Quedan 32
técnicos para acompañar a pequeños productores. Juan Pablo Vecchi,
coordinador de la SsAF, confirmó más despidos. La medida impactará
en 10.000 trabajadores rurales.
por Miriam Campos
En los próximos
días, nuevos despidos podrían concretarse en el ámbito de la
Subsecretaría de Agricultura Familiar de Córdoba (SsAF),
dependiente del ministerio de Agroindustria de la Nación.
El recorte a
cuentas gotas desde 2016 redujo la planta de 55 técnicos, que
trabajan en contacto directo con pequeños productores, a 32
profesionales. Un nuevo recorte, que se estima alcanzaría al 50 % del
plantel, dejará a la deriva a 10.000 trabajadores rurales que
producen el 80 % de los alimentos que se consumen en la provincia.
Un papel vital de
los técnicos, en su mayoría ingenieros agrónomos, consiste en
ayudar a los trabajadores en su producción sin la utilización de
agroquímicos. Lo que se conoce como “agroecología”.
“Nuestro
trabajo consiste básicamente en acompañar técnicamente en procesos
productivos, organizativos, en formulación de proyectos, en
asistencia integral de los agricultores familiares” cuenta a La
Nueva Mañana, Luis Narmona, ingeniero agrónomo, docente, técnico
de campo y referente en la producción agroecológica en la
provincia.
La tarea de los
técnicos en esa cadena productiva de alimentos, consiste en asesorar
a los trabajadores para mejorar la producción, pero también
acompañar los procesos organizativos, “normalmente se trata de un
sector muy invisible que está muy diverso y oculto en el territorio,
entonces tratamos de ir conformando organizaciones para que tengan
representatividad”, explica Narmona quien precisa, además, que el
impacto más grande del recorte, es que este sector campesino se
quedará sin acceso a políticas públicas.
“Nosotros somos
un nexo importante entre las políticas públicas que generan los
Estados nacionales o provinciales y estas familias. Somos un vehículo
porque tenemos presencia territorial”, indica el técnico.
Eso quiere decir
que cada semana, recorren cientos de kilómetros para realizar
capacitaciones y acompañamiento en el desarrollo de los agricultores
familiares. Se tratan de pequeños productores, campesinos, miembros
de pueblos originarios, que cultivan, elaboran, producen o cosechan
los alimentos que están en nuestra cocina cotidianamente: verduras,
frutas, leche, miel y todos los derivados de esa cadena.
El trabajo en el
campo implica desde talleres para la instalación de cisternas de
almacenamiento de agua de riego o asesoramiento en la poda de
frutales hasta la elaboración de bokashi, una especie de abono
orgánico. Y algo no menor: la producción de sus propias semillas
para el cultivo.
“Si vas a una
semillería y pedís veneno, ahí sobran los agroingenieros para
vendértelo; pero acá, para nosotros es importante la buena mano que
nos dan los técnicos de la SsAF, el Inta y el Inti. Si nos quitan
eso, a nosotros nos dejan desnudos en el campo”, dice Antonio
Córdoba de 65 años, perteneciente a la Cooperativa de hotícola San
Carlos integrada por ocho familias que venden sus productos en la
feria agroecológica de Ciudad Universitaria.
“Nosotros
aprendemos técnicas, nos capacitamos, y por ejemplo, trabajamos en
el almacenamiento casero con la ayuda de tabaco, ruda, ajo, paraíso.
Si los echan, nos quedamos sin ese asesoramiento”, relata el
productor.
El primer pie de
la Subsecretaría de Agricultura Familiar tuvo su origen a principios
de los ‘90 cuando se creó el Programa Social Agropecuario (PSA),
durante el Gobierno de Carlos Menem. Allí se comenzó a trabajar en
las zonas rurales con un perfil de productor más del campesinado,
con un objetivo de subsistencia. A partir de entonces, los técnicos
empezaron a insertarse en el territorio.
En el año 2008,
se creó el ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, que antes
era solo una Secretaría, y en ese marco se formalizó una
Secretaría de Agricultura Familiar cuyo perfil era el enfoque socio
territorial, algo que se fue construyendo a partir del PSA.
El tercer bastión
del área se dio en 2015 cuando se sancionó la Ley de Reparación
Histórica de la Agricultura Familiar Nº 27118.2014 donde se comenzó
a pensar al campesino como sujeto de derecho, el núcleo de la
agricultura familiar, aunque quedó sin reglamentación.
“Lo último que
queda son nuestros sueldos y los vehículos”
En marzo de 2016,
a pocos meses de asumir el actual gobierno, el área en Córdoba
recibió un recorte del 35 % de la planta de trabajadores. Juan Pablo
Vecchi, coordinador de la subsecretaría de Agricultura Familiar en
la provincia, al ser consultado por este medio, confirmó que los
recortes van a continuar: “Hay un pedido del ministerio de
Modernización para cumplir con determinadas metas y el ministerio de
Agroindustria a palabras del ministro Luis Miguel Etchevehere, en los
últimos siete años de la gestión del kirchnerismo se multiplicó
por siete la planta. De unos 680 a 4200. Y lamentablemente el Estado
nunca tuvo el dinero para poder afrontar esta expansión”, explicó
el funcionario argumentando la razón oficial de los despidos pero
descartando que la Subsecretaría cierre definitivamente. “No hay
ninguna posiblidad de eso”, negó de plano.
“En resumidas
cuentas, se les generó una expectativa infundada a un montón de
gente, cuando desde el Estado no está el dinero para pagar esa
planta”, explicó Vecchi y aclaró que lamentaba los recortes pero
se tornaban necesarios para “achicar el gasto y equilibrar las
cuentas”.
La SsAF no cuenta
con un presupuesto propio para poder financiar proyectos y procesos
de los agricultores familiares y de sus organizaciones. Es por ello,
que los técnicos se convirtieron en especialistas en formular
proyectos, articular con otras instituciones u organizaciones y por
ello, cuestionan los argumentos del delegado para explicar el ajuste.
“Nosotros no
tenemos líneas propias de financiamiento, por lo que, por ejemplo,
para formular asistencia económica para el acceso al agua, tenemos
que ver una línea del Inta, o de Prohuerta, o de Ciencia y Técnica.
Lo único que el Estado estaba aportando eran honorarios y algunos
montos de movilidad. Lo último que queda son nuestros sueldos y los
vehículos, y eso es lo que nos quieren recortar. De esa manera la
SsAF, aunque no cierre, quedaría reducida a una mínima expresión
con una falta de inserción territorial”, explican los técnicos.
Pese al trabajo
cotidiano de los profesionales, el apoyo que reciben de los
productores y el reporte de impacto en 10.000 campesinos anotados en
el Registro Nacional de Agricultura Familiar (Renaf), Vecchi explicó
que no hay ligazón entre la cantidad de técnicos y el servicio que
se presta. “Cuando asumí en 2016 en la Subsecretaría no había
nada. Encontramos que no había equipos de trabajo organizados, no
había objetivos, no había ningún informe ni registro de gestiones
realizadas, no había una vinculación institucional, no se la
conocía a la Subsecretaría”, indica el funcionario y menciona que
asumió frente a la Subsecretaría “de casualidad”. Se trataba de
un área que, según dijo, no logró “construirse un prestigio”
como sí ocurrió en el INTA.
- ¿ A qué se
refiere con construir un prestigio?
- Prestigio en
cuanto a desempeño, lamentablemente este área del Estado, esta
Secretaría, fue muy poco eficiente a lo largo del tiempo. Así como
hay gente valiosa y apasionada en lo que hace, la dependencia estaba
abandonada directamente. Nosotros partimos de cero, se trató de
darle fuerza y prestigio a esta área. Al no ser una empresa, donde
se puede medir mediante facturación, producción o cualquier otro
índice, se buscaron diferentes variables para medir el impacto de
sus acciones y lo que vemos con el paso del tiempo, es que los mismos
productores que requerían la ayuda del Estado hace siete años, son
los que lo requieren también hoy en día. Siempre se han mantenido
en el mismo lugar y no han sabido crecer.
Para el delegado
provincial “se hicieron cosas pero no se midió, se incorporó
mucha gente pero no se les dio herramientas para llevar adelante su
actividad”.
Pese a los dichos
del Gobierno y ante el avance de los despidos, hace diez días, seis
diputados nacionales presentaron un proyecto de ley para declarar la
emergencia laboral en la Secretaría de Agricultura Familiar.
“Lo que se
quiere cortar es el vínculo con los trabajadores rurales”
Ariadna Arrigoni
es una de las técnicas de campo que cubre la región de Río Primero
y además integra un equipo multidisciplinario que trabaja con
mujeres de la agricultura familiar. En este contexto de recortes
explica: “Lo que se quiere cortar es el vínculo con los
trabajadores rurales, no se trata de una Subsecretaría, se trata de
intentar ponerle corte a una política de Estado, un rol que el
Estado fue asumiendo desde el año 1994 hasta la fecha, hay gente
laburando en esto hace 30 años, no empezó ayer”, enfatiza.
“Son 30 años
de promover ferias para que sean espacios de ventas entre el
productor y el consumidor. Nosotros trabajamos para que vos,
consumidor, conozcas que hay alguien, hay un otro que tiene una
elección de vida, y que produce de una forma que cuando la conoces,
querés acceder a esos alimentos” concluye.
La migración de
los pequeños productores a las prácticas de producción sin el uso
de agroquímicos en los últimos años, es un trabajo muy asociado a
la presencia territorial de los técnicos en la provincia.
Servando Conci,
tiene más de 70 años y junto a Teresa, su esposa, tienen una huerta
en la que producen verduras agroecológicas que luego venden en la
feria de Colonia Tirolesa. Servando tiene un brazo “colgando”,
inutilizado por haber trabajado durante años manipulando productos
fosforados para combatir las plagas en las verduras.
“Yo trabajé
desde muy chiquito en el campo, con mi hermano producíamos en gran
cantidad de alimentos hace casi 50 años. De jovencito aprendí a
manejar todo lo que es la producción, siembra, y mi hermano iba al
mercado a vender. Llegamos a tener cerca de 25 empleados. Yo iba a
los ingenieros que me daban los agroquímicos para echarle a la
producción y los manejabámos sin ningún tipo de cuidado porque no
teníamos ninguna clase de asesoría”, cuenta desde su casa en
Colonia Tirolesa.
A los 18 años,
Servando tuvo un tumor cerca de la clavícula, se llenó de ganglios,
tuvo problemas con los glóbulos rojos y fue sometido a un
tratamiento. “Ahí me solucionaron el problema pero a mi se me
‘secó’ un brazo. Yo andaba perfecto hasta los 21 años cuando me
pasó esto. Toda la parte linfática se me ‘hizo bolsa’ pero hoy
sigo andando con una sola mano porque al otro brazo lo tengo
‘colgando’. Pero yo sigo luchando”.
Con el tiempo el
productor abandonó lo que hacía, y muchos años después comenzó
una huerta en su casa para comer más sano “porque para mi los
agroquímicos en las verduras es una cosa de locos”, dice. Cuando
la producción en la casa fue mayor, Servando cargaba en la bicicleta
las verduras que le sobraban y las vendía en el centro.
“Desde que
empecé con la agroecología cada vez conozco más cosas, descubrimos
nuevas formas de trabajar y a mi eso me ha entusiasmado muy mucho”,
dice Servando y agrega: “Realmente no vemos tanta plata, pero
tenemos un proyecto con mi señora, y eso siempre fue con la ayuda de
la gente de la Subsecretaría, porque realmente los necesitamos. No
somos los grandes productores, estamos luchando. Ese apoyo que nos
dan es invaluable, porque lo que nos traen es conocimiento pero sobre
todo humanidad”.
Fuente:
Miriam Campos, Subsecretaría de Agricultura Familiar: el ajuste a la agroecología de Córdoba, 27/08/18, La Nueva Mañana.
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