Un grupo de
adolescentes mató a su madre, en Idiázabal. Quedaron cinco crías.
Un pumita murió y los otros luchan por sobrevivir en una reserva de
fauna.
Los verdugos de
su madre se los repartieron como si fuesen un botín. Eran tan
pequeños que todavía no habían abierto sus ojitos. Aunque en el
refugio se acurrucaron aún más, asustados por los gritos de esos
jóvenes desaforados que le rompieron la cabeza a palazos a su mamá,
luego de acosarla y encerrarla como una jauría. Los perros la
mordieron por todos lados y, ya débil, fue presa fácil. Las ubres
repletas indicaban que las crías no estaban lejos. Y por ellas
fueron.
La barbarie quedó
registrada en un video que se viralizó rápidamente. Y la comunidad
de Idiazábal, ubicada a unos 225 kilómetros al sudeste de la ciudad
de Córdoba y de apenas unos 1.500 habitantes, no tardó en
reaccionar.
Una sociedad
protectora de animales denunció la situación. El único mayor, de
un grupo de siete adolescentes, fue detenido por la Policía.
Los cinco
cachorros fueron recuperados y la ONG Soy mi Pueblo, con la ayuda del
biólogo Luis Auyeros, enseguida movió contactos para que la Policía
Ambiental de la Provincia los rescatara y trasladara a un espacio
adecuado. Mientras, Karen Mariani, de la misma ONG, les brindó asilo
transitorio y cuidados. Uno de ellos no pudo sobrevivir. Y hay otro
en estado delicado.
Por un par de
días, los alimentó con leche para gato con una jeringa y un pico de
bicicleta. La tetina de la mamadera era demasiado grande. Había que
reemplazar la asistencia de la madre que ya no estaba. Una
veterinaria indicó que no tenían más de una semana; los ojos
cerrados y la presencia del cordón umbilical eran señales de que
habían sido paridos un puñado de días atrás.
En Pumakawa, la
reserva de fauna y flora nativa de Villa Rumipal, recibieron este
viernes a la noche a los cinco cachorritos que llegaron en un cajón
de verduras. Allí los dejó Policía Ambiental, por unos días. En
esta primera etapa deben seguir una dieta con leche deslactosada,
crema, limón y miel, a través de una jeringa. Reciben cuidados
permanentes, como cualquier bebé.
Condenados al
cautiverio
Kai Pacha,
encargada de la reserva de Calamuchita, sostuvo que sería inviable
reinsertar en un futuro estos animales en el monte, su hábitat
natural. El contacto con el ser humano, por breve que sea, ya los
vincula de otra manera, y comienzan a relacionarlo como proveedores
de alimento. Por consiguiente, el riesgo de un ataque es alto. En
cambio, cuando el animal nunca tuvo contacto con personas, el
instinto los hace alejarse y tratar de permanecer inadvertidos para
la gente.
En la reserva
Pumakawa viven 12 pumas adultos rescatados del mascotismo y de
situaciones similares: cachorros huérfanos abandonados en el campo,
tras la muerte de la progenitora. Consumen unos 50 kilos de comida
cada dos días (una vaca o un caballo cada 10 a 15 días) y viven en
un habitáculo de grandes dimensiones.
Pero los cinco
nuevos no podrían sumarse a esa lista. Aunque la proteccionista
quisiera, no podría sumar cinco felinos más a la población por los
altos costos en personal y alimentos. Por ese motivo estarán allí
el tiempo más crítico y luego la Policía Ambiental deberá
buscarles otro destino. “El problema no termina cuando se ubica al
cachorro en un centro”, aseveró.
Kai Pacha subrayó
que el puma, como principal depredador, cumple un rol fundamental
como regulador del ambiente, poniendo freno al crecimiento de
especies que podrían convertirse en plaga, como las palomas o las
vizcachas. “No está en extinción por su alta capacidad de
adaptación, pero debería preservarse de otra manera”, marcó.
Apuntó a la carencia de políticas para conservarlo y de estudios
minuciosos para conocer a fondo la especie.
Con biberón. Con
jeringa y un pico de bicicleta, improvisaron una mamadera con leche
sin lactosa, crema, limón y miel para los pumitas.
Conflicto de
intereses
Mientras una red
de personas actuó y se movilizó para salvar la vida de los pumitas
en el interior de Córdoba, en la provincia de Río Negro, desde el
Estado provincial incentivan desde hace años su caza: ofrecen tres
mil pesos por cada puma muerto y 700 por cada zorro. Aseguran que lo
hacen para proteger a los criadores de ganado, depredado por el
felino.
Fuente:
Cuidados extremos para pumitas huérfanos, 16/09/18, La Voz del Interior. Consultado 18/09/18.
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