sábado, 17 de febrero de 2018

El doloroso aprendizaje de la catástrofe

Las inundaciones de Sierras Chicas cambiaron las previsiones para todas las obras públicas. Casi no se deben obras, pero el miedo sigue ahí.

por Ary Garbovetzky

Hay un antes y un después de las inundaciones de Sierras Chicas. Después del 15-F, las previsiones para todas las obras públicas deben tener una recurrencia de 500 años, cuando antes eran suficientes 80 o 100”. Estas palabras del director provincial de Vialidad, Osvaldo Vottero, dan una muestra del impacto que tiene aún el desastre del aluvión, del que hoy se cumplen tres años.

Otra noticia de esta edición está vinculada: la necesidad de hacer obras complementarias para hacer pasar un desagüe más grande obliga a invertir 80 millones de pesos más en el túnel de la Mujer Urbana, parte del cierre del anillo de Circunvalación. Y todo por el cambio en las previsiones posinundaciones de Sierras Chicas.

Hace tres años se perdieron vidas y bienes. Y la reconstrucción, sólo posible en lo material, está casi completa: viviendas, puentes, caminos, pasarelas. Pero, como cuenta nuestro informe de Primer plano, el temor en quienes vivieron la tragedia en sus cuerpos no se disipa y pide más: trabajos complementarios, que se detengan algunas obras públicas o emprendimientos privados.

El sistema de alertas tempranas es, tal vez, la cuenta pendiente mayor, a pesar de que la Provincia asegura que produjo avances con la constitución de juntas de Defensa Civil y con mejoras en comunicación y señalética.

Las características especiales de Sierras Chicas, que tienen una pendiente que acelera las crecidas y las corrientes de agua y está “pavimentada”, es decir, sin suficiente absorción en el terreno producto del avance del desmonte y de la edificación, habían sido advertidas como un riesgo potencial por científicos antes de la inundación.

Hubo un “tsunami del cielo”, con un nivel de precipitaciones inédito, como dijo el entonces gobernador, José Manuel de la Sota, a la hora de buscar la razón principal de la catástrofe. Pero también hubo un embudo en la tierra, más previsible, que requiere que se le preste atención, como aporta en su análisis Lucas Viano.

Fuente:
Ary Garbovetzky, El doloroso aprendizaje de la catástrofe, 15/02/18, La Voz del Interior.

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