Aguas abajo de la
ciudad de Córdoba, el Suquía va camino a ser un río sin vida. La
contaminación generada por la propia ciudad, en especial por la
Estación Depuradora de Aguas Residuales de Bajo Grande, y la
presencia de agroquímicos no dejan que prospere ningún pez.
por Lucas Viano
Investigadores
del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (Idea) de la
Universidad Nacional de Córdoba y Conicet estudian este sector del
río desde hace años. Para su trabajo necesitan realizar capturas
con redes.
Entre 1998 y
2002, Andrea Hued, de esta institución, realizó un trabajo en toda
la cuenca del río Suquía. En aquella época también se sentía la
contaminación aguas abajo de Bajo Grande, pero la abundancia y
diversidad de peces era mayor.
Las capturas
incluían orilleros, mojarras, mojarritas, bagrecitos, limpiafondos y
viejas del agua.
Y por supuesto
también estaba presente el Gambusia affinis, el pez mosquito. Esta
especie tiene una gran capacidad de resistencia a diferentes
condiciones ambientales y está incluida entre las 100 especies
invasoras más dañinas, según la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN).
En las últimas
campañas realizadas por Hued, no lograron capturar ni siquiera un
solo ejemplar del pez mosquito. “Fuimos el viernes pasado a Villa
Corazón de María y Capilla de los Remedios y no encontramos peces.
No sólo no encontramos la especie que nos interesa, sino que no hay
ningún pez. Sacamos un lodo asqueroso con olor a podrido”, cuenta
Hued.
La científica
explica que hay tres especies de orilleros que siempre están
presentes en los ríos a pesar de que estén contaminados. “El
primero que desapareció fue el Jenynsia multidentata, después el
Gambusia affinis y ahora el Cnesterodon decemmaculatus”, enumera.
Y agrega:
“Estamos hablando de una extinción local de estas especies. No hay
mortandad de peces como ocurre cuando hay algún vertido
contaminante. Pero la población va migrando lentamente a través de
los años para alejarse de los sectores más contaminados”.
Problemas
sexuales
Los
investigadores pudieron completar a duras penas el último estudio
sobre la especie Cnesterodon decemmaculatus. Este trabajo, publicado
hace unas semana en la revista científica Science of the Total
Environment, puede explicar en parte por qué los peces están
desapareciendo.
El equipo
-integrado por Micaela Zambrano, Gisela Rautenberg, Alejo Bonifacio,
Iohanna Filippi, Valeria Amé y Rocío Bonansea- analizó el sistema
reproductivo de los ejemplares machos capturados en este sector del
río Suquía y los comparó con ejemplares recuperados en otros tres
puntos aguas arriba de este curso de agua.
Los
investigadores también analizaron la calidad de agua y elaboraron un
índice. En el río Yuspe, este índice fue del 95 por ciento. En la
zona de Casa Bamba, fue del 90,8 por ciento. En el puente Cantón,
plena ciudad de Córdoba, fue del 72,3 por ciento, mientras que en
Villa Corazón de María llegó al 50,9 por ciento.
El órgano
copulatorio de los peces se llama gonopodio, el cual permite
transferir el esperma hacia la hembra. El órgano se desarrolla por
acción de hormonas masculinas.
“Pero si el
individuo ha estado expuesto a sustancias que interrumpen la acción
de estas hormonas u otras que imitan a las hormonas femeninas, puede
verse afectado en su longitud o bien en las estructuras óseas
internas que lo conforman”, explica Hued. Y si la especie no se
puede reproducir, su supervivencia está en riesgo.
Los
investigadores encontraron que aguas abajo de Bajo Grande los peces
mostraban anormalidades en las estructuras del gonopodio.
Un ejemplo es lo
que se conoce como el filamento gonopodial. En los peces capturados
en el río Yuspe, tributario sin contaminación del Suquía, esta
estructura medía 1,08 milímetros en promedio. En los ejemplares
recolectados en Villa Corazón de María, el tamaño se redujo a 0,94
milímetros.
“Los cambios no
llegan ni a milímetros, pero en proporción es mucho ya que son
peces que tienen sólo dos centímetros. Un cambio milimétrico puede
hacer la diferencia. También hay alteración en las forma de estas
estructuras reproductivas que pueden provocar fallas durante la
copulación”, explica Hued.
En la ciudad,
también
Los
investigadores también tomaron muestras de peces en el Puente
Cantón, dentro de la ciudad de Córdoba.
A pesar de que
este sector todavía no recibió los efluentes de Bajo Grande, los
peces sienten la contaminación de la ciudad. “Este sector recibe
las escorrentías de la zona central, que arrastran la contaminación
de los vehículos. Además, el análisis de agua arrojó la presencia
de pesticidas conocidos por su efecto estrogénico, como el
dieldrin”, dice el trabajo.
Peces como alarma
Hued explica que
monitorear la contaminación del río a través de los peces tiene
sus ventajas por sobre los clásicos análisis físico-químico y
microbiológicos.
“Estos análisis
son instantáneas de la contaminación del río. Es una foto de su
calidad de agua de ese momento, la cual puede estar condicionada por
una creciente u otro factor”, dice la científica.
Y agrega: “Los
peces reflejan la contaminación del río a lo largo del tiempo.
Puede haber cesado y no aparecer en los análisis, pero el animal la
conserva adentro porque tiene algún órgano dañado o algún
problema morfológico”.
Fuente:
Lucas Viano, El Suquía ya casi no tiene peces aguas abajo de Bajo Grande, 19/08/18, La Voz del Interior. Consultado 21/08/18.
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