martes, 22 de mayo de 2018

Los "fundamentalistas" verdes: ¿a qué se refiere Lino Barañao cuando habla de borrachos?

Opinión del Grupo de Filosofía de la Biología de la UBA sobre los dichos del ministro de Ciencia y Tecnología Lino Barañao contra ambientalistas y ecologistas.

El 11 de abril de este año, Lino Barañao, a cargo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, mientras participaba de la asamblea del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología de la Nación -instancia institucional formal del área de la cual es ministro- pronunció la siguiente frase que rebotó en varios medios de comunicación: “La diferencia entre un ecólogo y un ecologista es la misma diferencia que hay entre un enólogo y un borracho”. Luego agregó: “Tenemos que librar una batalla contra los fundamentalismos”.

El término ’ecólogo’ hace referencia a quienes forman parte de la academia y hacen investigación en la disciplina ecología. El término ’ecologista’ hace referencia a activistas y militantes en torno a la problemática ambiental. Como integrantes de la comunidad que forma parte del amplio espacio de Ciencia y Tecnología en nuestro país, y sintiéndonos interpelados por estos dichos, queremos detenernos en cuatro aspectos necesarios de ser destacados.

La falsedad histórica
Es necesario recordar aquí que fueron los grupos ecologistas de las décadas de 1960 y 1970 quienes nos advirtieron sobre la problemática ambiental actual. Quienes provenían de la biología, y en particular de la ecología, no se involucraron de inmediato en dicha problemática, lo cual fue motivo de reclamo hacia las ciencias naturales. Solamente algunas biólogas y biólogos como Rachel Carson, Barry Commoner o Paul R. Ehrlich, se animaron a interiorizase en lo que en aquel momento era tildado como un reclamo espurio y sin evidencias.

Sin embargo, también cabe remarcar que hoy en día las ecólogas y los ecólogos ocupan diferentes roles en nuestro entramado social. Además de ser docentes e investigadores, son divulgadores, técnicos y asesores. Pero más interesante aún, y mal que le pese al ministro, muchos son ecologistas. A esto podemos agregar también que una parte de la investigación ecológica actual se dirige a abordar diferentes aspectos de la problemática ambiental, es decir, aquella que preocupa a los grupos ecologistas “fundamentalistas”… y a muchos ecólogos también.

Puntualicemos con un ejemplo. Buena parte de las investigaciones dirigidas a los agroecosistemas destacan que se debe reemplazar la agricultura intensiva, subsidiada con alta alimentación como combustibles fósiles, fertilizantes, pesticidas químicos, etcétera, por una agricultura de baja alimentación donde el subsidio energético aportado por el humano es reducido. Dicho todo esto, simplemente cabe agregar que entonces aquella polarización dicotómica entre ecólogos y ecologistas es sencillamente una quimera. Y se trata de una dicotomía quimérica que obviamente resulta funcional a intereses particulares.

En nuestro contexto particular, la construcción del enemigo que inventa Barañao es directamente funcional a la megamineria y al modelo productivo de agricultura industrial intensiva, dos de las formas más potentes de arrasar con nuestro ambiente. Y, por supuesto, dos de las más cuestionadas. Lo que pretende Barañao es atacar la militancia (con o sin vínculo con la academia) que luche con banderas de protección del ambiente contra estos extractivismos.

Incapacidad de reflexión
En la polarización entre ecólogos y ecologistas, Barañao asume implícitamente su posición del lado de quienes practican la ecología disciplinar, mientras que el ecologismo corre con peor suerte y se lo compara con un “borracho”. Con esta analogía el ministro está implícitamente negando a los grupos ecologistas, y justamente como los niega, puede descalificarlos y de un modo explícito. Por ende, además de ser como los borrachos son algo más: son fundamentalistas. Las películas de Hollywood están minadas de estos ejemplos, quizás una de las más reconocidas sea la saga de Star Wars donde hay dos lados, el de la luz y el lado oscuro. Los personajes de estas películas realizan sus acciones en estas dicotomías de bien y mal, de luz y oscuridad, y aquellos personajes que particularmente adoptan dicha estrategia de polarización son mostrados como perdiendo su capacidad para pensar.

En definitiva, al adoptarse un mundo dicotómico quimérico cualquier intento de reflexión ya presupone respuestas. Dicho de otra manera, la reflexión no conduciría a ningún lugar novedoso y recae en alguna conclusión o caracterización prefabricada y caricaturesca sobre alguno de los dos lados de la polarización. Haríamos bien en llamar a esta reflexión una pseudoreflexión. Se sugiere entonces que la pronunciación jocosa del ministro Barañao de “ecólogos-enólogos” vs. “ecologistas-borrachos” es, como ya se dijo, una construcción dicotómica quimérica sobre cuáles actores sociales están habilitados a hablar o no sobre los problemas ambientales en nuestro país, y que también delata una incapacidad para la reflexión. En palabras breves, según Barañao si tomás vino y no sos enólogo, entonces sos borracho.

La apropiación de la verdad
¿Qué otro aspecto hay detrás de la idea de “fundamentalismo”? Por “fundamentalismo” suele entenderse a toda doctrina o movimiento que promueve la práctica intransigente y acatamiento a determinada línea de pensamiento. Sospechamos que en este caso, se particulariza en que se trata de posicionamientos de tipo meramente políticos alejados de algún tipo de objetividad y verdad. Entonces, en esta calificación el ministro de ciencia demarca entre lo que es verdadero y lo que no: las creencias y radicalismos son de los otros, los conocimientos válidos son propios. Como descalificación es devastadora, básicamente quien recibe esta etiqueta se le está diciendo que no hay ningún sentido en confrontar, ya que se quita toda posibilidad de acercarse a una noción de verdad al movimiento ecologista. Los problemas aquí son varios. Podemos al menos mencionar algunos: ¿cuál es el criterio para delimitar lo que es verdadero? ¿Por qué en este caso deberíamos reducir las cosas a criterios científicos? ¿Acaso lo que tienen para decir las comunidades organizadas que critican, por ejemplo, las consecuencias ambientales de la megaminería y de la agricultura de tipo industrial intensiva, no tiene ninguna relación con lo verdadero?

El ocultamiento de los criterios del mercado
Hay en lo dicho por Barañao un asunto fundamental: no se está señalando la apelación a la compatibilidad y funcionalidad con el mercado que subyace a esta dicotomía. El borracho es aquel que no comprende este asunto, el irracional y que arruina la capacidad de hacer buenos negocios. La ciencia, en este caso representada por la ecología, es desde la óptica de Barañao también reconfigurada y presentada como compatible a este escenario. Son ambos polos entonces modificados a la luz del capital.

Detrás de la dicotomía y de estos cuatro aspectos que se entrelazan, Barañao pretende silenciar voces de resistencia e inmovilizar a los académicos frente a procesos de lucha, algunos en desarrollo y otros potenciales.
El Grupo de Filosofía de la Biología está integrado por investigadores del Conicet y docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. El grupo está dirigido a la investigación, a la enseñanza y a la divulgación abordando el vínculo entre la filosofía de la biología y las problemáticas sociales y ambientales contemporáneas.
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