El cambio
climático y el aumento de la población hacen que la capital
alemana, Berlín, se replantee su plan de gestión del agua. Un 2018
excepcionalmente caluroso y seco ha hecho que el asunto sea aún más
urgente.
por Jennifer Collins
Jens Feddern alza
un vaso de pie largo con agua mineral en la central de abastecimiento
de aguas de Wuhlheide, al este de Berlín. Huele el líquido y toma
un sorbo. El agua de esta parte de la ciudad tiene un carácter
distintivo: burbujeante y fresco. En otros distritos, tiene un sabor
a tierra. Jens Feddern es algo así como el mejor sumiller de agua de
Berlín.
El ingeniero
trabaja para la empresa abastecedora de agua de la capital alemana,
Berliner Wasserbetriebe (BWB), desde 1987, y en la actualidad es
director de la sección de suministro. El agua de Wuhlheide se bombea
desde una profundidad de 40 metros. Berlín tiene en total nueve
centrales hidráulicas como esta.
BWB suministra
diariamente alrededor de 550.000 metros cúbicos (el equivalente a
220 piscinas olímpicas) de agua a unos 3,7 millones de berlineses.
En los días calurosos de verano, el consumo se duplica fácilmente
ya que los habitantes de la ciudad emplean más agua para ducharse y
regar las plantas.
Normalmente,
estos períodos inusualmente cálidos y secos suelen ser lo
suficientemente cortos como para que los pozos sólo tengan que
funcionar a gran capacidad durante cuatro o cinco días. Pero en 2018
la situación ha sido diferente. Las precipitaciones han sido escasas
desde febrero y las temperaturas han sobrepasado la media habitual
desde abril en la capital germana.
"El sistema
que tenemos nunca ha experimentado algo parecido y no está hecho
para tal situación”, señala Feddern a DW. En el pasado, el
servicio de agua era un "velocista” durante unos pocos días
calurosos al año. Ahora tiene que ser un "corredor de fondo”
y mantener el ritmo durante más tiempo.
Por el momento,
la empresa de servicios públicos ha mantenido su resistencia, que,
principalmente, se debe a las inversiones en la red de suministro, a
una gestión cuidadosa y a un personal experimentado, según Feddern.
Pero "también se debe en parte a la suerte”, añade.
Suerte de que no
se hayan roto las tuberías o que los pozos hayan soportado las
semanas de presión, así como que no haya habido escasez de
electricidad. Pero si los veranos largos y calurosos se hacen más
habituales, ¿podrá la infraestructura de la ciudad mantener el
ritmo?
Veranos más
secos, calurosos y largos
Al oeste de
Berlín, Jörg Riemann se sienta en una oficina espaciosa y luminosa
y sigue el tiempo desde su ordenador. Anteriormente, sequías como
ésta hubieran llevado a la muerte por inanición, pero la
industrialización ha atenuado esos efectos, según explica,
recordando la última vez que una sequía de verano tuvo un impacto
directo en Alemania. Fue en 1976.
"En la
antigua República Democrática Alemana se acababan las bebidas”,
dice el meteorólogo jefe de Wettermanufaktur, una empresa que ofrece
pronósticos para ayudar a las ciudades a prepararse para la nieve,
el hielo, la sequía o cualquier otra condición meteorológica
extrema.
Los conceptos de
adaptación parecen urgentemente necesarios. El período entre abril
y agosto de 2018 pasará a la historia como el más soleado, seco y
cálido desde que se iniciaron los registros en la estación
meteorológica de Potsdam en 1893. Según Wettermanufaktur, la
combinación de factores que se han dado es muy rara y solo ocurre
cada 200 a 400 años.
Desde principios
de la primavera, Alemania ha estado bajo la influencia de un "patrón
de tiempo seco hacia el este”, que se caracteriza por la aridez,
independientemente de la temperatura. Por ahora, no se vislumbra un
final, según Riemann, y añade que los últimos años han mostrado
una "tendencia a los extremos” como estos.
La conexión con
el clima
¿Es el cambio
climático el culpable? En primer lugar, es el clima, según Riemann.
Los investigadores no pueden llegar a conclusiones basadas en un solo
año, sino que tienen que observar las tendencias a largo plazo
durante décadas. Sin embargo, estudios recientes han relacionado la
sequía europea con el calentamiento global.
Una cosa es
segura: la combinación de este año de horas récord de sol y la
evaporación resultante, junto con la falta de precipitaciones y las
altas temperaturas durante un largo período de tiempo, han causado
condiciones inusualmente secas en el suelo y un descenso
significativo en el nivel de agua subterránea.
"Nos
encontramos significativamente por debajo del nivel que deberíamos
tener”, afirma Feddern. Una lluvia constante ayudaría.
A pesar de todo,
Berlín no está en peligro de quedarse sin agua porque dos tercios
de su suministro provienen de un "sistema de filtración
ribereña”, en el que el agua se filtra a través del suelo de
varios ríos y lagos de la ciudad.
En un verano
extraordinariamente caluroso y seco, cuando los ríos tienen menos
caudal, Berlín tiene la posibilidad de represar el agua a través de
varios embalses. Esto aumenta artificialmente el volumen de agua,
dando así un impulso a los niveles de agua subterránea.
No obstante, si
bien esto puede parecer bueno para la población de la capital
alemana, no lo es para la vida acuática, según Werner Kloas, jefe
del Departamento de Ecofisiología y Acuicultura del Instituto
Leibniz de Ecología de Agua Dulce y Pesca Interior, de Berlín.
"El problema
es que los peces no pueden salir”, explica a DW. "Tenemos
demasiados cuerpos de agua controlados o embalsados”, aclara.
El calor
disminuye la capacidad del agua para absorber oxígeno. Según Kloas,
la vida acuática de la ciudad ya está sufriendo. Asimismo, si se
emplean presas, se ralentiza el flujo dificultando aún más el
suministro de oxígeno.
Esto puede dar
lugar a la muerte de animales, reduciendo así la biodiversidad en
general. Como solución al problema, Kloas sugiere la construcción
de los llamados sistemas de transferencia para peces, como, por
ejemplo, las escaleras de peces, que permiten la movilidad de los
animales a pesar de la retención de agua.
Asegurando el
futuro del suministro de agua de Berlín
Según BWB, en
muchas de sus centrales acuáticas existe una alta biodiversidad y se
toman medidas para proteger a los animales que allí habitan, como
las nutrias y las ranas. Jens Feddern afirma que está trabajando con
el ayuntamiento de la ciudad en el "Plan Maestro del Agua”
para garantizar que los grifos no se agoten en el futuro.
Se prestará
especial atención al crecimiento demográfico de la ciudad y a la
cuestión de dónde se podrían construir nuevos pozos. Asimismo,
están considerando si la red de tuberías de la ciudad es lo
suficientemente adaptable para hacer frente al calor extremo o a las
lluvias y si se debe aumentar la capacidad de las centrales
abastecedoras de agua de Berlín.
BWB también está
recolectando y analizando datos. El objetivo es averiguar dónde
invertir para poder reaccionar mejor ante situaciones extremas. El
verano de 2018 puede haber sido "excepcional”, dice Feddern,
pero en los últimos años es evidente que "algo ha cambiado”.
Fuente:
Jennifer Collins, Berlín se replantea su plan de gestión del agua debido al cambio climático, 18/09/18, Deutsche Welle. Consultado 20/09/18.
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