 productos más vendidos). Ante
estas abultadas cifras de consumo, la presencia de ibuprofeno en el
agua es mucho más pronunciada que otros compuestos.
“El ibuprofeno
tiene una estructura química que no se degrada fácilmente, por lo
que, a través de la orina, es eliminado del cuerpo casi igual que
como cuando lo consumimos, es decir entre el 30 y el 90 por ciento de
las dosis de fármacos ingeridos por humanos son excretados en la
orina como sustancias activas”, explica la doctora Eissa.
En el caso de
este medicamento, los investigadores han observado que, más allá de
lo que proviene de inodoros y lavabos o de su imprudente descarte
cuando llegan a la fecha de vencimiento, otra situación preocupante
se da en las plantas de depuración de efluentes donde esta droga
puede traspasar las barreras de las farmacéuticas y llegar a los
cursos de agua sin mayores dificultades.
Si bien el
ibuprofeno no es el más tóxico, al tener niveles de consumo tan
altos, sus efectos en la fauna acuática ya son visibles. “Según
lo observado en nuestros estudios -plantea la investigadora de la
UNLu- estos desechos afectan la capacidad de natación de la
especie y, por ende, su capacidad de trasladarse, alimentarse e
incluso reproducirse”.
Además, en
términos reproductivos, se encuentra una proporción poco equitativa
entre machos y hembras; hay muchos menos machos. Esta situación es
responsabilidad de los anticonceptivos que tienen un alto nivel de
estrógeno, desecho también presente en los cursos de agua.
En torno al
ibuprofeno, a nivel de genotoxicidad y de comportamiento, hay
resultados variables, pero en las madrecitas de agua –la especie
analizada, nativa de la fauna pampeana– hay cambios en los
comportamientos de cortejo. “Los que eran expuestos a ibuprofeno no
tenían intentos de copula, por ende, si esto es verdaderamente así
en la naturaleza, se afecta directamente la actividad y estrategia
reproductiva de la especie”, alerta Bettina Eissa. “También
observamos efectos sobre la natación en las carpas, especie con la
que recientemente iniciamos estudios con ibuprofeno”
El consumo
incesante de medicamentos es un problema que ya puso en alerta a las
máximas autoridades de salud a nivel mundial. Tal vez, parte del
desafío sea entender que aquella inocente pastilla, tan a mano en la
cartera y en cualquier oficina, no es inocua para el ser humano y
mucho menos para el ambiente en el que está inmerso.
Fuente:
Magalí de Diego, El efecto colateral inesperado del ibuprofeno, 29/08/18, Página/12.
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