por Martín de
Ambrosio
El temor ante los
riesgos de salud asociados al agroquímico ha detonado en Argentina
movimientos populares que se oponen a su uso.
El municipio de
la ciudad argentina de Gualeguaychú, en la provincia de Entre Ríos
cerca del río Uruguay, aprobó una ordenanza que prohíbe el uso, la
venta y la comercialización del herbicida glifosato -clave para la
soja transgénica- en las 33.000 hectáreas que están bajo su
jurisdicción.
Se trata de la
ciudad número doce que en Argentina adopta una medida similar y la
tercera en esa provincia.
“Quedó
acreditado que el glifosato tiene presencia química y consecuencias
para la salud humana, que se traslada por viento y agua y que tiene
razonabilidad la prohibición”, señaló Pablo Delmonte, uno de los
concejales que votó a favor, integrante del partido Frente para la
Victoria.
Delmonte explicó
que, a diferencia de otros procesos de discusión similares, en este
caso se trabajó durante cinco meses en la elaboración de la norma y
se llamó al debate a diversos especialistas.
“Hubo
convocados y participaciones espontáneas de la sociedad a través de
ongs ambientalistas y vecinos con historias dolorosas, con pérdidas
de niños y enfermedades; también miembros de asociaciones como el
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA); el Servicio
Nacional de Sanidad Animal (Senasa) la Asociación Argentina de
Productores de Siembra Directa (Aapresid)”, menciona.
La conclusión
fue que “el glifosato afecta a las personas porque no sólo se
están fumigando los campos” sino también en áreas urbanas.
Quienes argumentaron en contra de la medida no negaron los problemas
de salud, pero pidieron controles en lugar de prohibición, contó el
concejal.
Entre Ríos
produjo durante la última campaña más de 3.300.000 toneladas de
soja (sobre 136 millones del total del país) en 1.198.400 hectáreas,
según informe de la Bolsa de Cereales provincial.
Las anteriores
ciudades argentinas que habían prohibido el agroquímico habían
sido las patagónicas Bariloche (2010), El Bolsón (2015), Cholila
(2015), Lago Puelo (2015) y Epuyén (2015), así como Montecarlo en
Misiones (2015, luego revertida), General Alvear en Mendoza (2017) y
ciudades más cerca del núcleo sojero como Rosario (2017), Rincón
(2018), ambas de Santa Fe, y las entrerrianas Paraná (luego vetada)
y Concordia. La provincia de San Luis tiene una disposición similar.
Silvana Buján,
activista ambiental de la organización Bios, considera histórico lo
que plantean los concejos municipales y recuerda que hasta la
Comisión Nacional de Regulación del Transporte en 2003 prohibió su
uso en las vías férreas que atraviesen ciudades y pueblos.
La medida llegó
tras concluir que “distintos autores dan cuenta de que el glifosato
expone a riesgos de disfunciones endocrinas, daño celular y
genético, y que estos efectos se producen en dosis que están entre
500 y 4.000 veces por debajo de lo que se aplica normalmente para el
control de malezas”, detalló.
Buján advierte,
no obstante, que otros productos que están en el mercado o esperan
turno de aprobación son iguales o incluso peores para la salud de
los organismos biológicos.
“Son cientos de
otras sustancias tan o más peligrosas que el glifosato, como el
2,4,D; el clorpiryfos, tantos clorados o fosforados cuyos prontuarios
son probadamente estremecedores y cuyas autorizaciones han sido
concedidas atravesando metodologías de clasificación creadas para
otra cosa y que no asumen los riesgos a la exposición crónica ni
sinérgica”.
Para el
ambientalista entrerriano Rubén Knetemann, que está a favor de la
norma aprobada, “el asunto es delicado porque el glifosato forma
parte de la vida cotidiana y lo usan amigos y familiares con los que
después nos juntamos a comer un asado”.
Fuente:
Martín de Ambrosio, Doce ciudades en Argentina ya prohíben el glifosato, 27/04/18, El Espectador. Consultado 01/05/18.
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