Opinión del
Grupo de Filosofía de la Biología de la UBA sobre los dichos del
ministro de Ciencia y Tecnología Lino Barañao contra ambientalistas
y ecologistas.
El 11 de abril de
este año, Lino Barañao, a cargo del Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación Productiva, mientras participaba de la
asamblea del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología de la Nación
-instancia institucional formal del área de la cual es ministro-
pronunció la siguiente frase que rebotó en varios medios de
comunicación: “La diferencia entre un ecólogo y un ecologista es
la misma diferencia que hay entre un enólogo y un borracho”. Luego
agregó: “Tenemos que librar una batalla contra los
fundamentalismos”.
El término
’ecólogo’ hace referencia a quienes forman parte de la academia
y hacen investigación en la disciplina ecología. El término
’ecologista’ hace referencia a activistas y militantes en torno a
la problemática ambiental. Como integrantes de la comunidad que
forma parte del amplio espacio de Ciencia y Tecnología en nuestro
país, y sintiéndonos interpelados por estos dichos, queremos
detenernos en cuatro aspectos necesarios de ser destacados.
La falsedad
histórica
Es necesario
recordar aquí que fueron los grupos ecologistas de las décadas de
1960 y 1970 quienes nos advirtieron sobre la problemática ambiental
actual. Quienes provenían de la biología, y en particular de la
ecología, no se involucraron de inmediato en dicha problemática, lo
cual fue motivo de reclamo hacia las ciencias naturales. Solamente
algunas biólogas y biólogos como Rachel Carson, Barry Commoner o
Paul R. Ehrlich, se animaron a interiorizase en lo que en aquel
momento era tildado como un reclamo espurio y sin evidencias.
Sin embargo,
también cabe remarcar que hoy en día las ecólogas y los ecólogos
ocupan diferentes roles en nuestro entramado social. Además de ser
docentes e investigadores, son divulgadores, técnicos y asesores.
Pero más interesante aún, y mal que le pese al ministro, muchos son
ecologistas. A esto podemos agregar también que una parte de la
investigación ecológica actual se dirige a abordar diferentes
aspectos de la problemática ambiental, es decir, aquella que
preocupa a los grupos ecologistas “fundamentalistas”… y a
muchos ecólogos también.
Puntualicemos con
un ejemplo. Buena parte de las investigaciones dirigidas a los
agroecosistemas destacan que se debe reemplazar la agricultura
intensiva, subsidiada con alta alimentación como combustibles
fósiles, fertilizantes, pesticidas químicos, etcétera, por una
agricultura de baja alimentación donde el subsidio energético
aportado por el humano es reducido. Dicho todo esto, simplemente cabe
agregar que entonces aquella polarización dicotómica entre ecólogos
y ecologistas es sencillamente una quimera. Y se trata de una
dicotomía quimérica que obviamente resulta funcional a intereses
particulares.
En nuestro
contexto particular, la construcción del enemigo que inventa Barañao
es directamente funcional a la megamineria y al modelo productivo de
agricultura industrial intensiva, dos de las formas más potentes de
arrasar con nuestro ambiente. Y, por supuesto, dos de las más
cuestionadas. Lo que pretende Barañao es atacar la militancia (con o
sin vínculo con la academia) que luche con banderas de protección
del ambiente contra estos extractivismos.
Incapacidad de
reflexión
En la
polarización entre ecólogos y ecologistas, Barañao asume
implícitamente su posición del lado de quienes practican la
ecología disciplinar, mientras que el ecologismo corre con peor
suerte y se lo compara con un “borracho”. Con esta analogía el
ministro está implícitamente negando a los grupos ecologistas, y
justamente como los niega, puede descalificarlos y de un modo
explícito. Por ende, además de ser como los borrachos son algo más:
son fundamentalistas. Las películas de Hollywood están minadas de
estos ejemplos, quizás una de las más reconocidas sea la saga de
Star Wars donde hay dos lados, el de la luz y el lado oscuro. Los
personajes de estas películas realizan sus acciones en estas
dicotomías de bien y mal, de luz y oscuridad, y aquellos personajes
que particularmente adoptan dicha estrategia de polarización son
mostrados como perdiendo su capacidad para pensar.
En definitiva, al
adoptarse un mundo dicotómico quimérico cualquier intento de
reflexión ya presupone respuestas. Dicho de otra manera, la
reflexión no conduciría a ningún lugar novedoso y recae en alguna
conclusión o caracterización prefabricada y caricaturesca sobre
alguno de los dos lados de la polarización. Haríamos bien en llamar
a esta reflexión una pseudoreflexión. Se sugiere entonces que la
pronunciación jocosa del ministro Barañao de “ecólogos-enólogos”
vs. “ecologistas-borrachos” es, como ya se dijo, una construcción
dicotómica quimérica sobre cuáles actores sociales están
habilitados a hablar o no sobre los problemas ambientales en nuestro
país, y que también delata una incapacidad para la reflexión. En
palabras breves, según Barañao si tomás vino y no sos enólogo,
entonces sos borracho.
La apropiación
de la verdad
¿Qué otro
aspecto hay detrás de la idea de “fundamentalismo”? Por
“fundamentalismo” suele entenderse a toda doctrina o movimiento
que promueve la práctica intransigente y acatamiento a determinada
línea de pensamiento. Sospechamos que en este caso, se particulariza
en que se trata de posicionamientos de tipo meramente políticos
alejados de algún tipo de objetividad y verdad. Entonces, en esta
calificación el ministro de ciencia demarca entre lo que es
verdadero y lo que no: las creencias y radicalismos son de los otros,
los conocimientos válidos son propios. Como descalificación es
devastadora, básicamente quien recibe esta etiqueta se le está
diciendo que no hay ningún sentido en confrontar, ya que se quita
toda posibilidad de acercarse a una noción de verdad al movimiento
ecologista. Los problemas aquí son varios. Podemos al menos
mencionar algunos: ¿cuál es el criterio para delimitar lo que es
verdadero? ¿Por qué en este caso deberíamos reducir las cosas a
criterios científicos? ¿Acaso lo que tienen para decir las
comunidades organizadas que critican, por ejemplo, las consecuencias
ambientales de la megaminería y de la agricultura de tipo industrial
intensiva, no tiene ninguna relación con lo verdadero?
El ocultamiento
de los criterios del mercado
Hay en lo dicho
por Barañao un asunto fundamental: no se está señalando la
apelación a la compatibilidad y funcionalidad con el mercado que
subyace a esta dicotomía. El borracho es aquel que no comprende este
asunto, el irracional y que arruina la capacidad de hacer buenos
negocios. La ciencia, en este caso representada por la ecología, es
desde la óptica de Barañao también reconfigurada y presentada como
compatible a este escenario. Son ambos polos entonces modificados a
la luz del capital.
Detrás de la
dicotomía y de estos cuatro aspectos que se entrelazan, Barañao
pretende silenciar voces de resistencia e inmovilizar a los
académicos frente a procesos de lucha, algunos en desarrollo y otros
potenciales.
El Grupo de Filosofía de la Biología está integrado por investigadores del Conicet y docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. El grupo está dirigido a la investigación, a la enseñanza y a la divulgación abordando el vínculo entre la filosofía de la biología y las problemáticas sociales y ambientales contemporáneas.
Fuente:
Los "fundamentalistas" verdes: ¿a qué se refiere Lino Barañao cuando habla de borrachos?, 18/05/18, La Izquierda Diario. Consultado 22/05/18.
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