Los
investigadores y sus instituciones deberían dar un buen ejemplo de
baja emisión de carbono a sus comunidades, según Katharine Hayhoe,
directora de Climatología de la Universidad Tecnológica de Texas.
por Bob Berwyn
Katharine Hayhoe
siempre está pensando en su huella de carbono, tanto privada como
profesional. Al igual que muchos otros científicos, la directora de
Climatología de la Universidad Tecnológica de Texas (Texas Tech
University, en inglés) ha llegado a la conclusión de que volar
menos es la mejor manera de reducirla.
Ciertamente no es
fácil. Como destacada comunicadora en ciencias climáticas, se le
pide a menudo que intervenga en numerosos eventos al año, desde
debates con grupos comunitarios hasta la participación en talleres y
seminarios académicos. Su primera respuesta es siempre preguntar si
puede participar virtualmente.
"A menudo me
responden, bueno, nunca lo hemos hecho, pero podemos intentarlo”,
cuenta Hayhoe a DW. "Muchos de mis colegas están divididos en
cuanto a mi enfoque, pero estoy haciendo todo lo posible por cambiar
esta cultura del viajar”, explica.
Antes de
planificar su viaje a cualquier región, Hayhoe espera hasta tener
varios eventos a los que asistir en el destino. "Cuando fui al
Reino Unido en noviembre, por ejemplo, había estado coleccionando
invitaciones durante casi dos años. Me alojé cerca de una estación
de tren central, ubicada en Londres, y cada día visité una
universidad u organización diferente”, cuenta.
Asimismo,
compensa las emisiones relacionadas con sus viajes a través de un
proyecto llamado "Climate Stewards”, que invierte en las
economías locales de Kenia, Ghana y México. "Son muy
cuidadosos a la hora de asegurar que las certificaciones se empleen
de manera sostenible. Conozco personalmente el proyecto y creo que
están haciendo una buena labor”, añade la investigadora.
Pero, además,
Hayhoe ha llevado a cabo muchos otros cambios en su vida: ha comprado
un coche híbrido, invierte en electrodomésticos de alta eficiencia
y ha instalado un tendedero en el tejado de su casa.
"Comemos más
conscientemente, dando prioridad a los productos lácteos, huevos y
carne de cría al aire libre, pero de vez en cuando disfrutamos de
una barbacoa, vivimos en Texas después de todo”, cuenta Hayhoe.
"Obtenemos nuestra energía de una cooperativa local, que
incluye energía eólica, y estamos ahorrando para instalar placas
solares en nuestro próximo hogar”, explica.
La vida baja en
carbono no sólo es trabajo: "Tenemos una red de caminos
todoterreno cerca de nuestra casa, pero en lugar de los ruidosos
vehículos de cuatro ruedas, montamos en bicicleta eléctrica de
montaña”.
Hayhoe cuenta
que las universidades e instituciones de investigación, incluyendo
la suya propia, podrían hacer mucho más para reducir su huella de
carbono.
"No hay
sistemas eólicos o solares en el campus de mi universidad y, hasta
donde yo sé, no hay planes de instalar ninguno, a pesar de que
estamos en un área que disfruta de 250 días de sol al año, y donde
el precio de la energía eólica y solar es más bajo que en
cualquier otro lugar del país”, afirma.
Fuente:
Bob Berwyn, Katharine Hayhoe: “Los climatólogos debemos volar menos”, 06/03/18, Deutsche Welle. Consultado 07/03/18.
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