De cada 100
argentinos, alrededor de 20 habitamos en el Gran Chaco Argentino, una
región ambiental de notable riqueza forestal que abarca las
provincias de Chaco, Formosa, Santiago del Estero y parte de Salta,
Jujuy, Tucumán, La Rioja, Catamarca, San Juan, San Luis, Córdoba,
Santa Fé y Corrientes.
por Daniel Díaz
Romero
Los principales
conflictos ambientales del Chaco resultan de la conversión del
ambiente natural al uso agropecuario. La deforestación junto con la
parcelación de la tierra está afectando los ambientes y el sistema
de vida de las poblaciones criollas e indígenas que habitan esos
montes.
En Argentina se
han perdido en los últimos años más de 700.000 has. de bosques y
las provincias que encabezan esta triste estadística son Santiago
del Estero, Salta y Córdoba.
Sin una
planificación territorial por parte de los gobiernos y una
valorización adecuada de la sociedad, el futuro de los bosques y de
la propia región chaqueña se verá seriamente comprometido, indican
los especialistas.
Mientras tanto,
el sonido envolvente del hacha suena reseco y certero en el monte del
Gran Chaco Argentino.
Toc… toc…
toc… El quebracho colorado, debe su nombre a una derivación del
apelativo con que se lo conocía hace siglos: el quiebrahacha, ya que
es un árbol de extraordinaria dureza. Su madera, de característico
color rojo abundaba en el noreste de nuestro país: en Formosa,
Chaco, Corrientes, Misiones y norte de Santa Fe, Jujuy, Tucumán,
Salta, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca y Córdoba.
Con una cadencia
que suena a réquiem el brazo del hachero descarga el hacha que va
clavándose en el árbol. Es fácil seguir ese sonido en el monte
chaqueño. Toc, toc, toc. el metal va desagarrando la corteza.
Toc… toc…
toc… el silencio del hachador enmarca el respeto hacia el árbol
que se tambalea.
Toc… toc…
toc… mientras el quebracho resiste altanero los recuerdos invaden
el monte.
Estos árboles
constituyen una de las principales riquezas de la región del Gran
Chaco. Su madera, extraordinariamente dura, muy rica en tanino, tiene
especial resistencia a la humedad, por lo que en muchos casos
reemplaza con ventaja al hierro, como sucede con los durmientes de
ferrocarril, los postes y pilotes. También, se lo utiliza para leña
y fabricación de carbón.
Toc… toc...
toc… debajo de él buscaron la sombra seis generaciones. Bajo su
copa descanso mi tatarabuelo, mi abuelo, mi padre, yo reposé, mis
hijos también y, hasta hace instantes, en él jugaban mis nietos-
discurre el hachador. En invierno me dio leña, en verano sombra
masculla, toc… toc… toc...
El tanino que se
extrae del tronco del quebracho colorado es utilizado para el curtido
de cueros, pues evita que se pudran y constituye una importante
producción de exportación a Italia, Alemania, Francia y Estados
Unidos.
El corazón
palpita con más fuerza, toc... toc… toc… el quebracho comienza a
tambalearse, toc… toc… toc… el hachero lo ve tirado en el piso.
Todo acabó.
Por ese quebracho
que prestó servicios ambientales durante 300 años en la región del
gran Chaco Argentino y llegó a crecer hasta los 20 metros de altura
el hachero recibirá como pago $440. Pero además, solo el 10 por
ciento del árbol es aprovechado. Como no hay un aprovechamiento
integral, uno otro tras otro seguirán cayendo. Así, uno de los
pulmones verdes más importantes de América se va extinguiendo de la
mano de la tala indiscriminada.
El Gran Chaco
Argentino
El Gran Chaco es
un amplio territorio ubicado en el centro-sur de América que se
caracteriza por tener amplias extensiones boscosas, dominadas por
quebrachos y otras especies arbóreas acompañantes de este bosque,
como el quebracho blanco, el mistol, el guayacán, el palo santo.
En nuestro país,
ocupa una extensión aproximada de 675.000 Km² equivalentes al 24
por ciento del territorio nacional y abarca 257.000 Km² en Paraguay,
153.000 Km² en Bolivia y 56.000 Km² en Brasil.
En esta región
se conocen más de 3.400 especies de plantas, de las cuales
aproximadamente 400 son endémicas, es decir que sólo se encuentran
en esta región.
Se acaban los
bosques
Javier
Bernasconi, desde hace 10 años trabaja con proyectos relacionados
con la Conservación de la Fauna y Planes de Manejo de Bosques, en
diversos proyectos que involucran la región del Gran Chaco. Durante
tres años, estuvo a cargo del sistema de pequeños productores
forestales, en el área de Bosques Nativos de la Secretaría de
Ambiente de la provincia de Córdoba. El técnico forestal explica
que “el mayor problema que atraviesan los bosques es la falta de
regulación de la explotación forestal sumado a un creciente
descontrol de estas actividades, y agrega que, muchos piensan que los
bosques nunca se van a acabar”.
Bernasconi
explica que el monte fue poblado por “el criollo -descendiente de
inmigrantes- que se asentó durante la última dictadura militar, ya
que los militares “cuadricularon” la región abriendo picadas
cada 10 km. en el monte santiagueño, chaqueño, formoseño y salteño
porque pensaban que la selva era un potencial asentamiento de
organizaciones guerrilleras y por ello fomentaron la colonización de
este territorio que consideraban improductivo. Entonces -continúa
Bernasconi- el criollo pobló estos cuadrados de bosque e introdujo
el ganado caprino y vacuno. Junto a ello, comenzó a explotar la
madera del bosque".
Las grandes
compañías madereras inglesas, entre ellas la nunca bien recordada
“La Forestal” marcó un hito en la historia argentina de los
últimos dos siglos, asociada al desarrollo económico, basado en la
sobre-explotación de los recursos madereros. Bernasconi explica que
“a comienzos del siglo XX esta Compañía maderera echó mano a los
bosques de Santiago del Estero y Salta, en áreas asociadas al
ferrocarril, ya que fue llevando ramales para transportar la madera y
el carbón extraídos irracionalmente de los montes. En síntesis
-dice el técnico- donde hubo trazas del ferrocarril quedaron bosques
arrasados. En los últimos 20 años entraron en escena empresarios
cordobeses, santafesinos y bonaerenses que decidieron extender sus
campos para sembrar soja o para asentar su ganado y de esa manera
hizo su aparición, nuevamente, la sobre-explotación forestal y la
sobrecarga ganadera”, explica Bernasconi. Estos ganaderos empezaron
a incursionar en el norte tomando posesión de campos a muy bajo
precio. Prueba de esto son los testimonios que aseguran que, por
ejemplo, un campo de 5000 has. fue comprado a cambio de un Rastrojero
y $ 5000. “Casos como éste abundan, afirma el técnico forestal,
ya que el criollo vende sus tierras por una suma irrisoria que no
llega a $200 la hectárea.”
La fábrica de
suelo
Cuando comenzaron
a poblarse los montes de la región estos espacios naturales fueron
conceptuados como territorio improductivo ya que era una superficie
agreste. Sin embargo, en la actualidad, el catalogar de improductivo
a montes de climas áridos está cuestionado por los especialistas en
recursos forestales ya que todos los ecosistemas prestan servicios
ambientales y está ampliamente demostrado que la producción de
oxígeno y la captación del dióxido de carbono -que es esencial
para la vida humana- sólo la producen los bosques. Con estos dos
aspectos, los expertos echan por tierra la posibilidad de tildar de
improductivo a un bosque o a una selva. Al respecto, Javier
Bernasconi señala que “por sólo existir, un monte en buen estado
produce un servicio esencial para la vida humana, porque sin oxígeno
no podemos vivir”.
Bernasconi
explica que “aproximadamente, cada 80 años, un bosque genera un
centímetro de suelo vivo. Para recuperar el sistema ecológico
original necesitamos un buen bosque conformado por árboles de más
de 300 años que tarda unos 80 en producir 1 centímetro de suelo”,
indica el especialista y agrega que “los sistemas agrícolas
presentes en la región del Gran Chaco Argentino, como resultado de
las intensas lluvias en los últimos años generan cárcavas,
escorrentías superficiales, viento con mucho polvo en suspensión y,
en algunos casos, con dos lluvias grandes estamos perdiendo 10
centímetros de suelo en un mes, es decir que perdemos –tormenta
tras tormenta- nuestras capas fértiles. En otras palabras,
dilapidamos 300 años de productividad de suelo en pocos meses”,
señala Bernasconi y agrega que “cada vez que ocurre un suceso
meteorológico altera el suelo y las pérdidas son incalculables.
Esto significa que los grandes productores sojeros de la región no
quieren admitir que están empeñando nuestro principal capital. Al
perder el suelo en una sola generación están condenando a las
generaciones futuras a no tener recursos”, afirma el técnico
forestal.
Los pobladores
asentados bajo el bosque conviven con él y gozan de sus beneficios
ya que si no pudiesen obtener leña del monte tendrían que comprar
gas en garrafa para cocinar o calefaccionar. “Ese es el valor
económico de un bosque”, afirma Bernasconi y agrega que “esto es
otro ejemplo del valor económico y productivo del monte, aunque
advierte, que para los empresarios el bosque representa leña y nada
más, cotizada a un valor de mercado muy inferior al que tienen para
las comunidades que habitan un bosque.
Por esto, los que
habitamos en las grandes ciudades también debemos darnos cuenta de
lo valioso que resulta un sistema boscoso, porque respiramos el aire
que la vegetación genera desde allí. Estos reservorios de grandes
bosques que están quedando, como la Amazonia y el Gran Chaco
Americano son los productores de oxígeno de América, los dos
pulmones que nos quedan”.
Vivir en el monte
El habitante del
monte no tiene luz eléctrica ni agua corriente, por lo que la
provisión de agua la colecta de las lluvias, captando el líquido
elemento en represas que los pobladores construyen en cada casa.
Excavan grandes piletones en la tierra, utilizando mulas y palas,
cavando pozos de un metro y medio de profundidad. Una vez hecho esto,
acumulan la tierra en los bordes para que cuando llueva colecten el
agua. Una vez que cavaron aguardan la primera lluvia y dejan que se
forme barro en la base introduciendo muchos animales -que pueden ser
cabras, vacas o caballos- para que pisoteen el fango y formen una
costra dura de barro. Luego, sacan a los animales y esperan que se
seque para que se forme una capa similar a los ladrillos y, de esa
forma, en el próximo aguacero tienen menor pérdida de agua. Es un
sistema económico que les permite para subsistir con el agua de las
precipitaciones que, muchas veces, comparten con los animales que
forman parte de su dieta diaria. Las carnes que más consumen en la
región son la caprina y la ovina porque, al no contar con el
servicio de energía eléctrica, no pueden conservar grandes
cantidades de carne. Es por eso que en el bosque chaqueño sobrevive
la cultura del charqueo que consiste en carnear un animal salándolo
y dejándolo secar para evitar que se pudra. De esa manera se
almacena en capas y se la guarda con mucha sal.
Los habitantes
del monte chaqueño consumen la carne de animales que les provee el
monte: conejos, pecaríes, corzuelas, mulitas y tatús, entre otros.
“La cuota proteica de su alimentación está aportada por la carne
que obtienen de la fauna que habita el bosque y esta es otra
valoración que podemos hacer acerca de la productividad del monte”,
explica Javier Bernasconi.
Maderables
“Talar un árbol
con una motosierra demanda 5 minutos -cuenta Bernasconi- y
transformarlo en poste labrado, requiere 2 o 3 horas de trabajo
aplicando técnicas de calado con un hacha.” Un quebracho, por
ejemplo, tiene que tener un diámetro mínimo de 15 cm. para
utilizarlo como poste y un árbol de esas características tiene más
de 30 años, ya que el crecimiento del quebracho es lento. En
promedio, un árbol de esta especie que es utilizado para poste tiene
entre 100 y 200 años.
Al hachero del
monte chaqueño le pagan entre $100 y $300 el poste y en las grandes
ciudades ese poste de 3 o 4 metros tiene un valor mínimo de $1000
pesos, aunque ya es difícil conseguir postes largos justamente
porque no quedan árboles de mucha edad.
“En este
negocio -explica el técnico forestal- el que gana es el
intermediario, es decir, el almacenero o ferretero de los centros
poblados con el que se vinculan los pobladores del bosque”. El
comerciante les vende siempre mercadería a cuenta y generalmente,
les cobra con madera, fijando ellos mismos el precio. Los mayoristas
de estos centros poblados que rodean al monte suelen tener negocios
estratégicos para la región como la ferretería, la estación de
servicio o el almacén. “Es común que no acepten que el hachero
pague sus deudas con dinero porque prefieren la madera como moneda de
cambio y tratan de que no les cancelen las deudas, a ellos les
conviene que el criollo esté siempre endeudado”, relata
Bernasconi. “En ocasiones, funcionan como prestamistas cuando el
criollo tiene algún familiar enfermo y necesitan ir hasta una ciudad
para curarse. Es un sistema en donde ellos capitalizan el monte en
los centros poblados porque los dueños de los grandes aserraderos
son normalmente los mismos propietarios de los almacenes que proveen
a los hacheros del monte de la región”, explica Bernasconi.
Fuente:
Daniel Díaz Romero, Desmanejo forestal en el Gran Chaco Argentino, 25/12/18, Sala de Prensa Ambiental.
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