Un
estudio concretado por científicos argentinos y ahora publicado en
el exterior develó la presencia de plaguicidas en la mayor parte de
los productos que se ofrecen en las verdulerías locales. La naranja,
a la cabeza en la nómina de contaminados. ¿Qué tan peligrosos son
los compuestos detectados?
por Patricio
Eleisegui
La muestra
resalta por lo contundente: 135 frutas y verduras de las más
consumidas en la Argentina. Sometidos a diversos análisis químicos,
los productos arrojaron un resultado que aterra: el 65 % de lo
evaluado dio positivo en contaminación con al menos un plaguicida.
De esa porción cargada con agrotóxicos, un 39 % presentó un nivel
de residuos tan elevado que vuelve a cada variedad un alimento
inadecuado para el consumo.
A ese tenor de
conclusiones arribó el trabajo elaborado por un equipo de
científicos pertenecientes al Centro de Investigaciones del Medio
Ambiente (CIM) -dependiente de la Universidad de La Plata (UNLP)-, el
Espacio Multidisciplinario de Interacción Socioambiental (EMISA), y
el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET).
El monitoreo se
aplicó sobre un surtido de frutas y verduras adquiridas entre 2015 y
2016 en comercios elegidos al azar en las ciudades de Buenos Aires y
La Plata. Intervino en la coordinación de la labor la Cátedra de
Soberanía Alimentaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Publicada en la
prestigiosa revista Food Control, auténtico órgano de difusión de
la Federación Europea de Ciencia y Tecnología de Alimentos -EFFoST,
sus siglas en inglés-, esta experiencia, a la que iProfesional
accedió en las últimas horas, situó a la naranja como el producto
que evidenció la mayor cantidad de plaguicidas presentes en una
misma fruta, mientras que las zanahorias lideraron la nómina de los
artículos con concentraciones de químicos que exceden a las pautas
agrícolas.
A tono con esto,
y de acuerdo al trabajo en cuestión, los productos en los que se
encontró residuo de plaguicidas según frecuencias de aparición
son:
- Naranjas.
- Zanahorias.
- Tomates.
- Pimientas.
- Lechugas.
"Aproximadamente
7 de cada 10 naranjas, zanahorias y tomates contenía residuos de
plaguicidas. Mientras que en casi la mitad de las muestras de
zanahorias se detectaron valores (de plaguicidas) superiores a los
LMR -Límites Máximos de Residuos-, naranjas y tomates mostraron un
nivel de incumplimiento de esa pauta del 30 % y 20 %, respectivamente.
Aunque la mitad de las muestras de pimiento y lechuga dieron positivo
en algún compuesto, sólo el 30 % de los primeros y el 40 % de los
segundos mostraron concentraciones de residuos superiores al umbral
de LMR", precisa el informe remitido a este medio.
Mayor
contaminación
Alineado con
dicho argumento, los productos con concentraciones de plaguicidas que
violan los LMR vigentes se alinean de esta forma:
- Zanahorias.Lechugas.
- Naranjas.
- Pimientos.
- Tomates.
En limpio se
trata de alimentos que, en virtud de la acumulación de venenos que
acumulan, directamente no deberían estar a la venta por su potencial
riesgo para la salud.
Otro aspecto
importante que expone el trabajo refiere a la calidad de las frutas y
verduras que la Argentina destina a la exportación. La unidad de
científicos asegura que los productos que se comercializan hacia
otros mercados ostentan parámetros de residuos hasta 7 veces menores
a los hallados en la producción que hoy se ofrece en verdulerías.
Dicho de otra forma, lo sano se va afuera.
"Se
recomienda con urgencia la implementación de programas diseñados
para facilitar el conocimiento, la capacitación y el monitoreo",
reza el documento que ahora expone iProfesional.
Según detalla el
trabajo, los vegetales bajo el modelo de producción predominante en
el país requieren "el uso de pesticidas a gran escala, hasta 20
veces más de lo que se usa habitualmente en el monocultivo extensivo
de granos y semillas oleaginosas".
Dicho de otra
forma, los ingredientes de una ensalada han sido tratados con venenos
a niveles que, por establecer un paralelo, incluso superan a la soja
bañada con productos cancerígenos como el glifosato que diseñó
Monsanto.
"Esta
contaminación conduce a posibles vías de exposición a la
población, tanto por la dinámica ambiental como por los hábitos de
consumo de alimentos, siendo esta última la mayor fuente de riesgo
para la salud humana", advierte.
"Se esta
frente a un modelo de producción de base química, que incorpora
plaguicidas como base del control de plagas que ingresan al ambiente
y a nuestros hogares.”, aseguró a este medio Damián Marino,
doctor en Química y uno de los especialistas del CIM y el CONICET
que llevó a cabo la indagación científica.
Los venenos
Entre los
compuestos ubicados, la mayor proporción correspondió al
insecticida clorpirifos -25,9 %-, seguido por el fungicida
epoxiconazol -15,6 %-, los también insecticidas endosulfan y
cipermetrina -15,6 % y 13,3 %, respectivamente-, y la lambdacialotrin
-10,4 %-, también perteneciente a la familia de los insecticidas.
Por poner un
ejemplo del tenor de los químicos detectados, vale decir que el
clorpirifos es uno de los plaguicidas organofosforados más
utilizados en la agricultura de la Argentina.
Dow, su
desarrolladora, fue multada en 1995 y 2003 por ocultar casi 250 casos
de intoxicación con ese agroquímico sólo en los Estados Unidos y
continuar publicitando al insecticida como producto "seguro".
En la sumatoria
de ambas sanciones, Dow culminó desembolsando a modo de pena más de
2,7 millones de dólares. Ya en 2011, un estudio concretado por la
universidad norteamericana de Columbia vinculó al insecticida con
numerosos casos de niños afectados con retrasos mentales y físicos
en zonas cercanas a Nueva York.
En cuanto al
epoxiconazol, el trabajo expresa que el plaguicida "no está
bajo ninguna forma de regulación, ni en la legislación nacional ni
en el Codex Alimentarius". O sea, su presencia para frutas y
verduras no se encuentra categorizada en el código que rige la
seguridad en los alimentos. Se trata de un compuesto que ni siquiera
está pensando para el cultivo de frutas y verduras.
La irregularidad
suma grosor si se abordan los casos de la cipermetrina y el
endosulfan, también con presencia destacada entre los químicos más
constatados.
La cipermetrina,
de acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), es muy
tóxica para peces y abejas, y se recomienda evitar su uso sobre
cursos de agua.
A nivel local, su
desarrollo y comercialización corre por cuenta de Bayer, Dow,
DuPont, Monsanto y Nidera, entre otras firmas.
Este producto
aparece como uno de los desarrollos que, en combinación con otros
pesticidas, viene originando casos de polineuropatías tóxicas y
trastornos en el sistema nervioso periférico como el denunciado por
Fabián Tomasi, ex empleado de una compañía fumigadora de
Basabilbaso, provincia de Entre Ríos.
Tomasi es un
auténtico caso-símbolo de cómo los plaguicidas destruyen la salud
al entrar en contacto con el cuerpo.
El endosulfan, en
cambio, es un insecticida catalogado como "muy peligroso"
por el mismo SENASA, y su uso se encuentra vetado en más de 60
países -Unión Europea incluida- por generar desde cáncer hasta
deformidades congénitas pasando por desórdenes hormonales,
parálisis cerebral, epilepsia y problemas en la piel, los ojos y las
vías respiratorias, entre otros males.
En la Argentina,
su utilización está prohibida desde mediados de 2013. Que hoy se lo
detecte en frutas y verduras permite dos conjeturas: o la molécula
es capaz de resistir años en el suelo para luego pasar a los
productos o, en todo caso, el agrotóxico continúa siendo
comercializado a nivel local por canales ilegales.
Dados los niveles
detectados en el trabajo, los autores proponen su presencia como
consecuencia de su uso reciente en los cultivos.
Por fuera de este
último interrogante, el trabajo desarrollado por los científicos
locales coloca nuevamente en entredicho la calidad alimenticia de
productos clave en la dieta de los argentinos.
¿Se puede vivir
de ensaladas? La ciencia vuelve a dejar en claro que, al menos en
buena parte de los comercios de Buenos Aires y La Plata -y
exceptuando la oferta agroecológica o directamente orgánica-,
inclinarse por las frutas y las verduras que se comercializan en el
circuito tradicional es una invitación a interactuar con venenos con
todo lo fatal que ello implica.
Fuente:
Patricio Eleisegui, No vivas de ensalada: al menos 6 de cada 10 frutas y verduras que se ofrecen en Capital vienen con agrotóxicos y se exporta lo sano, 29/05/18, iProfesional. Consultado 02/06/18.
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