miércoles, 29 de agosto de 2018

Subsecretaría de Agricultura Familiar: el ajuste a la agroecología de Córdoba

Quedan 32 técnicos para acompañar a pequeños productores. Juan Pablo Vecchi, coordinador de la SsAF, confirmó más despidos. La medida impactará en 10.000 trabajadores rurales.

por Miriam Campos

En los próximos días, nuevos despidos podrían concretarse en el ámbito de la Subsecretaría de Agricultura Familiar de Córdoba (SsAF), dependiente del ministerio de Agroindustria de la Nación.

El recorte a cuentas gotas desde 2016 redujo la planta de 55 técnicos, que trabajan en contacto directo con pequeños productores, a 32 profesionales. Un nuevo recorte, que se estima alcanzaría al 50 % del plantel, dejará a la deriva a 10.000 trabajadores rurales que producen el 80 % de los alimentos que se consumen en la provincia.

Un papel vital de los técnicos, en su mayoría ingenieros agrónomos, consiste en ayudar a los trabajadores en su producción sin la utilización de agroquímicos. Lo que se conoce como “agroecología”.

Nuestro trabajo consiste básicamente en acompañar técnicamente en procesos productivos, organizativos, en formulación de proyectos, en asistencia integral de los agricultores familiares” cuenta a La Nueva Mañana, Luis Narmona, ingeniero agrónomo, docente, técnico de campo y referente en la producción agroecológica en la provincia.

La tarea de los técnicos en esa cadena productiva de alimentos, consiste en asesorar a los trabajadores para mejorar la producción, pero también acompañar los procesos organizativos, “normalmente se trata de un sector muy invisible que está muy diverso y oculto en el territorio, entonces tratamos de ir conformando organizaciones para que tengan representatividad”, explica Narmona quien precisa, además, que el impacto más grande del recorte, es que este sector campesino se quedará sin acceso a políticas públicas.

Nosotros somos un nexo importante entre las políticas públicas que generan los Estados nacionales o provinciales y estas familias. Somos un vehículo porque tenemos presencia territorial”, indica el técnico.

Eso quiere decir que cada semana, recorren cientos de kilómetros para realizar capacitaciones y acompañamiento en el desarrollo de los agricultores familiares. Se tratan de pequeños productores, campesinos, miembros de pueblos originarios, que cultivan, elaboran, producen o cosechan los alimentos que están en nuestra cocina cotidianamente: verduras, frutas, leche, miel y todos los derivados de esa cadena.

El trabajo en el campo implica desde talleres para la instalación de cisternas de almacenamiento de agua de riego o asesoramiento en la poda de frutales hasta la elaboración de bokashi, una especie de abono orgánico. Y algo no menor: la producción de sus propias semillas para el cultivo.

Si vas a una semillería y pedís veneno, ahí sobran los agroingenieros para vendértelo; pero acá, para nosotros es importante la buena mano que nos dan los técnicos de la SsAF, el Inta y el Inti. Si nos quitan eso, a nosotros nos dejan desnudos en el campo”, dice Antonio Córdoba de 65 años, perteneciente a la Cooperativa de hotícola San Carlos integrada por ocho familias que venden sus productos en la feria agroecológica de Ciudad Universitaria.

Nosotros aprendemos técnicas, nos capacitamos, y por ejemplo, trabajamos en el almacenamiento casero con la ayuda de tabaco, ruda, ajo, paraíso. Si los echan, nos quedamos sin ese asesoramiento”, relata el productor.

El primer pie de la Subsecretaría de Agricultura Familiar tuvo su origen a principios de los ‘90 cuando se creó el Programa Social Agropecuario (PSA), durante el Gobierno de Carlos Menem. Allí se comenzó a trabajar en las zonas rurales con un perfil de productor más del campesinado, con un objetivo de subsistencia. A partir de entonces, los técnicos empezaron a insertarse en el territorio.

En el año 2008, se creó el ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, que antes era solo una Secretaría, y en ese marco se formalizó una Secretaría de Agricultura Familiar cuyo perfil era el enfoque socio territorial, algo que se fue construyendo a partir del PSA.

El tercer bastión del área se dio en 2015 cuando se sancionó la Ley de Reparación Histórica de la Agricultura Familiar Nº 27118.2014 donde se comenzó a pensar al campesino como sujeto de derecho, el núcleo de la agricultura familiar, aunque quedó sin reglamentación.

Lo último que queda son nuestros sueldos y los vehículos”

En marzo de 2016, a pocos meses de asumir el actual gobierno, el área en Córdoba recibió un recorte del 35 % de la planta de trabajadores. Juan Pablo Vecchi, coordinador de la subsecretaría de Agricultura Familiar en la provincia, al ser consultado por este medio, confirmó que los recortes van a continuar: “Hay un pedido del ministerio de Modernización para cumplir con determinadas metas y el ministerio de Agroindustria a palabras del ministro Luis Miguel Etchevehere, en los últimos siete años de la gestión del kirchnerismo se multiplicó por siete la planta. De unos 680 a 4200. Y lamentablemente el Estado nunca tuvo el dinero para poder afrontar esta expansión”, explicó el funcionario argumentando la razón oficial de los despidos pero descartando que la Subsecretaría cierre definitivamente. “No hay ninguna posiblidad de eso”, negó de plano.

En resumidas cuentas, se les generó una expectativa infundada a un montón de gente, cuando desde el Estado no está el dinero para pagar esa planta”, explicó Vecchi y aclaró que lamentaba los recortes pero se tornaban necesarios para “achicar el gasto y equilibrar las cuentas”.

La SsAF no cuenta con un presupuesto propio para poder financiar proyectos y procesos de los agricultores familiares y de sus organizaciones. Es por ello, que los técnicos se convirtieron en especialistas en formular proyectos, articular con otras instituciones u organizaciones y por ello, cuestionan los argumentos del delegado para explicar el ajuste.

Nosotros no tenemos líneas propias de financiamiento, por lo que, por ejemplo, para formular asistencia económica para el acceso al agua, tenemos que ver una línea del Inta, o de Prohuerta, o de Ciencia y Técnica. Lo único que el Estado estaba aportando eran honorarios y algunos montos de movilidad. Lo último que queda son nuestros sueldos y los vehículos, y eso es lo que nos quieren recortar. De esa manera la SsAF, aunque no cierre, quedaría reducida a una mínima expresión con una falta de inserción territorial”, explican los técnicos.

Pese al trabajo cotidiano de los profesionales, el apoyo que reciben de los productores y el reporte de impacto en 10.000 campesinos anotados en el Registro Nacional de Agricultura Familiar (Renaf), Vecchi explicó que no hay ligazón entre la cantidad de técnicos y el servicio que se presta. “Cuando asumí en 2016 en la Subsecretaría no había nada. Encontramos que no había equipos de trabajo organizados, no había objetivos, no había ningún informe ni registro de gestiones realizadas, no había una vinculación institucional, no se la conocía a la Subsecretaría”, indica el funcionario y menciona que asumió frente a la Subsecretaría “de casualidad”. Se trataba de un área que, según dijo, no logró “construirse un prestigio” como sí ocurrió en el INTA.

- ¿ A qué se refiere con construir un prestigio?

- Prestigio en cuanto a desempeño, lamentablemente este área del Estado, esta Secretaría, fue muy poco eficiente a lo largo del tiempo. Así como hay gente valiosa y apasionada en lo que hace, la dependencia estaba abandonada directamente. Nosotros partimos de cero, se trató de darle fuerza y prestigio a esta área. Al no ser una empresa, donde se puede medir mediante facturación, producción o cualquier otro índice, se buscaron diferentes variables para medir el impacto de sus acciones y lo que vemos con el paso del tiempo, es que los mismos productores que requerían la ayuda del Estado hace siete años, son los que lo requieren también hoy en día. Siempre se han mantenido en el mismo lugar y no han sabido crecer.

Para el delegado provincial “se hicieron cosas pero no se midió, se incorporó mucha gente pero no se les dio herramientas para llevar adelante su actividad”.

Pese a los dichos del Gobierno y ante el avance de los despidos, hace diez días, seis diputados nacionales presentaron un proyecto de ley para declarar la emergencia laboral en la Secretaría de Agricultura Familiar.

Lo que se quiere cortar es el vínculo con los trabajadores rurales”

Ariadna Arrigoni es una de las técnicas de campo que cubre la región de Río Primero y además integra un equipo multidisciplinario que trabaja con mujeres de la agricultura familiar. En este contexto de recortes explica: “Lo que se quiere cortar es el vínculo con los trabajadores rurales, no se trata de una Subsecretaría, se trata de intentar ponerle corte a una política de Estado, un rol que el Estado fue asumiendo desde el año 1994 hasta la fecha, hay gente laburando en esto hace 30 años, no empezó ayer”, enfatiza.

Son 30 años de promover ferias para que sean espacios de ventas entre el productor y el consumidor. Nosotros trabajamos para que vos, consumidor, conozcas que hay alguien, hay un otro que tiene una elección de vida, y que produce de una forma que cuando la conoces, querés acceder a esos alimentos” concluye.

La migración de los pequeños productores a las prácticas de producción sin el uso de agroquímicos en los últimos años, es un trabajo muy asociado a la presencia territorial de los técnicos en la provincia.

Servando Conci, tiene más de 70 años y junto a Teresa, su esposa, tienen una huerta en la que producen verduras agroecológicas que luego venden en la feria de Colonia Tirolesa. Servando tiene un brazo “colgando”, inutilizado por haber trabajado durante años manipulando productos fosforados para combatir las plagas en las verduras.

Yo trabajé desde muy chiquito en el campo, con mi hermano producíamos en gran cantidad de alimentos hace casi 50 años. De jovencito aprendí a manejar todo lo que es la producción, siembra, y mi hermano iba al mercado a vender. Llegamos a tener cerca de 25 empleados. Yo iba a los ingenieros que me daban los agroquímicos para echarle a la producción y los manejabámos sin ningún tipo de cuidado porque no teníamos ninguna clase de asesoría”, cuenta desde su casa en Colonia Tirolesa.

A los 18 años, Servando tuvo un tumor cerca de la clavícula, se llenó de ganglios, tuvo problemas con los glóbulos rojos y fue sometido a un tratamiento. “Ahí me solucionaron el problema pero a mi se me ‘secó’ un brazo. Yo andaba perfecto hasta los 21 años cuando me pasó esto. Toda la parte linfática se me ‘hizo bolsa’ pero hoy sigo andando con una sola mano porque al otro brazo lo tengo ‘colgando’. Pero yo sigo luchando”.

Con el tiempo el productor abandonó lo que hacía, y muchos años después comenzó una huerta en su casa para comer más sano “porque para mi los agroquímicos en las verduras es una cosa de locos”, dice. Cuando la producción en la casa fue mayor, Servando cargaba en la bicicleta las verduras que le sobraban y las vendía en el centro.

Desde que empecé con la agroecología cada vez conozco más cosas, descubrimos nuevas formas de trabajar y a mi eso me ha entusiasmado muy mucho”, dice Servando y agrega: “Realmente no vemos tanta plata, pero tenemos un proyecto con mi señora, y eso siempre fue con la ayuda de la gente de la Subsecretaría, porque realmente los necesitamos. No somos los grandes productores, estamos luchando. Ese apoyo que nos dan es invaluable, porque lo que nos traen es conocimiento pero sobre todo humanidad”.

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