domingo, 31 de diciembre de 2017

Desmanejo forestal en el Gran Chaco Argentino

De cada 100 argentinos, alrededor de 20 habitamos en el Gran Chaco Argentino, una región ambiental de notable riqueza forestal que abarca las provincias de Chaco, Formosa, Santiago del Estero y parte de Salta, Jujuy, Tucumán, La Rioja, Catamarca, San Juan, San Luis, Córdoba, Santa Fé y Corrientes.

por Daniel Díaz Romero

Los principales conflictos ambientales del Chaco resultan de la conversión del ambiente natural al uso agropecuario. La deforestación junto con la parcelación de la tierra está afectando los ambientes y el sistema de vida de las poblaciones criollas e indígenas que habitan esos montes.

En Argentina se han perdido en los últimos años más de 700.000 has. de bosques y las provincias que encabezan esta triste estadística son Santiago del Estero, Salta y Córdoba.

Sin una planificación territorial por parte de los gobiernos y una valorización adecuada de la sociedad, el futuro de los bosques y de la propia región chaqueña se verá seriamente comprometido, indican los especialistas.

Mientras tanto, el sonido envolvente del hacha suena reseco y certero en el monte del Gran Chaco Argentino.

Toc… toc… toc… El quebracho colorado, debe su nombre a una derivación del apelativo con que se lo conocía hace siglos: el quiebrahacha, ya que es un árbol de extraordinaria dureza. Su madera, de característico color rojo abundaba en el noreste de nuestro país: en Formosa, Chaco, Corrientes, Misiones y norte de Santa Fe, Jujuy, Tucumán, Salta, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca y Córdoba.

Con una cadencia que suena a réquiem el brazo del hachero descarga el hacha que va clavándose en el árbol. Es fácil seguir ese sonido en el monte chaqueño. Toc, toc, toc. el metal va desagarrando la corteza.

Toc… toc… toc… el silencio del hachador enmarca el respeto hacia el árbol que se tambalea.

Toc… toc… toc… mientras el quebracho resiste altanero los recuerdos invaden el monte.

Estos árboles constituyen una de las principales riquezas de la región del Gran Chaco. Su madera, extraordinariamente dura, muy rica en tanino, tiene especial resistencia a la humedad, por lo que en muchos casos reemplaza con ventaja al hierro, como sucede con los durmientes de ferrocarril, los postes y pilotes. También, se lo utiliza para leña y fabricación de carbón.

Toc… toc... toc… debajo de él buscaron la sombra seis generaciones. Bajo su copa descanso mi tatarabuelo, mi abuelo, mi padre, yo reposé, mis hijos también y, hasta hace instantes, en él jugaban mis nietos- discurre el hachador. En invierno me dio leña, en verano sombra masculla, toc… toc… toc...

El tanino que se extrae del tronco del quebracho colorado es utilizado para el curtido de cueros, pues evita que se pudran y constituye una importante producción de exportación a Italia, Alemania, Francia y Estados Unidos.

El corazón palpita con más fuerza, toc... toc… toc… el quebracho comienza a tambalearse, toc… toc… toc… el hachero lo ve tirado en el piso.

Todo acabó.

Por ese quebracho que prestó servicios ambientales durante 300 años en la región del gran Chaco Argentino y llegó a crecer hasta los 20 metros de altura el hachero recibirá como pago $440. Pero además, solo el 10 por ciento del árbol es aprovechado. Como no hay un aprovechamiento integral, uno otro tras otro seguirán cayendo. Así, uno de los pulmones verdes más importantes de América se va extinguiendo de la mano de la tala indiscriminada.

El Gran Chaco Argentino
El Gran Chaco es un amplio territorio ubicado en el centro-sur de América que se caracteriza por tener amplias extensiones boscosas, dominadas por quebrachos y otras especies arbóreas acompañantes de este bosque, como el quebracho blanco, el mistol, el guayacán, el palo santo.

En nuestro país, ocupa una extensión aproximada de 675.000 Km² equivalentes al 24 por ciento del territorio nacional y abarca 257.000 Km² en Paraguay, 153.000 Km² en Bolivia y 56.000 Km² en Brasil.

En esta región se conocen más de 3.400 especies de plantas, de las cuales aproximadamente 400 son endémicas, es decir que sólo se encuentran en esta región.

Se acaban los bosques
Javier Bernasconi, desde hace 10 años trabaja con proyectos relacionados con la Conservación de la Fauna y Planes de Manejo de Bosques, en diversos proyectos que involucran la región del Gran Chaco. Durante tres años, estuvo a cargo del sistema de pequeños productores forestales, en el área de Bosques Nativos de la Secretaría de Ambiente de la provincia de Córdoba. El técnico forestal explica que “el mayor problema que atraviesan los bosques es la falta de regulación de la explotación forestal sumado a un creciente descontrol de estas actividades, y agrega que, muchos piensan que los bosques nunca se van a acabar”.

Bernasconi explica que el monte fue poblado por “el criollo -descendiente de inmigrantes- que se asentó durante la última dictadura militar, ya que los militares “cuadricularon” la región abriendo picadas cada 10 km. en el monte santiagueño, chaqueño, formoseño y salteño porque pensaban que la selva era un potencial asentamiento de organizaciones guerrilleras y por ello fomentaron la colonización de este territorio que consideraban improductivo. Entonces -continúa Bernasconi- el criollo pobló estos cuadrados de bosque e introdujo el ganado caprino y vacuno. Junto a ello, comenzó a explotar la madera del bosque".

Las grandes compañías madereras inglesas, entre ellas la nunca bien recordada “La Forestal” marcó un hito en la historia argentina de los últimos dos siglos, asociada al desarrollo económico, basado en la sobre-explotación de los recursos madereros. Bernasconi explica que “a comienzos del siglo XX esta Compañía maderera echó mano a los bosques de Santiago del Estero y Salta, en áreas asociadas al ferrocarril, ya que fue llevando ramales para transportar la madera y el carbón extraídos irracionalmente de los montes. En síntesis -dice el técnico- donde hubo trazas del ferrocarril quedaron bosques arrasados. En los últimos 20 años entraron en escena empresarios cordobeses, santafesinos y bonaerenses que decidieron extender sus campos para sembrar soja o para asentar su ganado y de esa manera hizo su aparición, nuevamente, la sobre-explotación forestal y la sobrecarga ganadera”, explica Bernasconi. Estos ganaderos empezaron a incursionar en el norte tomando posesión de campos a muy bajo precio. Prueba de esto son los testimonios que aseguran que, por ejemplo, un campo de 5000 has. fue comprado a cambio de un Rastrojero y $ 5000. “Casos como éste abundan, afirma el técnico forestal, ya que el criollo vende sus tierras por una suma irrisoria que no llega a $200 la hectárea.”

La fábrica de suelo
Cuando comenzaron a poblarse los montes de la región estos espacios naturales fueron conceptuados como territorio improductivo ya que era una superficie agreste. Sin embargo, en la actualidad, el catalogar de improductivo a montes de climas áridos está cuestionado por los especialistas en recursos forestales ya que todos los ecosistemas prestan servicios ambientales y está ampliamente demostrado que la producción de oxígeno y la captación del dióxido de carbono -que es esencial para la vida humana- sólo la producen los bosques. Con estos dos aspectos, los expertos echan por tierra la posibilidad de tildar de improductivo a un bosque o a una selva. Al respecto, Javier Bernasconi señala que “por sólo existir, un monte en buen estado produce un servicio esencial para la vida humana, porque sin oxígeno no podemos vivir”.

Bernasconi explica que “aproximadamente, cada 80 años, un bosque genera un centímetro de suelo vivo. Para recuperar el sistema ecológico original necesitamos un buen bosque conformado por árboles de más de 300 años que tarda unos 80 en producir 1 centímetro de suelo”, indica el especialista y agrega que “los sistemas agrícolas presentes en la región del Gran Chaco Argentino, como resultado de las intensas lluvias en los últimos años generan cárcavas, escorrentías superficiales, viento con mucho polvo en suspensión y, en algunos casos, con dos lluvias grandes estamos perdiendo 10 centímetros de suelo en un mes, es decir que perdemos –tormenta tras tormenta- nuestras capas fértiles. En otras palabras, dilapidamos 300 años de productividad de suelo en pocos meses”, señala Bernasconi y agrega que “cada vez que ocurre un suceso meteorológico altera el suelo y las pérdidas son incalculables. Esto significa que los grandes productores sojeros de la región no quieren admitir que están empeñando nuestro principal capital. Al perder el suelo en una sola generación están condenando a las generaciones futuras a no tener recursos”, afirma el técnico forestal.

Los pobladores asentados bajo el bosque conviven con él y gozan de sus beneficios ya que si no pudiesen obtener leña del monte tendrían que comprar gas en garrafa para cocinar o calefaccionar. “Ese es el valor económico de un bosque”, afirma Bernasconi y agrega que “esto es otro ejemplo del valor económico y productivo del monte, aunque advierte, que para los empresarios el bosque representa leña y nada más, cotizada a un valor de mercado muy inferior al que tienen para las comunidades que habitan un bosque.

Por esto, los que habitamos en las grandes ciudades también debemos darnos cuenta de lo valioso que resulta un sistema boscoso, porque respiramos el aire que la vegetación genera desde allí. Estos reservorios de grandes bosques que están quedando, como la Amazonia y el Gran Chaco Americano son los productores de oxígeno de América, los dos pulmones que nos quedan”.

Vivir en el monte
El habitante del monte no tiene luz eléctrica ni agua corriente, por lo que la provisión de agua la colecta de las lluvias, captando el líquido elemento en represas que los pobladores construyen en cada casa. Excavan grandes piletones en la tierra, utilizando mulas y palas, cavando pozos de un metro y medio de profundidad. Una vez hecho esto, acumulan la tierra en los bordes para que cuando llueva colecten el agua. Una vez que cavaron aguardan la primera lluvia y dejan que se forme barro en la base introduciendo muchos animales -que pueden ser cabras, vacas o caballos- para que pisoteen el fango y formen una costra dura de barro. Luego, sacan a los animales y esperan que se seque para que se forme una capa similar a los ladrillos y, de esa forma, en el próximo aguacero tienen menor pérdida de agua. Es un sistema económico que les permite para subsistir con el agua de las precipitaciones que, muchas veces, comparten con los animales que forman parte de su dieta diaria. Las carnes que más consumen en la región son la caprina y la ovina porque, al no contar con el servicio de energía eléctrica, no pueden conservar grandes cantidades de carne. Es por eso que en el bosque chaqueño sobrevive la cultura del charqueo que consiste en carnear un animal salándolo y dejándolo secar para evitar que se pudra. De esa manera se almacena en capas y se la guarda con mucha sal.

Los habitantes del monte chaqueño consumen la carne de animales que les provee el monte: conejos, pecaríes, corzuelas, mulitas y tatús, entre otros. “La cuota proteica de su alimentación está aportada por la carne que obtienen de la fauna que habita el bosque y esta es otra valoración que podemos hacer acerca de la productividad del monte”, explica Javier Bernasconi.

Maderables
Talar un árbol con una motosierra demanda 5 minutos -cuenta Bernasconi- y transformarlo en poste labrado, requiere 2 o 3 horas de trabajo aplicando técnicas de calado con un hacha.” Un quebracho, por ejemplo, tiene que tener un diámetro mínimo de 15 cm. para utilizarlo como poste y un árbol de esas características tiene más de 30 años, ya que el crecimiento del quebracho es lento. En promedio, un árbol de esta especie que es utilizado para poste tiene entre 100 y 200 años.

Al hachero del monte chaqueño le pagan entre $100 y $300 el poste y en las grandes ciudades ese poste de 3 o 4 metros tiene un valor mínimo de $1000 pesos, aunque ya es difícil conseguir postes largos justamente porque no quedan árboles de mucha edad.

En este negocio -explica el técnico forestal- el que gana es el intermediario, es decir, el almacenero o ferretero de los centros poblados con el que se vinculan los pobladores del bosque”. El comerciante les vende siempre mercadería a cuenta y generalmente, les cobra con madera, fijando ellos mismos el precio. Los mayoristas de estos centros poblados que rodean al monte suelen tener negocios estratégicos para la región como la ferretería, la estación de servicio o el almacén. “Es común que no acepten que el hachero pague sus deudas con dinero porque prefieren la madera como moneda de cambio y tratan de que no les cancelen las deudas, a ellos les conviene que el criollo esté siempre endeudado”, relata Bernasconi. “En ocasiones, funcionan como prestamistas cuando el criollo tiene algún familiar enfermo y necesitan ir hasta una ciudad para curarse. Es un sistema en donde ellos capitalizan el monte en los centros poblados porque los dueños de los grandes aserraderos son normalmente los mismos propietarios de los almacenes que proveen a los hacheros del monte de la región”, explica Bernasconi.

Fuente:
Daniel Díaz Romero, Desmanejo forestal en el Gran Chaco Argentino, 25/12/18, Sala de Prensa Ambiental.

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