La producción de
alimentos de origen animal multiplica por diez el impacto ambiental
de los vegetales.
por Miguel Ángel
Criado
Para obtener una
proteína de carne de vaca se necesita mucha más tierra, más agua y
emitir más contaminantes a atmósfera, suelos y aguas que para
lograr una proteína de origen vegetal. Este es uno de los muchos
datos que desvela un exhaustivo análisis de lo que la ciencia sabe
sobre el impacto ambiental de la producción de alimentos. Los
autores del estudio sostienen que solo una migración masiva a una
dieta de base vegetal podría aliviar los problemas de sostenibilidad
del planeta.
La investigación,
publicada hoy en la revista Science, analiza el coste ambiental que
tiene producir, transportar, comerciar y consumir los alimentos
esenciales que alimentan a los 7.575 millones de habitantes del
planeta. Para ello, han revisado más de 500 estudios previos y
entrevistado a un centenar de expertos. La base de datos que han
reunido recoge varios impactos de los 40 principales productos que
aportan el 90 % de las necesidades mundiales de proteínas y calorías.
Entre esos costes están el porcentaje de uso de tierra para
cultivarlos o criarlos, la cantidad de agua usada, las emisiones de CO2 y otras dos emisiones menos conocidas pero de enorme impacto: la
acidificación del suelo y la eutrofización de las aguas
subterráneas, de ríos y mares, que supone un enriquecimiento
excesivo en nutrientes. En ambos casos el agente principal son los
fertilizantes nitrogenados.
Los resultados
globales del estudio abruman: durante todo su ciclo de vida, la
producción de alimentos ocupa el 43 % de la tierra del planeta (sin
contar desiertos y regiones heladas), es responsable del 26% de las
emisiones de gases de efecto invernadero (en su mayor parte CO2 y
metano, CH4). También lo es del 32 % de la acidificación y el 78 % de
la eutrofización. Por último, casi dos tercios del agua dulce
retirada de las cuencas va para regar o dar de beber a los animales.
Pero no impacta
lo mismo producir un chuletón que soja para tofu. De hecho, los
principales productos de origen animal (carnes, peces de
piscifactoría, huevos y lácteos) necesitan el 83 % de la tierra
dedicada a la producción de alimentos y son responsables de casi el
60 % de las tres emisiones. Lo peor es que, a cambio, solo aportan el
37 % de las proteínas y apenas el 18 % de las calorías que sostienen
la alimentación humana.
"La carne de
menor impacto crea un 360 % más de emisiones de gases de efecto
invernadero, un 3.200 % más de acidificación, un 970 % mas de
eutrofización y usa un 230 % más de tierra que una plantación media
de soja para tofu por gramo de proteína", sostiene Joseph
Poore, investigador de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y
coautor del estudio, que ha centrado su carrera investigadora en el
impacto ambiental de la agricultura. De hecho, usando las mejores
tecnologías y conocimientos actuales para reducir su impacto, ningún
alimento de origen animal de los estudiados tiene un coste ambiental
inferior que su equivalente vegetal. "Nuestros resultados
también sugieren que la diferencia entre proteínas animales y
vegetales se mantendrá en el futuro", añade Poore.
Por eso, para los
autores del estudio, un cambio generalizado y masivo de dieta,
arrinconando los productos animales en favor de los vegetales,
tendría radicales consecuencias para el planeta: reduciría el
consumo mundial de agua en un 20 % y las distintas emisiones bajarían
a la mitad. Pero el mayor impacto estaría en el uso de la tierra.
Hasta el 76 % de las tierras que ahora ocupan el ganado y la
agricultura volvería a la naturaleza. En hectáreas, ese porcentaje
son 3.100 millones, unas 62 veces la extensión de España.
"En general,
las dietas de base vegetal son uno de los mecanismos más importantes
para reducir nuestro impacto en el planeta. No se trata solo de las
emisiones de gases de efecto invernadero, también la acidificación
global, la eutrofización, el uso de la tierra o el del agua. Reducir
tus vuelos o comprar un coche eléctrico, aunque relevantes, no
consiguen tal reducción en este amplio abanico de impactos
ambientales", sostiene el investigador británico. El problema
sería entonces lograr ese cambio global de la dieta. "A nivel
individual es realista, un número creciente de personas ya están
cambiando sus dietas. Sin embargo, será difícil lograr un cambio
generalizado de la conducta", concluye.
Para el
investigador Javier Gódar, del SEI, un instituto de ciencia
ambiental con sede en Estocolmo (Suecia), "buena parte de los
cambios necesarios para combatir la crisis actual que vivimos van a
centrarse en una multitud de aspectos relacionados con qué comemos,
cómo producimos la comida y cómo la transportamos, industrializamos
y consumimos". El científico español, sin embargo, cree que
las soluciones propuestas por los autores del estudio son, tanto por
el lado de los consumidores como por el de los productores, buenos
deseos. "Es evidente que a pesar de que cada vez hay más
certificación, sellos sostenibles... y de que algunas sociedades
avanzadas están más informadas, los sistemas de producción de
alimentos a nivel global no han cambiado de forma fundamental en
respuesta a esta mayor información", afirma. Y añade: "Cambios
en algo tan importante como los productos que comemos vienen
determinados en gran medida por aspectos culturales y sociológicos
que desde el punto de vista de un científico pueden ser calificados
de irracionales".
La
insostenibilidad de las piscifactorías y el adiós al café
Conscientes de la
dificultad de implantar una dieta vegana a escala mundial, los
autores del estudio publicado en Science plantean un plan B. Según
sus estimaciones, la producción del mismo kilogramo de carne puede
tener hasta tres veces más impacto ambiental según sea la
explotación ganadera. Sus números dicen que si se prescindiera de
la mitad de la producción de carne menos eficiente, aún se lograría
el 70 % de los objetivos conseguidos con una dieta 100 % vegana.
Otros datos del
trabajo muestran que, por ejemplo, la cría de mariscos en
piscifactoría, aunque apenas usa tierra, genera tantas emisiones
que, en conjunto, el impacto ambiental de lograr un kilo de carne de
pescado es mayor que el de lograr uno de vacuno.
Otra opción que
han valorado los investigadores es la renuncia al consumo que llaman
accesorio. Si se retirara de la dieta el azúcar, el café, el
alcohol (vinos y cervezas), el té o el chocolate se conseguiría
reducir el impacto ambiental de los alimentos en un 20 %.
Fuente:
Miguel Ángel Criado, Hazte vegano si quieres salvar el planeta, 31/05/18, El País. Consultado 02/06/18.
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